¡Faltaba más!

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En un debate democrático e inteligente, no puede responsabilizarse a la JEP de la estupidez de las Farc.

Se filtró a los medios de comunicación un fragmento de la versión libre que Rodrigo Londoño –antes y ahora cada vez más Timochenko – rindió ante magistrados de la Jurisdicción Especial de Paz en el desarrollo del caso 07 sobre reclutamiento de niños y niñas. Del fragmento conocido se sabe que Londoño, palabras más, palabras menos, afirmó que las Farc no tenían como política el reclutamiento de menores y que él, como comandante no podía controlar lo que pasaba en todos los frentes.

Parece ser que Londoño, como otros líderes de la exguerrilla que ya rindieron versión libre, han elegido una estrategia obtusa para enfrentar los casos que se les sigue en la JEP. Olvidan, o al menos así parece, que como líderes de las Farc tienen especial responsabilidad ante la Jurisdicción, por lo que resulta literalmente increíble que hoy ya no recuerden cómo operaba ese doloroso crimen en su organización durante los años de guerra. Nos enfrentamos, quién lo creyera, a la versión subversiva de “fue a mis espaldas” o “me acabo de enterar”.

Esos desatinos –que tan caro les cuestan a los líderes en democracia cuando los cuestionan–, no sólo son costos para Londoño y las Farc, pues atentan directamente contra el Acuerdo de Paz y ponen en peligro su implementación en el que tal vez sea el punto más crítico –en cualquier caso fue el más difícil de negociar–, sino que institucionalmente crean un ruido innecesario en medio de la polarización.

La JEP no tiene por qué asumir responsabilidad por lo que dice Londoño en una diligencia. Él, como máximo líder de esa organización, conoce el Acuerdo y los pormenores de su punto V, el que supone más sapos por tragar para la sociedad – que, al final pide un pasante, la verdad -, para empezar a tragárselos. Si no aporta pronto la verdad que de él se espera – y a mi juicio ya empezaría a hacerlo tarde, lo que tiene importantes consecuencias –, deben caerle, una a una, las sanciones cada vez más severas, que se suponía iba a evitarle el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y Garantías de no Repetición. Así, de las sanciones propias pasaría a recibir las sanciones alternativas que, si no satisfacen la verdad plena, se convierten en sanciones ordinarias de entre 15 y 20 años de cárcel.

Que le caiga entonces al señor Londoño el peso de la justicia transicional y de su mecanismo de endurecimiento de sanciones si no cumple con la verdad que exigen las víctimas y que implica su sometimiento a la JEP. Pero en un debate democrático e inteligente no puede responsabilizarse a la JEP de la estupidez de las Farc. ¡Faltaba más!

A cuatro años de firmado el Acuerdo, ya nadie cree en la ingenuidad política de alguien que como Londoño se ha sabido mostrar como un avezado zorro. Él sabe muy bien que la justificadísima indignación que causan sus palabras – más allá de que carezcan de contexto –, recae directamente sobre la JEP en medio del debate politizado y desinformado que se vive. No considerar esa realidad es de una torpeza infinita; es pegarse un tiro en el pie. Y es, sobre todo, darle la espalda a las víctimas, a quienes tanto prometió poner la cara por lo que sufrieron.

*Felipe González, comunicador social y periodista.

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