La mala hora del petróleo

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“En este momento, una acción de Netflix vale un 25% más que la de la ExxonMobil.”

Según lo acaba de revelar el Presidente de ECOPETROL Felipe Bayón, tanto los ingresos operacionales como las utilidades de la empresa vienen en caída libre. En el primer trimestre de este año las utilidades cayeron el 95% con respecto al primer trimestre del año anterior, reduciéndose a sólo $133.000 millones. Pero, el registro del segundo trimestre fue aún peor, ya que las utilidades se redujeron a sólo $25.000 millones, 99.3% inferiores a las del mismo trimestre del año pasado. El consolidado para el primer semestre de este año arroja una utilidad de $158.000 millones, la cual contrasta con los $6.2 billones registradas en el primer semestre del 2019.

Este es un duro golpe para las finanzas tanto del Gobierno central como para las de las entidades territoriales, esto es departamentos y municipios. El Gobierno central verá reducido ostensiblemente el recaudo de la renta petrolera el año entrante y verá menguado el giro por concepto de dividendos de parte de ECOPETROL, como accionista mayoritario que es. Por su parte, las entidades territoriales verán, también, disminuidos sus ingresos provenientes de las regalías, los cuales, al fin y al cabo, son los únicos recursos ciertos con los cuales cuentan para la inversión.

La razón primordial de este bajonazo en los ingresos y en las utilidades que se extiende a toda la industria petrolera radica en la caída de los precios internacionales del crudo, cuya cotización ha caído más del 40% con respecto al precio promedio del barril del año pasado. A ello se viene a añadir la baja en la producción, que a nivel país alcanzó a rozar los 900.000 barriles/día el año pasado y en el primer semestre de este año ha caído hasta los 750.000 barriles/día.

Definitivamente esta es la mala hora no sólo para ECOPETROL sino para toda la industria petrolera en el mundo, pues, como lo afirma el Presidente de CAMPETROL Germán Espinoza, “la crisis ha impactado de manera generalizada a todas las empresas del sector a nivel global”. En ello ha influido, como es apenas lógico, la virtual parálisis de la economía y las medidas de aislamiento e inmovilización del transporte que se tomaron a nivel mundial como medidas desesperadas para ver de contener la propagación de la pandemia del Covid-19, desencadenando la caída de los precios del crudo, atribuible a la menor demanda en más del 10% en el primer semestre de este año.

El gigante petrolero ExxonMobil, considerado como la empresa más grande del mundo perdió en el primer trimestre de este año US $610 millones, el peor en 32 años, después de haber registrado utilidades del orden de los US $2.350  millones en el primer trimestre de 2019. Pero como, según la Ley de Murphy, todo aquello que anda mal es susceptible de empeorar, resulta que al cierre del segundo trimestre las ventas cayeron el 53% y sus pérdidas se incrementaron exponencialmente, llegando a los US $9.300 millones (¡!). Desde luego, que las empresas que han llevado la peor parte son aquellas que han estado enfocadas en la explotación de crudos pesados, offshore y yacimientos no convencionales (YNC), en donde se utiliza la técnica del fracking, por incurrir en mayores costos de extracción del crudo.

Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), la demanda de crudo para el año completo caerá en promedio 7.9 millones de barriles/día en el 2020, luego de dejar atrás el “abril negro” y eso a pesar del recorte histórico pactado de la oferta por parte de la OPEP+ de 7.1 millones de barriles/día. Para el año entrante la AIE muestra un optimismo moderado; según su previsión, la demanda rondará los 97.4 millones de barriles/día, un avance de 5.3 millones de barriles/día, algo inferior a su proyección anterior y 2.6 millones de barriles/día por debajo del promedio de la demanda en 2019.

Claro está que, como lo advierte The Wall Street Journal, este revés de la industria petrolera no responde sólo al coletazo de la pandemia; según esta publicación, “los pésimos resultados están agravando los problemas para los gigantes del petróleo, que luchaban por atraer inversores incluso antes de la pandemia, ya que “las preocupaciones sobre las regulaciones del cambio climático y la creciente competencia de las energías renovables y los vehículos eléctricos nublan el futuro de los combustibles fósiles”.

Esta calamitosa situación de la industria petrolera ha incidido en la cotización y en la valoración de las empresas del sector petrolero, a tal punto que, según el mismo The Wall Street Journal, el banco de inversión Evercore ISI “BP, PLC, SHELL y Total se cotizan a mínimos de 30 años en relación con el índice S&P 500 general. ExxonMobil se cotiza en su nivel más bajo al índice S&P 500 desde 1977”.

El contraste no puede ser mayor cuando cotejamos la cotización de las acciones y la valoración de las multinacionales petroleras con la de las compañías tecnológicas: en este momento, una acción de Netflix vale un 25% más que la de la ExxonMobil. Es más, el valor de mercado de Tesla, la compañía americana fabricante de vehículos eléctricos, es mayor que el de la Toyota  y la Volkswagen juntas. Este es un buen indicador hacia donde se está moviendo el mundo.

*Amylkar Acosta, ex Ministro de Minas y Energía, ex Director de la Federación Nacional de Departamentos, Miembro de Número de la Asociación Colombiana de Ciencias Económicas, @amylkaracosta

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1 COMENTARIO

  1. Eso explica porque matarife y sus marionetas quieren vender a Ecopetrol. Lo venden a sus amigos narcotraficantes, y estos criminales blanquea sus fortunas. Igual que cuando Ecopetrol se llevó a acciones. Los mayores accionistas son narcotraficantes

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