Memoria en tiempos de guerra

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La memoria histórica tiene un carácter social; en un proceso de conservación de los lugares donde sucedieron los hechos, se logra un sentimiento colectivo para que la historia no se vuelva a repetir y hablar por aquellos que no pudieron hacerlo.

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El pasado 20 de noviembre, se cumplieron 75 años del inicio de los procesos a los criminales de la Alemania Nazi, los denominados juicios de Nuremberg, que fueron de gran importancia, en primer lugar, porque dieron a conocer los horrores perpetrados por el nazismo y, en segundo lugar, porque constituyeron pilares para el derecho internacional y los crímenes de lesa humanidad. Se evidenció la necesidad de una jurisdicción internacional para delitos que no estaban tipificados y era necesario juzgar. Constituye éste un desarrollo trascendental para los derechos humanos. La Asamblea General de las Naciones Unidas en 1946 ratificó los principios de derecho internacional, reconocidos por el Estatuto y luego por las sentencias del Tribunal de Nuremberg en el año 1950; también enunció algunos delitos como:

Delitos contra la paz: Planear, preparar, iniciar o hacer una guerra de agresión o una guerra que viole tratados, acuerdos o garantías internacionales; participar en un plan común o conspiración para la perpetración de cualquiera de los actos mencionados.

Delitos de guerra: Las violaciones de las leyes o usos de la guerra, como el asesinato, el maltrato, o la deportación para trabajar en condiciones de esclavitud o con cualquier otro propósito, el asesinato o el maltrato de prisioneros de guerra, la ejecución de rehenes, el saqueo de la propiedad pública o privada, la destrucción injustificable de ciudades, villas o aldeas.

Delitos contra la humanidad: El asesinato, el exterminio, la esclavización, la deportación y otros actos inhumanos cometidos contra cualquier población civil, o las persecuciones por motivos políticos, raciales o religiosos, cuando tales actos sean cometidos o tales persecuciones sean llevadas a cabo al perpetrar un delito contra la paz o un crimen de guerra, o en relación con él.

Estos antecedentes dieron inicio al derecho penal internacional; se acusaron organizaciones y parte de los cabecillas del régimen nazi. Varios de ellos  fueron condenados a la horca; otros criminales no llegaron nunca a juicio porque se suicidaron o escaparon. En la sala de audiencias, se dimensionó el asesinato sistemático e industrializado denominado en hebreo como Shoá, que traduce “devastación” o “catástrofe”, históricamente conocido como “Holocausto”, que significa “todos quemados”. Se considera impreciso el término, porque no fue un sacrificio de corte religioso lo que hacían los nazis. Todo tipo de técnicas se usó con el objetivo principal de exterminar a los judíos. También fueron perseguidos los sectores de la izquierda política, prisioneros de guerra soviéticos y polacos y un grupo de personas como homosexuales, gitanos y personas en situación de discapacidad física y mental.

Otro juicio importante de recordar es el que se efectuó por primera vez en Israel en 1961 a Adolf Eichmann, uno de los hombres encargados de administrar y movilizar de forma masiva a campos de concentración a los judíos. Este juicio aportó elementos como el sistema de traducción simultánea por primera vez y un análisis del caso que recoge conductas del ser humano. El estudio de este juicio fue elaborado por Hannat Arendt. Allí expuso el tema de la banalidad del mal. Ella expresó que cualquier persona puede perpetrar los más terribles crímenes con sólo suspender su racionalidad y obedecer ciegamente, en razón a que Eichmann presentó su defensa señalando que él sólo cumplió órdenes y alegó sus buenas intenciones. Muchos hombres, plantea Arendt, como él, no fueron pervertidos, ni crueles, sino terroríficamente normales, “No era estupidez, sino una curiosa, y verdaderamente auténtica, incapacidad para pensar”.  

Eichmann era un ser humano común y corriente con un hogar por atender, capturado cuando llevaba flores a su esposa. Sorprende este caso; ante el cumplimiento de una macabra misión, se entiende que el hombre es malo, porque desea hacer mal, pero a Eichmann no se le podía tildar de monstruo o desquiciado como sí lo era el Führer. No era fácil oponerse al nazismo, pero era preferible sufrir la injusticia que cometerla, porque, en definitiva, para perpetrar este genocidio se necesitó de muchas personas, con la evidente pasividad o falta de consideración por los demás y así se cometieron muchos crímenes. Vale la pena recordar el caso de Anna Frank, que fue enviada en el último tren dirigido al campo de concentración de Auschwitz, tal vez por el aviso de alguien que supo del lugar donde se escondía, y así seguramente hubo muchos casos en los que los criminales no fueron personas que apretaron un gatillo o liberaron el Zyklon B en las cámaras de gas, sino sencillamente entregaron en manos de los nazis a personas inocentes.

Este genocidio no puede ser borrado de la memoria, porque su recuerdo demuestra los horrores de la guerra. Sin embargo, estos hechos son controvertidos por los negacionistas que sorprendentemente existen para uno de los hechos mejor documentados. Alrededor del mundo se han creado museos que exponen evidencia fotográfica, fílmica, testimonios, diarios, libros y un sitio para registrar los nombres de las víctimas en Yad Vashem – Centro mundialde conmemoración de la Shoá. La memoria sirve para recolectar, clasificar, registrar y difundir el recuerdo y el dolor de las víctimas. El riesgo de no hacerlo o la manipulación de estas evidencias para modificar la historia es un peligro.

La memoria histórica tiene un carácter social; en un proceso de conservación de los lugares donde sucedieron los hechos, se logra un sentimiento colectivo para que la historia no se vuelva a repetir y hablar por aquellos que no pudieron hacerlo. La memoria es indispensable en una democracia. En el caso de Colombia, como lo cita Gonzalo Sánchez, “se trata de una sociedad extremadamente fragmentada, en donde las identidades políticas, los partidos, solo atraviesan la dimensión pública de la sociedad. La dimensión subjetiva se queda sin expresión.

El ocultamiento es la defensa de quienes devastan los hechos. Es allí donde corre peligro la memoria histórica por medio del olvido institucional o como estrategia de los actores armados. Por este motivo, la construcción de memoria histórica se vincula a una sociedad y al acompañamiento y restablecimiento de derechos de quienes han sufrido la guerra en medio de una sociedad que los convirtió en víctimas.

Una de las instituciones que recoge los hechos es el Centro de Memoria Histórica – CNMH -, por medio del archivo de los derechos humanos, balances, cifras del conflicto y el portal de datos por disposición de ley, con el propósito de aportar al esclarecimiento de los hechos, documentar las circunstancias de tiempo, modo y lugar, así como los responsables y sus víctimas. Cualquier esfuerzo que se haga, para la recuperación de elementos que ayuden a plasmar los acontecimientos siempre será importante para no dejar impune la memoria de quienes no están. El Centro Nacional de Memoria Histórica, a través de la Dirección de Archivos de los Derechos Humanos, presenta esta herramienta que recoge, custodia y preserva el material entregado por personas naturales o jurídicas que documentan las graves violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario en el marco del conflicto armado en Colombia.”

El reconocimiento de las víctimas es fundamental en procesos de reconciliación como el que está viviendo Colombia. Conforme lo ordenó la Ley 1448 de 2011, “Ley de víctimas”, con acciones de conmemoración reconociendo el conflicto armado en el país, con la inclusión del día 9 de abril como fecha en la que nace un día para la memoria y la solidaridad con las víctimas, cada vela encendida representa la luz que apagaron las armas por el deseo de paz de un pueblo.

También en el CNMH, por medio de la dirección de Construcción de la Memoria, tiene a su cargo tres programas, como son las reparaciones simbólicas ordenadas por jueces de la República para comunidades que han requerido la asistencia del Estado, iniciativas de memoria que consisten en adelantar trabajos de campo con las comunidades y personas que fueron víctimas de crímenes de guerra y de lesa humanidad en el marco del conflicto armado en Colombia y el apoyo a la investigación académica que contribuya al esclarecimiento del conflicto armado colombiano. Me concentro en este lugar porque es uno de los más emblemáticos; por este motivo es indispensable estar al tanto de sus acontecimientos. Las denuncias contra el director del Centro Nacional de Memoria Histórica aducen que ha intentado modificar los registros históricos de las víctimas, lo que desdice del sitio que debe preservar y publicar información fiable para todos los colombianos. De esta manera, se da lugar a una política negacionista mediante intereses particulares.

Ya sabemos las luchas que tienen que sortear quienes desean exponer los acontecimientos de manera verídica y su importancia histórica. Es lamentable que en diferentes lugares del mundo existan quienes no permiten exponer la verdad, la verdad que libera y, aunque sea dolorosa, es necesario conocer.

En memoria de las víctimas de la guerra.

*Sandra Castillo, abogada, @sandra_doly

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