Pongámonos el sombrero y la ruana en nuestro corazón

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El senador Guillermo García Realpe se pregunta por qué un país que produce anualmente en promedio más de 2.700.000 toneladas de papa la esté importando de Bélgica, Holanda, Alemania y Estados Unidos.

Los colombianos hemos venido viendo cómo se agudiza la crisis de los papicultores en nuestro país. Las escenas inusuales de cientos de campesinos a lo largo de las vías y peajes, ofreciendo uno de los productos insignes de la canasta familiar son tristes e indignantes.

La papa nunca ha faltado en la mesa de los colombianos; es un producto necesario para balancear una buena dieta alimentaria. Hoy, debido a múltiples factores, la disminución del consumo del producto ha venido en caída libre, al punto que más de cien mil familias productoras estén al borde de una crisis de enormes proporciones.

No es un secreto que la pandemia ha afectado a miles de personas, que han perdido lamentablemente sus empleos, y el bajo poder adquisitivo de la gente hace que se prioricen la compra de otros alimentos. Más allá del Covid-19, otras amenazas muy serias para el sector son por cuenta del Gobierno nacional que está permitiendo la importación de miles de toneladas de papa congelada provenientes de los mercados europeos y de Estados Unidos, principalmente. Esta situación, desde luego, pone en desventaja a los papicultores nacionales y los tiene literalmente en cuidados intensivos; la sobreoferta del producto y la baja demanda hacen que hoy no tengan un respiro.

Otros factores que tienen ahogado al sector son los altos costos de los insumos cuyos valores se ubicaron por encima del 13% y la informalidad que bordea el 90%. Esto, sumado a la intermediación, hace que hoy no sea rentable dedicarse a este tipo de actividad económica.

Por ejemplo, tan sólo en 2019 se importaron 54.000 toneladas de papa y, para este año, se estima, según las cuentas del Ministro de Agricultura, Rodolfo Zea, que estaremos entre las 57 mil y 60 mil toneladas. Hay que tener en cuenta que, por cada tonelada importada, se desplazan entre 2 y 2,5 toneladas de papa nacional.

Es ilógico que un país que produce anualmente en promedio más de 2.700.000 toneladas de este alimento esté importando el mismo producto de países como Bélgica, Holanda, Alemania y Estados Unidos.

Ante la crisis, el Gobierno anunció hace unas semanas un incentivo a la comercialización de papa por el orden de treinta mil millones de pesos, buscando llegar a más de 25.000 productores y así poder garantizar la comercialización de por lo menos 200 mil de las 350 mil toneladas que se van a producir en lo que resta del año.

Recientemente, durante una sesión en la Comisión Quinta del Senado, le planteé a los Ministros de Agricultura y Comercio hacer una revisión de los tratados de libre comercio y los convenios internacionales a fin de poder brindarle un respaldo al sector; asimismo, solicité que se restrinjan las importaciones de papa, con lo que producen nuestros campesinos es más que suficiente para cubrir el mercado nacional que, según cifras de FEDEPAPA, está en 35,5 kilos de consumo por persona año.

Instamos también a los altos funcionarios del gobierno a hacer uso efectivo de la Ley 1876 de 2018, que creó el Sistema Nacional de Innovación Agropecuaria y cuenta con buenas herramientas en materia de capacitación, asistencia técnica, ciencia y tecnología, desarrollo para la pequeña, media industria y la agroindustria. Necesitamos un campo tecnificado capaz de enfrentar los desafíos que imponen los mercados externos.

También se debe acudir a la reciente Ley 2046 de 2020, que promueve las compras públicas locales para que las entidades acudan a nuestros campesinos y productores y hagan negocios con ellos de manera directa; hasta el 30% de sus recursos para tal fin quedaron autorizados dentro de la oferta institucional. Propondremos una modificación a fondo de los Programas de Alimentación Escolar y a cambio impulsaremos un proyecto para que se garantice la Lonchera Popular Campesina, que permita la inclusión de productos frescos que se producen en los campos colombianos. Por último, el Gobierno debería realizar compras masivas de papa y llevar el producto a zonas donde hay serias dificultades de seguridad alimentaria y también buscar un mecanismo de abrirle mercados a la papa a nivel mundial. Hay un abanico de propuestas y alternativas que solo con voluntad política podrían adelantarse.

Entre tanto, el próximo jueves 19 de noviembre, la Comisión Quinta adelantará una audiencia pública con la participación de productores, secretarios de agricultura, funcionarios del gobierno y congresistas para analizar afondo lo que sucede en el sector papicultor y buscarle salidas definitivas a su crisis. Por lo pronto, pongámonos la ruana y el sombrero en el corazón y seamos buena papa. ¡Apoyémoslos!

*Guillermo García Realpe, Senador, @GGarciaRealpe

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1 COMENTARIO

  1. Muy necesario que los colombianos se pongan la mano en el corazón con el sector papero. Diría mejor, con todo el sector campesino. No debemos olvidar que el campo ha estado marcado por el conflicto armado y muchos factores que han impedido su pleno desarrollo. Por ejemplo, el gobierno ha desfinanciado la investigación científica en las universidades, las cuales podrían ayudar a mejorar la productividad /hectárea. Personalmente diría que el tema no es de precios, aunque los impuestos antidumping pueden ayudar en un primer momento, pues lo mejor que pueden tener quienes viven en las ciudades son precios bajos en los bienes de mayor consumo. Aún así, el tema de fondo es la competitividad del agro. ¿Cómo hacer que el campesino produzca más y a menores costes? y también el mejoramiento de las cadenas productivas locales. ¿Qué tal por ejemplo empresas locales que le apuesten a producir papa congelada lista para cocinar con la papa nacional?

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