Voz venezolana: protestas y xenofobia

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Vía Revista Semana

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El 21 en la noche me ocurrió un déjà vu. Escuché en Bogotá sonido de cacerolas, esas que, sea aquí, en Cali, Caracas o Puerto La Cruz, son la señal de un reclamo contra algo o alguien.

A lo lejos me llamó la atención el grito de un vecino. Su protesta era muy particular. Era contra la presencia de venezolanos. Así de crudo, así de simple.

Admito que los motivos de la protesta, como venezolano, los observo a la distancia por un solo motivo: soy extranjero y como tal, tengo muchas más limitaciones que el nacional del país. Si alguna opinión tengo, me la reservo. Es lo que nos corresponde.

El 22, cuando abruptamente decidimos salir de la oficina, el taxista que nos llevó de la estación de Transmilenio a la casa, afirmó –rotundamente- que los causantes de los disturbios ocurridos eran los venezolanos. Lo precisé. Le dije que serían algunos, los capturados, no quienes en Colombia actuamos como lo hace cualquier colombiano de bien.

Hemos advertido desde hace casi dos años a Colombia a los colombianos y a su gobierno, la necesidad de identificar a los venezolanos que al país ingresaban. Saber que hacían allá y que saben hacer aquí. Ese primer filtro le permitía también al gobierno saber en donde viven en este país, facilitando con ello nuestro control y la tranquilidad del colombiano. El señor Presidente Duque y su gobierno prefirieron dejar que siguiéramos entrando por la libre, sin identificarnos. Sus motivos tendrá.

Ahora, seguramente alguno que ha entrado en esa condición, quizás inducido por el señor Maduro y quienes le acompañan en Caracas, será detenido, generando para todos el estigma de que somos los venezolanos responsables de lo que ocurre en Colombia. Rotundamente afirmo que no lo somos. Que venezolanos de buena fe hicimos advertencias, sugerimos soluciones y respuestas, pero que corresponde al gobierno adoptar las decisiones correspondientes.

Entiéndase que es un error creer que los venezolanos ganamos algo con embochinchar a Colombia. Buena parte de nosotros no tiene recursos económicos para seguir migrando -y agrego- ni tampoco ánimo para ello. Estamos aquí por un motivo racional fundamental: es el país geográfica e históricamente más cercano al nuestro.

Colombia es nuestra nueva casa. Queremos que a ella le vaya bien pues, en la medida que así ocurra, a nosotros nos irá de manera similar. Corresponde a sus autoridades que eso sea posible. De nuestra parte, solo queda mantener nuestra conducta dentro de los términos de la ley. Ese es el límite de nuestra actuación en el país.

Gonzalo Oliveros Navarro, @barraplural, magistrado del Tribunal Supremo de Justicia, refugiado en Colombia, presidente de AsoVenezuela

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