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No es el patriarcado únicamente, sino el capitalismo, que se beneficia de las diferencias para crear más desigualdades e imponer un falso velo de igualdad entre todas las mujeres del mundo.
La considerable afluencia en las manifestaciones en varias ciudades del país y del mundo expresa un notable incremento en la toma de conciencia de una proporción cada vez mayor de mujeres. La década que acaba de transcurrir, como la que comienza, marca un ascenso del movimiento de las mujeres de todas las latitudes por la igualdad de derechos y por su emancipación del doble yugo de su condición de explotadas y de sometidas a la tiranía del sistema patriarcal.
Importantes movilizaciones se dieron en Lyon, Marsella, Toulouse, Montpellier, y otras ciudades importantes, ondeando banderas color púrpuras y pancartas que denunciaban el sexismo patriarcal y la violencia contra las mujeres. De igual forma, enviaron un mensaje de unidad y solidaridad al movimiento feminista en el mundo.
Mientras que el ministro de salud de Alemania, Jens Spahn, pidió la cancelación de todas las manifestaciones de más de 1.000 personas a causa del Covid -19, en Berlín hubo una presencia masiva de las mujeres exigiendo sus derechos contra el patriarcado y la violencia machista.
En medio de la cruenta represión por parte de la junta militar del gobierno golpista en Birmania, se realizó la conmemoración del 8 de marzo. En una de las ciudades más importantes, las mujeres salieron a rechazar el gobierno de facto y exigir sus derechos.
En Chile, una multitudinaria manifestación de cientos de miles de mujeres tuvo lugar en Santiago y otras ciudades; las mujeres exigieron el fin de la violencia machista y lanzaron consignas en contra del gobierno de Sebastián Piñera. Se calcula que marcharon más de dos millones de personas. A pesar de algunos incidentes que se presentaron con la fuerza pública que terminaron con varias mujeres detenidas y agredidas, la marcha se reanudó en la plaza central.
En México, se realizó una gran movilización en las diferentes ciudades. En la histórica Plaza El Zócalo de la capital se reunieron más de treinta mil personas, la mayoría mujeres, que exigían parar los feminicidios y la violencia machista. Frente al Palacio Nacional, se presentaron disturbios por el muro metálico colocado por el gobierno frente a la edificación. Este hecho provocó la indignación del movimiento feminista que decidió escribir en el muro los nombres de las víctimas.
En Colombia, las diferentes marchas que se llevaron a cabo en las principales ciudades del país dan muestra del problema estructural enquistado en todos los ámbitos de la vida de la mujer: la casa, el trabajo, en la calle, en todas partes. Esa presencia masiva de las mujeres reclamando sus derechos fue histórica, a pesar de que se presentaron algunos actos de disturbios al parecer por unos grupos feministas radicales.
El pueblo colombiano y las mujeres en particular vienen padeciendo la crisis económica y social que se ha venido agravando con la pandemia y la aplicación acentuada del modelo neoliberal por parte del gobierno de Duque. Esos problemas estructurales a causa de la pandemia han agravado la situación de la mujer, sea por la explosión de la violencia intrafamiliar y de los feminicidios y también por la falta de derechos, por el aumento del desempleo y de la pobreza, por la doble jornada mal remunerada como es el caso de las trabajadoras de la salud y la sobrecarga de cuidados y quehaceres domésticos. Además de la crisis sanitaria y económica, tenemos un gobierno cuya política ante la pandemia ha condenado a la muerte a 60.598 colombianos por causa del Covid-19 y potenció los feminicidios y la violencia contra la mujer.
En el primer trimestre de 2019, los ataques contra las defensoras de derechos humanos aumentaron en un 97% y el número de feminicidios de excombatientes de las FARC hasta el 15 de julio de 2020 llegó a 132 mujeres. La violencia intrafamiliar también se agudizó con el confinamiento, para el 2020 se registraron 6.507 casos de mujeres agredidas por sus parejas. En el 2020, la cifra de desplazados llegó a 58. 509 donde la mayoría son mujeres y niños.
Según la CEPAL, en Colombia la brecha de género en el tema salarial es de 12,1% menos para la remuneración laboral a las mujeres y tanto el aumento del desempleo como el del costo de vida han profundizado las desigualdades que afectan con mayor severidad a las mujeres.
Sus opciones laborales están sumamente limitadas por las expectativas sociales que les atribuyen una carga desproporcionada en lo que respecta al trabajo doméstico no remunerado. El 49% del trabajo de las mujeres no es remunerado. En esta situación viven el 74.0% de las mujeres en el país, según la CEPAL. En cuanto a las políticas de salud sexual y reproductiva es poco lo que se ha avanzado. Por otro lado, el teletrabajo, luego de mejorar aparentemente las condiciones de trabajo las ha precarizado, ya que la mujer se sobrecarga con el trabajo doméstico. En este contexto, las mujeres se manifestaron en las calles a pesar del confinamiento y el Covid -19.
No se puede luchar contra el machismo invocando únicamente un cambio cultural sino que se deben realizar cambios estructurales en la sociedad. Los crímenes contra las mujeres, la explotación laboral y sexual de los niños, adolescentes, trans, LGTBI y la trata de personas nos muestran una sociedad en decadencia a nivel global. Igualmente estos hechos nos muestran el sentido de propiedad no solo de la vida sino del cuerpo del que se piensa se encuentra en situación de vulnerabilidad. No es el patriarcado únicamente, sino el capitalismo, que se beneficia de las diferencias para crear más desigualdades e imponer un falso velo de igualdad entre todas las mujeres del mundo.
Pero la realidad es otra: de las miles de mujeres que mueren cada año a causa de la violencia machista, la mayoría son trabajadoras, pobres, inmigrantes, negras, lesbianas o transgénero.
El régimen patriarcal que tanto discrimina y excluye a la mujer socialmente en todos sus ámbitos viene desde los albores de la civilización y ha sido mantenido y utilizado por los sucesivos y diferentes regímenes y formas de opresión y explotación social – esclavismo, feudalismo, capitalismo – ejercido por minorías dominantes sobre la mayoría de hombres y mujeres de cada época, como sigue siendo hoy.
El patriarcado es una idea de aquello que hay que cambiar socialmente, pero dicha idea no siempre ha sido bien definida y entendida. De allí que hayan surgido diversas ideologías feministas respecto a lo que debería ser esta estructura social llamada patriarcado y el cómo abolirla. Se puede afirmar que el feminismo ha existido siempre en diferentes sentidos.
En el sentido más amplio, existe, desde que las mujeres, de manera individual o colectiva, se han opuesto al tratamiento indigno que les ha dado el patriarcado y han exigido una vida mejor. Me refiero al feminismo de una forma más concreta, a partir del momento en que las mujeres han podido enlazar tanto en la teoría como en la práctica, un conjunto de reivindicaciones y se han organizado de manera coherente a través de la historia para conseguirlas.
Las ideologías feministas han venido evolucionado y son tan numerosas que sería demasiado dispendioso incluirlas aquí. La reacción contra los hombres en general sin reparar en que hay hombres explotadores y opresores y hombres explotados y oprimidos como clases opuestas es errónea, equivoca el enfrentamiento que debe dirigirse contra el verdadero adversario y divide al pueblo integrado por mujeres y hombres que sufren también la explotación y la opresión. No podría eludirse la cuestión de que hay mujeres que son portadoras del patriarcalismo.
Las mujeres debemos revolucionar la conciencia de los hombres y la cultura para enfrentar y hacer retroceder el sistema patriarcal, pero entendiendo que éste sirve y se apoya en el sistema social capitalista y que, por tanto, la lucha en últimas es contra este sistema social. Todas las asalariadas o sin trabajo remunerado deben luchar y, al mismo tiempo, exigir y movilizarse por sus derechos de la mano de los trabajadores y la mayoría del pueblo contra la explotación y la opresión social.
*Leydis Linero Palma, licenciada en educación con énfasis en ciencias sociales y estudios de maestría en historia, Universidad Nacional de Colombia. @PalmaLeydis
Muy bueno el artículo, felicidades.
“Se puede afirmar que el feminismo ha existido siempre en diferentes sentidos. … Las ideologías feministas han venido evolucionado y son tan numerosas que sería demasiado dispendioso incluirlas aquí”… ¿No será, precisamente, por esa razón que el feminismo o los feminismos no han mostrado avance en procura de mejorar las sociedades? ¿Sólo se han quedado en meras formulaciones y no en concresiones?