About The Author
En medio de la crisis que la pandemia nos ha generado, hoy debemos tener el entendimiento muy despierto y el espíritu democrático bien palpitante.
La historia nos ha mostrado que los tiempos de crisis profunda, como los que vivimos por el Covid-19, pueden producir fuertes virajes y cambios profundos en las estructuras económicas, sociales, espirituales y políticas que definen a nuestras sociedades.
Por ejemplo, después de la gran depresión de 1929 fue necesario, en clave keynesiana, generar grandes mecanismos fiscales de protección a los trabajadores y a las familias, pues la mano invisible de Adam Smith demostró que, sin control, podía quebrar a cualquier país. También, luego de la Segunda Guerra Mundial, se tuvieron que formular los derechos humanos, ya que la guerra y sus gigantescas atrocidades habían demostrado la urgente necesidad de que estos derechos existieran
Ahora bien, las crisis también han producido secuelas nefastas. En una Europa y una Rusia profundamente heridas por la Primera Guerra Mundial y por la depresión económica de inicios del siglo XX, se gestaron el fascismo, el nazismo y el totalitarismo estalinista. Mussolini, Hitler y Stalin, aprovechando el hambre, la incertidumbre generalizada y el caos, lograron, mediante el uso político del odio, el radicalismo ideológico y la violencia política, convertirse en dominadores dictatoriales de sus naciones.
Por lo anterior, en medio de la crisis que la pandemia nos ha generado, hoy debemos tener el entendimiento muy despierto y el espíritu democrático bien palpitante. Ya que, si dejamos que el miedo al futuro nos colonice el alma y permitimos que los odios y las mentiras de los líderes extremistas se apoderen de nuestro criterio, nos volveremos presa fácil de aquellos que nos prometen mano firme y autoridad, como la única tabla de salvación.
A la vuelta de la esquina tenemos dirigentes y fuerzas políticas con este discurso. Gobernantes y partidos con tintes autoritaristas y hasta dictatoriales como Trump en EE.UU, Bolsonaro en Brasil, Maduro en Venezuela o el Centro Democrático en Colombia, saben muy bien que el miedo se puede capitalizar políticamente y que una población atemorizada y sumida en el desespero puede dejar que cantos de sirena radicalistas, la cautiven. Ellos saben que así es más fácil torcer la democracia y acomodar el Estado de Derecho a su conveniencia, ya sea para entronarse en el poder o para sacar a sus alfiles de la cárcel, si es el caso.
Por ello, así como tenemos que trabajar juntos en este momento de crisis histórica, para aplanar la curva de los contagios y salir de esta cruel y dolorosa pandemia, debemos estar alerta a los radicalismos políticos, ya sean de derecha o izquierda, y no ceder ante sus macabras seducciones y promesas de mano dura para ayudarnos, pues detrás de todo esto se esconden los virus del autoritarismo y la dictadura, dispuestos a contagiarnos a todos y secuestrar las democracias que tanto nos han costado construir.
*Oscar Orlando Simmonds Pachón, profesor Fac. Ciencia Política y Relaciones Internacionales. @OscarSimmondsP