Algunas cifras de la gestión de Claudia López

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Pero en todo caso, las cifras son un triste desastre y, aunque estas mejoren, los electores terminaremos, por lo poco, desengañados con la alcaldesa.

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Con el hecho sin precedentes en generaciones de una pandemia que nadie sabía cómo manejar, y menos políticos inexpertos en el ejecutivo como Claudia López e Iván Duque, es muy difícil hacer un balance de gestión. Pero finalizando el mandato de alcaldes, balance hay que hacer nos guste o no. Tal vez sea muy temprano para calificar a la alcaldesa López, pero las elecciones se aproximan, candidatos ya se perfilan y las cifras empezarán a pulular. Es por ello que me dí a la tarea de revisar algunos números.

En primer lugar, revisé la base de datos de la Secretaría de Seguridad, Convivencia y Justicia, pues parece ser la cartera que más inquieta a los bogotanos y por la que más críticas ha recibido la alcaldesa. Me encontré con que, a pesar de que la alcaldía anunció a inicio de año que la tasa de homicidios del 2022 fue la más baja en 61 años, los bogotanos tienen razones de sobra para sentirse preocupados.

La sorpresa es que, mientras los homicidios sólo bajaron en 134 casos del 2021 al 2022, los casos de hurto a personas en el 2022 fueron 137.361, una cifra sin precedentes. Sumado a esto, los casos de lesiones personales aumentaron en 333 casos en 2022 con respecto al año pasado, dando un total de 23.434, la cifra más alta desde el 2018.

Los hurtos a comercios bajaron 1.729 casos desde el 2020, el hurto a residencias bajó poco más de 1.600 casos en el mismo periodo, pero el hurto a celulares aumentó en casi 16 mil casos en estos 3 años. Un verdadero desastre, que no puede menos que escandalizarnos.

Si miramos los casos de delitos sexuales, la cosa no es distinta. Estos han aumentado constantemente desde el 2020 hasta llegar a 7.489 casos en el 2022; de estos el 78,27%, es decir 5.861, fueron cometidos contra mujeres. En violencia intrafamiliar el año pasado se reportó un total de 45.035, un número no visto en los últimos años, de los que el 66,18% fue contra mujeres.

En segundo lugar, revisé los datos de la Secretaría de Salud; dos cifras llaman de sobre manera la atención. Por una parte, tal vez el dato más escalofriante, es que en el año 2022 se presentaron 399 casos de suicidios, la cifra más alta desde el 2019. De este total, 298 fueron suicidios de hombres y 191 (el 64%) se presentaron entre los 10 y los 29 años.

El segundo dato es sobre vacunación, y específicamente sobre la cobertura de pentavalente y triple viral. Sobre la primera, dice la secretaria que “protege contra 5 enfermedades (Difteria, Tos Ferina, Tétanos, Haemophilus influenzae tipo b y Hepatitis B). En Bogotá las coberturas de vacunación (…) han sido fluctuantes entre 73,7% a 103,0%, obteniendo coberturas de vacunación adecuadas superiores al 95% en 5 años de los 15 años analizados. En el año 2022 la cobertura en el Distrito fue de 71.1%”.

En el caso de la triple viral “protege contra sarampión, rubéola y parotiditis, las coberturas de vacunación en niños de 1 año (primera dosis) se han mantenido por encima del 84% durante el periodo presentado con excepción del 2021 que la cobertura solo alcanzó el 78% y el 2022 con 68.76%. En relación con la cobertura de esta vacuna en niños de 5 años (refuerzo), para el 2022 la cobertura en el Distrito fue del 82.3%”.

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Lo anterior quiere decir que los niveles de cobertura de las vacunas más importantes para la primera infancia están disminuyendo, y desde hace años se encuentran por debajo de lo óptimo (95%). Si bien es cierto que la Secretaría de Salud también informó que no se han presentado casos graves de las enfermedades antes dichas, esto no quiere decir que no puedan presentarse, ni que la baja cobertura no pueda desembocar en un problema grave de salud pública. Es necesario prestar suma atención en este tema; las alertas tempranas son mucho mejor que los reportes negativos.

También revisé los indicadores de pobreza monetaria y multidimensional de los que se encarga el DANE. Los datos para el 2022 no están disponibles aún, pero el 2021 fue un año de recuperación después del desastre en pobreza que dejó la pandemia durante el año 2020. Así, la pobreza multidimensional bajó de 7,5 a 5,7 puntos del 2020 al 2021.

Empero, el promedio de pobreza monetaria entre el 2012 y el 2019 fue de 25,9%, pero el 2020 cerró con el 40.1% y el 2021 con 35.8%; es decir, más de 10 puntos porcentuales por encima que el promedio de antes de la pandemia. El coeficiente de Gini, que tuvo su nivel más bajo en el 2012 con 0.497, llegó en el 2020 a 0.559, el punto más alto desde el 2002; cerró el 2021 en 0.528.

Por último, en temas de movilidad no estamos mejor. A pesar de que el año pasado la velocidad promedio en las calles de la ciudad aumentó considerablemente, según el índice de Inrix, reseñado por la revista Motor, Bogotá pasó del puesto 8 al 5 en congestión vehicular, convirtiéndose en la ciudad latinoamericana más congestionada del 2022, Peor aún: se espera que para el 2023 entre en el podio de las ciudades con el peor tráfico del mundo.

Es cierto que aún hay bastantes temas por estudiar, por ejemplo, los resultados de las huertas urbanas, de las zonas de parqueo pago, de las manzanas de cuidado, del programa Parcero por Bogotá y de Jóvenes a la U. También programas que fueron un éxito como el que usó la Secretaría de educación para garantizar la alimentación escolar durante la dura pandemia.

Pero en todo caso, las cifras son un triste desastre y, aunque estas mejoren, los electores terminaremos, por lo poco, desengañados con la alcaldesa. Es que no es explicable que una alcaldía que prometía ser histórica terminara tan mal y traicionando las ideas que la eligieron.

No tiene justificación el que la alcaldesa haya seguido con el modelo de buses, ni que vaya a dañar la séptima, la única vía que medianamente funciona en Bogotá, con un mal llamado “corredor verde”, que es tal cual otra troncal más del nefasto e ineficiente Transmilenio. Avanzó el Regiotram, pero no se adelantó realmente la transición a movilidades limpias. Y lo peor: mantuvo el mal diseñado y aporofóbico metro elevado.

En conclusión, podemos decir que, palabras más, palabras menos, hay pocos temas en los que ha mejorado la ciudad, y muchos fracasos muy serios. Hay un gran número de programas sociales, pero no hay buenos resultados. Tristemente esta alcaldía, que parecía ser alternativa, le ha fallado a la mujer, a los niños y a los más pobres. Dejó obras innecesarias que van a afectar la movilidad por los próximos años. Todo lo anterior sumado a sus declaraciones repletas de gritos y regaños, puro garrote sin zanahoria, incluso a los más necesitados como los vendedores ambulantes, está marcando una alcaldía que va en camino a ser peor que la de su antecesor.

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*Camilo Andrés Delgado Gómez, estudiante de ciencia política, Universidad Nacional de Colombia/sede Bogotá, @CamiloADelgadoG

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