Alí y Nino

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Alí y Nino
Kurban Said
Libros de Asteroide
295 páginas

Hay historias de amor que marcan la vida de los pueblos y se convierten en parte de la memoria colectiva. Cantamos en homenaje a ellas, las representamos cada vez que podemos y no nos cansamos de visitarlas nunca. Aunque algunas de ellas sean historias de ficción, logran atrapar algo de nosotros y definirnos como si las fuésemos vivido. Encontrar ejemplos no es tan difícil: Romeo y Julieta, Tristán e Isolda, Paris y Helena de Troya, Meme Buendía y Mauricio Babilonia con sus mariposas amarillas.

Alí y Nino, de Kurban Said, es una de esas historias y es, además, una joyita considerada como la novela nacional de Azerbaiyán. Ahora bien, lo más interesante de novela que dejo hoy en las estanterías de la Biblioteca de La Línea del Medio es que va más allá de una historia de amor. En realidad, es una reflexión acerca del encuentro entre dos mundos absolutamente distintos, pero que se necesitan y atraen. Es una novela sobre las fronteras culturales, políticas o geográficas, esas líneas gaseosas que casi nunca coinciden.

Alí es el hijo mayor de una familia aristócrata de Azerbaiyán. Es musulmán chiita, ama su religión y su cultura asiática, siente que no puede vivir en otro lugar que no sea Bakú, su ciudad, rodeado del mar Caspio y frente a un desierto abrazador y rudo. Alí conoce desde muy niño a quien será el amor de su vida: Nino, una princesa georgiana. Nino es, por su parte, cristiana, liberal y de espíritu europeo e independiente. Ella no pertenece a la contundencia y claridad del desierto, sino a las múltiples caras y misterios de los bosques. Nunca permitirá que su marido la cubra con un velo o la encierre en un harem, mucho menos con otras esposas.

Pero ahí es donde radica la grandeza de esta historia de amor: no en escenas de delirio pasional o en la descripción de las heridas y vicisitudes del corazón – porque de eso tiene esta novela muy poco, casi nada – sino en dos amantes con los pies en la tierra, conscientes de lo que representan política y culturalmente y quienes no permitirán que sus profundas diferencias los separen. Esta historia de amor, entonces, es una bella rebeldía.

Pero esta novela también tiene un trasfondo que, por lo menos a mí, me enseñó desde política hasta geografía; me contó leyendas de esas culturas milenarias, pero que también ha alimentado la magia de las Mil y Una Noches o la mitología helénica; me habló hasta de como se comía en las mesas aristócratas, me mostró edificios históricos, rutas marítimas y terrestres y me llevó, incluso, a las montañas de Daguestán. Aquí nos cuentan cómo se realizaban los matrimonios, cómo se vivían las deudas de sangre, cómo se practicaban los raptos de las doncellas y se justificaba desprecio por la mujer con la excusa de protegerla.

El Cáucaso, donde transcurre esta historia, es ese pedacito entre el mar Negro y el mar Caspio, un polvorín que reposa sobre lagos de petróleo; allí conviven muchos pueblos de culturas, religiones, etnias y lenguas muy antiguas, incluyendo los históricamente discriminados armenios; es un terreno codiciado por intereses económicos y estratégicos de muchos tipos, históricamente disputado por persas, turcos y rusos, quienes también comparten la zona. De ahí que esta historia de amor multicultural sea tan memorable para el Cáucaso.

Alí y Nino también cuenta el declive de una era romántica y nacionalista, con la llegada de la modernidad al estilo europeo y la resistencia por parte de la cultura tradicional. La historia empieza en los prolegómenos de la Primera Guerra Mundial y, a medida que avanza se sienten las balas acorralando y tomándose las ciudades, matando amigos y anunciando la decadencia de una manera de ver el mundo. Mientras tanto, el idealismo guerrerista de ese momento histórico se tropieza con la realidad: hay que leer esas páginas que narran cómo los hombres, ingenuos y soberbios, añoran la guerra y sostienen que sólo la sangre del enemigo podía bañarlos de honor.

La novela está firmada por un tal Kurban Said, pero es un pseudónimo y su verdadero autor es desconocido. Hay varias teorías en disputa. Unos hablan de un político y escritor azerbaiyano y otros de un enigmático personaje de origen azarí; hay quienes dicen que lo escribió una baronesa austríaca. Nadie ha podido concluir nada definitivo. Eso me gusta, porque pareciera decir que esta historia no fue escrita por un solo ser humano, sino por un pueblo, una historia, y el corazón universal que palpita de amor en cualquier tiempo y lugar.

*Mauricio Arroyave, periodista, lector caprichoso y frustrado librero, @mauroarroyave. Canal de Youtube El Ojo Nuclear.

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