Aprender a perder

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Cuando se es niño, algunos padres se preocupan para que sus hijos aprendan a perder, por ejemplo, en el juego.

Perder pone a prueba el orgullo del ser humano; nadie quiere perder y, en la adultez, esta lección pone a prueba la madurez con que se asume la derrota. Se pierde en diferentes campos de la vida porque, necesariamente, el camino trae momentos en los que se está arriba y otros en los que se está abajo.

No aprender esta lección mientras se crece no es lo mejor, porque el día que se pierde la pataleta no tarda y, a la larga, llegarán las frustraciones, las quejas y las culpas. Es indispensable saber perder como ganar, pero lo primero es primordial con el propósito de jugar, concursar, participar y ganar. No conozco un ganador de por vida pero, si no se ha aprendido a perder, el orgullo será lo que maneje los designios de la derrota.

Varias señales dicen que en el camino no se aprendió la lección de perder:
· Cuando se abandona el juego
· Cuando el enfado brota inmediatamente después de la derrota
· Cuando la trampa es una estrategia
· Cuando se termina el juego y se alegan reglas diferentes
· Cuando el dolor es incontrolable
· Cuando las acusaciones y las mentiras son considerados recursos válidos

Esta última señal es las que estamos viendo como espectáculo en las elecciones de Estados Unidos. Tras un largo conteo de votos camino a la Casa Blanca, en la disputa entre los dos candidatos, el demócrata Joe Biden y el republicano Donald Trump, nos dejan enseñanzas. El candidato Biden demostró paciencia, pidiendo que se cuente voto a voto; por el contrario, Trump se mostró impaciente, descontrolado y afectado ante la inminente derrota.

El diario El País tituló “Tres grandes cadenas de televisión estadounidenses cortan la comparecencia de Trump”. ABC, CBS y NBC interrumpieron la transmisión en la que el presidente denunciaba fraude y atacaba al sistema electoral de EE.UU. sin pruebas. The New York Times tituló que el mandatario mentía; por su parte, Univisión y Televisa también cortaron sus transmisiones por el mismo hecho. Con esto ya sabemos que el presidente de Estados Unidos debe aprender a enfrentar la derrota, porque se resiste a la verdad. Ésta será la prueba de su madurez en este periodo; la diplomacia como ingrediente indispensable en su discurso ha brillado por su ausencia ante el manejo de sus conductas y emociones. Esto lo llevó a trinar seguidamente por redes sociales, como si éste fuera su juguete favorito, hasta que la plataforma Twitter le objetó. No es la primera vez que el contenido de su cuenta es ocultado; la red social Facebook también ha determinado restricciones al contenido publicado por el mandatario.

El mundo esperó la elección del presidente más influyente y nos encontramos con un mandatario que se comporta de forma emocional, descalificando y no aceptando que ha perdido esta batalla. Es probable que muchos ciudadanos americanos hayan decidido su voto según estos comportamientos que se ven de forma recurrente, como ocurrió en uno de los debates presidenciales. También sorprenden conductas como la que protagonizó el día que escapó irresponsablemente del hospital Walter Reed en medio del tratamiento por síntomas de COVID-19, poniendo en riesgo a su cuerpo de seguridad y generando el disgusto de los médicos que le atendían.

Que bien le caería controlarse en sus actuaciones públicas. Pero esto, lamentablemente, se aprende un poco más temprano. No tengo certeza que a los 74 años exista remedio.

*Sandra Castillo, abogada, @sandra_doly

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