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Son los “jefes”, los dueños de los ‘verdes’ -y ahora los azules – , quienes siguen gobernando en tiempos de pandemia.
Durante la primera Guerra del Golfo en 1991, llegaron a Colombia cajas de dinares iraquíes falsos “de los suizos” repartidos por Estados Unidos a políticos amigos que se debían encargar de ponerlos a circular. Este “regalo” hizo parte de la estrategia de guerra económica contra el régimen de Hussein. Iraq imprimía sus billetes en el extranjero, como muchos otros países, y fue fácil encontrar el canal diplomático para ‘todas las formas de lucha’. El negocio de los políticos era venderle a los narcos por una ‘fracción’ este papel moneda emitido sin respaldo real – lo que lo hace falso – y aligerarles unos bultos de pesos colombianos reduciendo su volumen de almacenamiento, con la promesa de que a futuro ese papel moneda se valorizaría, una estrategia que, durante años, ha buscado incautos en todo el globo.
Ahora el turno es para los billetes de trillón de dólares zimbabuenses, los “azules”. Bajo el des-gobierno del fallecido dictador Mugabe, se llegó a imprimir este monumento al descaro de la ‘economía creativa’ que muchos líderes locales y regionales siguen patrocinando – el papel moneda impreso sin respaldo real –.
Lo que inició como una burla a sus connacionales se convirtió en poco tiempo en un objeto de colección, siendo hoy subastado en ebay de Estados Unidos hasta en US$140. Ssu precio más bajo es US$10, variando por la ‘certificación’ y el ‘uso’ del mismo. En el mercado local colombiano lo encontramos en MercadoLibre hasta en $670.000, con el menor valor de $15.000.
El más interesante de los ‘negociantes’ locales es alguien que se denomina “CoopSoacha” y ya está vendiendo el remedio mágico para el Covid-19, como parte de sus múltiples negocios ‘filantrópicos’ – iglesias, bitcoins, dinares, dólares de Zimbabue, finca raíz, equinoterapia y demás – . Su eje pivotante es encontrar el reino de esta tierra: riqueza monetaria. De hecho, en esta pandemia andan por Bogotá unos ‘negociantes’ tratando de vender dos cajitas de los azules pero no han podido ponerse de acuerdo en el precio con los compradores ni en la forma de pago: que si tres mil o cuatro mil millones de desvalorizados pesos por cada caja, que si en bultos o en transferencia bancaria.
El gancho principal de dicha negociación tiene tres aristas: a) la posibilidad de vender a un precio desmesurado un papel moneda fuera de circulación con el único fin de coleccionarlo; b) la teoría del “reseteo monetario” porque el Banco de Zimbabue va a convertir el valor facial del billete a dólares americanos – aun cuando suene más que absurdo, aún hay personas que compran la esperanza de hacerse ‘trillonario’ de la noche a la mañana – ; c) la facilidad de cargar una caja de azules en el carro y no los muchos bultos que hacen tres o cuatro mil millones de pesos colombianos.
Desde la época de la “ventanilla siniestra” del Banco de la República, no se había visto tal volumen de lavado de dinero como en este gobierno de los “Bonos Carrasquilla” y no se debe simplemente a una incapacidad por sacar adelante cualquier política económica, a la necesidad de legalizar dineros de los ex y hoy combatientes con un buen margen de ganancia y al afán por aumentar la riqueza en el mismo tono que nos propone el hábil negociante de “CoopSoacha”.
Lo que vemos hoy en día es la clara separación de lo político de lo social y su única alianza con lo económico.
Colombia ya no solo perdió la lucha contra las drogas. Legalizamos el negocio de la marihuana a los canadienses, mientras perseguimos a los indígenas del Cauca por hacer pomadas. También se perdió, por no iniciarse, la lucha contra la corrupción. El Gobierno solo ha tramitado tres inútiles iniciativas. No solo nos arrodillamos en política exterior – Duque le dice sí a quien se lo pida -, en lo económico, el modelo monetarista acabó con el país. Del dólar a $1.800 de 2013 pasamos a $3.800 en 2020, con lo que la economía en siete años se devaluó más de un 50%. Son los “jefes”, los dueños de los ‘verdes’ -y ahora los azules – , quienes siguen gobernando en tiempos de pandemia.
* David Camargo, docente asociado Universidad Antonio Nariño, científico analista de datos, asesor en políticas públicas con doctorado en el área de reconstrucción centrado en consecuencias de la guerra sobre la propiedad de la tierra.