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Este hecho provocó “buenos muertos” por una “persona de bien”, dijo un abogado. ¿Existen buenos muertos? Y, ¿qué son personas de bien?
El caso del médico que mató a tres ladrones puso sobre la mesa tres temas de controversia: la seguridad, el porte de armas y la legítima defensa.
La polémica se atribuye a que éste se convierte en un caso poco común por el accionar de la víctima. Gran porcentaje de ciudadanos y residentes en Bogotá han sido víctimas de hurtos y, según la última encuesta realizada por el (DANE), el 84% de los bogotanos se siente inseguro en la capital. Sabemos de los crímenes, pero no es usual escuchar que un ciudadano se defienda y mate en legítima defensa a su agresor.
En la entrevista realizada por Semana, el abogado Abelardo de la Espriella manifestó que este hecho provocó “buenos muertos” por una “persona de bien”. Esta es una afirmación moralmente interesante. ¿Existen buenos muertos? Y, ¿qué son personas de bien? Cuando el abogado explicó su posición, dijo que un “buen muerto” es aquel al que se le da muerte para proteger a poblaciones enteras. Hizo una comparación con figuras como Hitler, Saddam Hussein y hasta Pablo Escobar. En cuanto a las personas de bien, no ofreció gran explicación. Pero éste es un término bastante recurrente en discursos de derecha. En este caso, se puede inferir que una persona de bien, es un profesional “médico”, tranquilo, sin registro delincuencial y miembro de una familia nuclear.
Uno de los grandes interrogantes es: ¿por qué el médico llevaba consigo un arma? Las autoridades aseveraron que esta víctima presentó un salvoconducto de porte de armas, con lo cual se asume que se trata de un arma legal. Pero, aun así, ¿es tan peligrosa Bogotá?
El porte de armas no ha sido un tema de discusión tan significativo en Colombia como lo es en Estados Unidos. Masacres, rencillas personales y suicidios provocados por el porte legal de armas son argumentos de quienes están en contra. Muchos también están a favor, recuerdan la pésima seguridad y alegan que, por casos como éste, resulta una buena opción obtener un salvoconducto y portar un arma para cualquier intento de ataque.
Si este caso sucediera con otro tipo de profesional como un abogado o un contador, no llamaría tanto la atención. La imagen de un médico, quien hizo un juramento hipocrático – ético – de salvar vidas riñe con su accionar. Se podrá decir “es un momento en el que ‘ son ellos – los delincuentes – o soy yo – la persona que salva vidas – ‘ ”. Es casi matemático: mejor deshacerse de tres que agreden a perder uno que salva. Pero ahí está el dilema; aunque haya sido en legitima defensa, se perdieron vidas. ¿Quién merece más la muerte en este caso?
Es necesario hacer un llamado a la fuerza pública que se supone vela por nuestra seguridad. Es inaudito que 84% de los bogotanos se sientan inseguros en su ciudad. Recurrir a estas medidas extremas abre una discusión sobre si estamos siendo protegidos como se debe. Muchos de los policías que salen en grandes grupos en las marchas y golpean a mujeres en la cara, ya sea con cascos o patadas, o disparan contra menores de edad, ¿dónde están a la hora de combatir el crimen? Éste es un llamado a las autoridades para que la protección a la integridad del ciudadano sea primordial.
*Alejandra Sánchez, estudiante de comunicación social y periodismo.