Cada día pasamos más vergüenzas internacionales

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Sacado de La Tercera

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La Fiscalía acaba de poner la cereza en el pastel, sostiene el analista Héctor Galeano.

Desde la llegada de Iván Duque a la Casa de Nariño, el país solo aparece en la prensa internacional como consecuencia de hechos vergonzosos protagonizados por el Gobierno. Sin duda, el discurso del entonces presidente del Congreso, fue solo la “entrada”, de un diverso “menú”, cargado de mentiras y eufemismos sobre el que se ha erigido el accionar del actual residente de la Casa de Nariño.

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En toda esa trama kafkiana, protagonizada por las altas esferas del Gobierno, órganos de control, legisladores de la corrupta mayoría, cúpula militar y un pseudoperiodismo que bajó a las más sórdidas profundidades del proxenetismo informativo, se evidencia un hilo conductor: el más pueril parroquialismo.

Un absurdo provincialismo los lleva a enmarcar al país actual, en los oscuros inicios del siglo pasado, en que los derechos civiles no eran prioridad para esa radical hegemonía conservadora. El país de odio que un hombre como Laureano Gómez propició desde su interrumpido mandato.

No obstante, en ese contexto, la afirmación “miente, miente, que de la mentira algo queda” pronunciada por un digno admirador del fascismo, se podía llevar a cabo sin inmutarse ni cuestionarse, ya que no existían el Internet, ONGs y toda esa red de información que hoy cubre cada rincón del planeta.

Producto de ese parroquialismo, Iván Duque no escatimó esfuerzos al enviar a su Canciller a controvertir a The New York Times, luego de las publicaciones del periodista Nicholas Casey, que demostraban que nuevamente se había promulgado una vergonzosa directriz para “pagar” los muertos en combate.

Igualmente, la mediocridad fue lo que impulsó a Duque Márquez a presentar las pruebas del ELN en Venezuela, mediante unas fotos del grupo guerrillero en suelo colombiano, dejando por el suelo el nombre del país ante el más sagrado espacio de diálogo internacional.

Por supuesto, seguimos siendo protagonistas por el asesinato sistemático de líderes y lideresas sociales y ambientales, lo que nos coloca sobradamente como el Estado en el cual más mueren hombres, mujeres y población LGBTI, por defender unos derechos fundamentales.

Más recientemente, volvimos a los titulares internacionales, debido a una verdad irrefutable dada a conocer por la JEP, luego de una seria y exhaustiva investigación, mediante la cual se logró determinar que el número de personas civiles inocentes asesinadas en el marco de la política de seguridad democrática ascendió a 6.402.

Sin embargo, la verdadera “cereza en el pastel” la acaba de colocar la Fiscalía, al solicitar la preclusión del proceso en contra de Uribe Vélez, no obstante las consistentes pruebas que construyó la Corte Suprema de Justicia por más de un año, lo que condujo al órgano judicial a dictar la medida de aseguramiento contra el expresidente.

La decisión del fiscal, amigo personal del presidente quien a su vez es manejado por los hilos de su titiritero, posiciona hoy a Colombia como uno de los Estados más corruptos, en el cual el ejecutivo concentra un poder descomunal que le otorga una verdadera “patente de corso” para destruir la independencia de los poderes, socavar la democracia y aniquilar el Estado de Derecho.

Por fortuna, no estamos en los tiempos del obcecado macartismo en los que todo libre pensador, movimiento alternativo y cualquier cercanía al bloque socialista era satanizado y perseguido, sin recibir el rechazo internacional.

Hoy, el mundo conoce de primera mano los horrores que dejó el conflicto y, con ello, la importancia y necesidad de implementar el Acuerdo de Paz. Asimismo, esa platea internacional sigue con preocupación la desinstitucionalización generada por el Gobierno, que no propugna por garantizar la transparencia del proceso judicial más importante de la historia reciente del país. No le da vergüenza. Por el contrario, ha dedicado todos sus esfuerzos para labrar el camino a la impunidad.

A diferencia del pasado, hoy contamos con organismos internacionales, gobiernos democráticos y la Corte Penal Internacional, a los cuales seguiremos acudiendo con la esperanza de entregarle un país distinto a las nuevas generaciones y, por fin, dar por terminado este oscuro y siniestro capítulo de la historia.

*Héctor Galeano David, analista internacional.

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1 COMENTARIO

  1. Ningún país del mundo tiene estos políticos gobernantes que tiene Colombia, vendidos, corruptos, aprovechados, mentirosos, nunca habíamos visto tanta miseria y esclavitud en el pueblo, claro un pueblo en un gran porcentaje ignorante, servil, egoísta, inhumano y ciego, que tristeza, que miedo para las generaciones jóvenes que quieren un mejor país, pues está muy lejos, cada día, sobre todo desde este gobierno, vemos más lejos un mejor país, seguimos sin educación, sin vivienda, sin un salario digno, sin salud, pero aparentamos ser los más felices del mundo para ocultar la realidad. No podemos seguir así, si queremos un mejor futuro para nuestros niños…

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