Chavismo y uribismo, élites indolentes de la desgracia ajena

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Ambas élites, la chavista y la uribista, han mirado con mezquindad y desprecio a quienes viven en la miseria.

Inquieta que personas, especialmente en condición de poder, puedan pensar como María Andrea Nieto. Esto me hace creer que la desinformación y la falta de pensamiento crítico es más regular de lo que yo, y quizás muchos, teníamos pensado. Su columna del domingo, Vienen por Colombia, deja a cualquier conocedor de la política colombiana y latinoamericana, por más mediocre que se pueda ser, perplejo. 

Es confusa la forma en que Nieto se refiere a la “izquierda”. Este tema es complejo, visto que la izquierda colombiana desde hace décadas, como es natural en cualquier corriente ideológica, ha sido muy diversa. Alegar que la “izquierda” colombiana – así de impreciso, sin detalles ni específicos – respalda y auxilia a los gobiernos antidemocráticos de Venezuela y Cuba es, a todas luces, una gran mentira. Generalizar, como siempre me decían mis profesores, es sinónimo de desconocimiento.  

Aducir que la “izquierda” colombiana sigue y apoya la misma corriente ideológica y práctica de Hugo Chávez, Fidel Castro y Nicolás Maduro es, indiscutiblemente, desacertado. Este tipo de comentarios que estigmatizan a las personas de corrientes ideológicas progresistas y las mezcla, de la forma más vil e injusta, con regímenes antidemocráticos en Latinoamérica, termina casi siempre en la persecución y en el asesinato de líderes sociales y de defensores de derechos humanos. En muchas regiones del territorio nacional, este tipo de comentarios sueltos e irresponsables le ponen una bala en la cabeza a quienes piensan diferente. ¡Seamos más prudentes con lo que decimos! 

Lo que más me asombra de Nieto en su columna es lo severa que es con Nicolás Maduro, Hugo Chávez, Fidel Castro y la “izquierda” latinoamericana, pero lo flexible que es cuando se trata de juzgar al Centro Democrático y al uribismo. Con argumentos certeros, los cuales comparto, arremetió en su columna contra Nicolás Maduro y contra la crisis humanitaria que ha causado su administración en ese vecino país, especialmente con respecto a la migración venezolana. Sin embargo, durante el periodo del expresidente Uribe, se registraron 3.3 millones de víctimas, incluyendo 2.4 millones de víctimas de desplazamiento forzado. Entonces, uno tiene que ser coherente y riguroso. Uno no puede argumentar que es una tragedia cuando se trata del chavismo en Venezuela, pero no cuando se trata del expresidente Uribe en Colombia.  

A Nieto, y con toda razón, le molesta que la élite “socialista” en Venezuela sea la única que se llene los bolsillos a costa de la tragedia de los demás. Sin embargo, ¿no es eso acaso lo mismo que ha sucedido en Colombia? La desgracia del desplazamiento forzado y del conflicto benefició a los grandes poderes económicos del país, especialmente en el campo (mirar informe del Centro Nacional de Memoria Histórica). La élite del país innegablemente se benefició del fenómeno del desplazamiento en Colombia – no por nada tenemos unos índices terribles de concentración de la tierra –. Por lo tanto, no me parece coherente que, por un lado, Nieto sea tan crítica y dura con el gobierno de Venezuela y, al mismo tiempo, sea tan laxa con lo que ha pasado y sigue pasando en Colombia. Ambas élites, incuestionablemente, se han beneficiado a costa de las desgracias de sus ciudadanos. 

Asimismo, no nos digamos mentiras, ambas élites, la chavista y la uribista, han mirado con mezquindad y desprecio a quienes viven en la miseria. En el gobierno de la “economía naranja”, según cifras oficiales que incluso publicó la misma Revista Semana, más del 30% del país come menos de dos comidas al día. En ciudades como Cartagena, solamente el 35% de las familias puede comer más de dos comidas al día. Es increíble que, en esa “joya de la corona”, más de diez millones de colombianos tengan un consumo insuficiente de alimentos y que casi tres millones sufran de hambre crónica. 

Lo que me pareció insostenible fue llamarle “vendedores de humo” a la “izquierda” colombiana, como si el uribismo en Colombia cumpliese todo lo que promete. “El que la hace la paga”, “menos impuestos, más salario mínimo”, o “la economía naranja” han sido humo y nada más que humo. Para no extendernos, en Colombia, según cifras publicadas por la misma Revista Semana, el 63,8% de los colombianos no gana más de un salario mínimo. No olvidemos que, en el gobierno de “mano dura contra la delincuencia”, ocurrieron 91 masacres en 2020 y ya van doce en 2021. En el 2020, 310 líderes sociales y defensores de derechos humanos fueron asesinados y ya van 24 en lo que va corrido del 2021. Sin contar que desde el 2020, han asesinado a 74 firmantes del Acuerdo de Paz. ¿El que la hace la paga? ¿Más salario mínimo y menos impuestos? Sí, claro.

Para hablar de dictaduras y de la democracia colombiana, me gustaría decirles que, en “democracia”, hubo más victimas de desaparición forzada en Colombia que en todas las dictaduras del Cono Sur juntas. Entre 2002 y 2008, cuando Uribe era presidente de Colombia, según el informe de la Jurisdicción Especial para la Paz – JEP -, las Fuerzas Militares asesinaron más de seis mil civiles. Sin contar, por supuesto, otros sucesos terribles de corrupción, narcotráfico y paramilitarismo que ocurrieron en Colombia durante este periodo, pero que, curiosamente y de la forma más samperiana, Uribe nunca se dio cuenta.

Lo terrible de la situación – que sucede frecuentemente en Venezuela también – es la desidia, arrogancia y mezquindad con la que el uribismo y, por supuesto, el ejército han respondido ante el reporte de las ejecuciones extrajudiciales que ocurrieron en la administración del expresidente Uribe. Aunque las cifras estén “infladas”, diez víctimas de ejecuciones extrajudiciales hubiesen sido demasiadas. ¿Cómo se puede ser tan ruin con la vida? Al ejército tampoco le parece importar. El general Eduardo Zapateiro salió a decir que no se dejaran “vencer por víboras venenosas”. Sí, como en Venezuela, tenemos a una élite que le interesa muy poco la vida, especialmente la vida de los más vulnerables. Cualquier persona con un mínimo de humanidad, además de un mínimo respeto a los familiares de las víctimas, hubiese pedido disculpas públicas o, por lo menos, se hubiese quedado callado.  

Yo veo muy mínimas diferencias entre la élite “socialista” venezolana y la élite uribista colombiana. Repito: el uribismo no debería ser tan duro con Hugo Chávez o con Fidel Castro, visto que los uribistas, como todos los “castrochavistas”, también son los únicos ricos – con muy mínimas excepciones – en un país lleno de pobres.

*Carlos Zapata, politólogo e investigador en políticas de pobreza y violencia para Latinoamérica y el Caribe.

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