Ciudadanos de bien

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Estos ciudadanos de bien se enteran ahora que 6.402 personas que no eran guerrilleros fueron asesinadas en esa época. Se lo recuerdan casi hasta cuando abre la nevera y se lo dicen jóvenes, con una falta de respeto, que antes no se veía. A otros también nos han querido poner adjetivos. Cuídense de eso.

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Una persona de derecha en nuestro país es ante todo quien ha podido andar derecha y derecho; hemos crecido con ellos, prefieren pagar sus cuentas antes de la fecha marcada, código de vestido clásico, amables hasta el sacrificio y ésta es su mayor fuente de orgullo: fueron criados en valores, resaltando la preposición en a la preposición con. Esto quiere decir, para ella o para él, que su educación en el ámbito familiar fue clara en lo religioso y lo normativo.

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Ése es el mismo ciudadano que, harto de la guerrilla y asustado porque el narcotráfico no acabó con la muerte de Pablo Escobar, votó por Álvaro Uribe Vélez, un antioqueño de rostro angelical y lenguaje autoritario que pasó de senador liberal a gobernador de derecha y luego a presidente nacionalista. Nunca sabremos qué habría hecho él en realidad sin la fortuna económica que le concedió el petróleo en el año 2003 y que duraría hasta 2014; lo que sabemos es que por este golpe de suerte los ciudadanos de bien empezaron, además de lograr pagar sus facturas a tiempo, a adquirir créditos, conservar su empleo o sus empleados, adquirir una casa o un vehículo y, claro, estrenarlo en las carreteras de Colombia, donde soldados de veinte años le daban ‘like’ con una mano y con la otra sostenían un fusil.

Sí lo supieron, pero nunca muy bien, porque había que producir. En la noche, veían el noticiero y la telenovela y, el fin de semana, el partido de fútbol y luego nuevamente a trabajar, trabajar y trabajar. Su presidente había fomentado unos grupos comunitarios que luego se salieron de madre y se volvieron narcotraficantes. Ahí sí él tuvo que intervenir, porque ya eso estaba muy mal. Pero había mucho que agradecerle: había acabado con la guerrilla y todo parecía tan en orden. Sí había protestas, pero a eso siempre van guerrilleros o los indígenas, que si ya les dieron sus tierras para qué se meten. Estos ciudadanos de bien se enteran ahora que 6.402 personas que no eran guerrilleros fueron asesinadas en esa época. Se lo recuerdan casi hasta cuando abre la nevera y se lo dicen jóvenes, con una falta de respeto, que antes no se veía.

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Estas personas representan esa Colombia sobre la que poco se informa, a la que poco le gusta la discusión, que se esfuerza por actuar bien y se preocupa por sus cercanos. Tienden a pensar que todo está bien y conceptos más complejos le parecen ‘criticadera’ y revolución. Dejo aquí un humilde consejo de alguien que tiene una profunda empatía por su ignorancia creada, porque dicho en sus palabras, el que no sabe es como el que no ve y la ignorancia es atrevida, alguien que sabe del engaño macabro que le hicieron, pero no tenía primero edad ni hoy paciencia para explicarlo: desmárquense, como en el fútbol y rechacen a los desgraciados, como en las telenovelas, porque los quieran agrupar con personas que se disfrazan de ustedes, pero que son otro tipo de ciudadanos, esos que no compran con factura, que consiguen armas, ustedes no portarían armas porque lo repiten, las armas son de uso privativo del Estado. Ni siquiera van a San Andresito porque eso puede ser contrabando; prefieren traer algo de sus viajes a Estados Unidos, donde las carreteras son otra cosa, no como aquí, donde tenemos ese problema de la corrupción, pero como eso así ha sido siempre. De la gente verdaderamente derecha en Colombia, se pueden decir muchas cosas, pero ustedes no son paramilitares. Siempre que puedan sacúdanse de eso; no les permitan que los agrupen con lo ilegal, así los vean disfrazados del blanco de sus camionetas. No se dejen quitar el ser gente de bien, engañada por muchos años, que ha podido alimentarse, pagar servicios públicos y darse pequeños lujos de vez en cuando, que no se roba nada, que en su vida profesional u oficio es reconocida por no proponer ningún “torcido”.

A otros también nos han querido poner adjetivos. Cuídense de eso.

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*Carolina Castro, promotora de lectura, estudiante de literatura y conocedora de la Colombia rural. @castro83carla

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1 COMENTARIO

  1. Te felicito por ese ejercicio de interpretación correcta de “Gente de bien”. Una enfermedad incipiente que termina en un cancer social, cuando no se le vacuna. Y la vacuna es una sola: lectura. Pero esa vacuna es incompatible con su preparación intelectual.

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