La COP25: el martillo de Thor

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Fotografía: Ministra de Medio Ambiente de Chile Carolina Schmidt, en la COP 25 de Madrid, tomada del portal https://unfccc.int/cop25

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Este martillo de Thor ya tiene el dudoso honor de haber decretado el comienzo y el fin de veinticinco fracasos en línea, desde que se hizo la primera de estas conferencias de cambio climático en Berlín, en 1995.

Fotografía: Ministra de Medio Ambiente de Chile Carolina Schmidt, en la COP 25 de Madrid, tomada del portal https://unfccc.int/cop25

Lo que tienes en tus manos, apreciada presidenta de la COP 25, sirve (o más bien, habría servido) en manos más expertas, para dar una señal de conducción, de competencia y de acción en la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático. Pero, en las tuyas, ¡ay! de mucho no sirvió. El episodio en que le dices a la plenaria que se vayan para el aeropuerto, pues es mejor que ‘alcancemos’ a tiempo sus vuelos (te incluiste), y después (mañana, pasado mañana, cuando puedan) envíen sus declaraciones, ese episodio, que los lectores pueden ver aquí resultó siendo la gota que colmó la copa de la vergüenza de la Cumbre de Madrid.

Que hayan sido los delegados, cansados ya después de doce días de reuniones extenuantes, quienes te hayan dicho que no, que ellos preferían qudarse ahí hasta que la declaración estuviera lista, te hizo titubear de vergüenza, y dejaste el micrófono abierto para que esta quedara explícita en la sala: ¡oh…ah! (se te oyó murmurar) Parece que la única que querías irte ya para su casa eras tú… ¡Qué reunión tan inútil habías presidido!

Ahora bien, esa incompetencia tuya bien la puedes compartir con los delegados de algunos países, especialmente con los de Brasil, Estados Unidos, Australia, China e India. Hicieron todo lo posible por boicotear el tema de los mercados del carbono y lo lograron. Podrán seguir haciendo trampas en la contabilidad doble de sus derechos de emisiones hasta 2020, cuando alguien como tú, en Glasgow, vuelva a darle largas a decisiones de fondo y así el tema se quede ahí, como ha estado en los últimos treinta años: sin resolver.  

Eso que tienes (o tenías) en tus manos, apreciada presidenta Carolina Smichdt, se llama ‘martillo de Thor’ que, como sabes, es uno de los dioses vikingos. Y la tradición de usarlo como instrumento de mando y control en las asambleas de las Naciones Unidas se remonta al año de 930 en Islandia. Allí se celebró, recién idos los vikingos de aquellas tierras, una reunión que llamaron Althig, y que se considera el primer intento organizado para dialogar entre países sin tener que matarse. Cuando todo esto se organizó, en la mitad del siglo XX, las Naciones Unidas decidieron usar dos martillos, unaogrande y tallado para las asambleas generales y otro mediano o pequeño para las conferencias de partes de los tratados o acuerdos. El grande siguió rememorando al dios Thor, soberano del trueno en la mitología nórdica, y el mediano (como el que tienes en tus manos) para las COP de cambio climático.

Este último ya tiene el dudoso honor de haber decretado el comienzo y el fin de veinticinco fracasos en línea, desde que se hizo la primera de estas conferencias en Berlín, en 1995.

Confesaré que cuando vi tu cara de asombro ante el martillo: ¿esto para qué sirve? Tuve la ilusión de que lo ibas a estrellar contra la mesa en un gesto heroico de protesta por la ineficacia de los veinticinco fracasos. Habrías pasado a la historia como Nikita Jrushov, cuando golpeó con su zapato la mesa de la ONU en 1960. Por un momento alcancé a pensar que ahora sí, habría un momento de gloria en estas cumbres. Que quizá devolvería la esperanza a las nuevas generaciones. Esta mujer va a romper el martillo de Thor, me dije, pero no, lo que hiciste fue mirar tu reloj para caer en cuenta que te podía dejar el avión.

Manuel Guzmán Hennessey, @GuzmanHennessey, consultor en temas de sostenibilidad, profesor de la Universidad del Rosario, Director General de Klimaforum Latinoamérica Network KLN

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