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De aquella carta extraviada y de su sentir siento que hoy aún conserva su esencia, la cual está arraigada en las realidades que viví en aquel entonces.
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Nuestra crónica comienza en un día bastante particular del año 2018. Siendo específicos el 3 del mes de noviembre. Estaba allí junto a un grupo de jóvenes simpatizantes de aquella figura que reunía a cientos de personas en el parque principal del municipio de Ovejas-Sucre, en mis manos con algo de delicadeza tenía una carta que a mí concepto de un joven de 16 años reunía el sentir de los jóvenes de su pueblo que por primera vez habían vivido un momento histórico, como lo fue aquella campaña presidencial del 2018.
Recuerdo el clima fresco con ganas de llover obligándome a meterme debajo del árbol al lado de la iglesia donde tiempo después hablaría Gustavo Petro, poco a poco veía como la gente se comenzaba a aglutinar, mientras se escuchaba de fondo al animador de la comitiva de la avanzada que había llegado temprano diciendo aquella frase que hasta donde se para los espectadores en Colombia se les ha perdonado a dos personas el propio Petro y Diomedes Díaz, ya que ellos saben que no es así:
“Ya viene Petro, Ya viene Petro”
“Ya llega ya está aquí el senador y futuro presidente de Colombia Gustavo Petro”
Y así en un encuentro programado para las 2 pm se volvió uno que se realizaría a las 4 pm, a lo que mis amigos y yo nos acomodábamos en la parte donde estaría Gustavo Petro dando su discurso, esto con el fin de poder entregarle la carta a el directamente.
Veo por un momento que el animador se emociona y al mismo tiempo un grupo de camionetas se estacionan, a lo lejos hay un hombre vestido con una guayabera manga corta con los dos botones del pecho desabrochado dejando ver su cuello, el cual recibía abrazos y muestras de cariño de los presentes a lo que lo veía sonreír, permitiendo gracias a qué estaba frente a él, poder saludarlo a pesar de su gran esquema de seguridad.
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Al brindarle mi saludo junto a aquella carta, medite sobre los meses transcurridos de aquella campaña donde recorrí junto al comité de la entonces Ovejas Humana, aquellos corregimientos de una tierra que comenzaba a conocer, recordando las risas mezcladas con la propia melancolía al ver aquellos paisajes y sus gentes, los cuales imponían su dignidad dentro de sus casas de techos de leña o palma, pero me tocó volver a dónde estaba, recibiendo por parte de la figura que autodenomina su ejercicio político como uno con en base al amor un sentido “ gracias joven” con una sonrisa propia de una figura del KPOP. Terminé haciéndome a un costado escuchando el discurso de Petro, el cual era un agradecimiento al pueblo de Ovejas, pero también un recordatorio que su campaña a la casa de Nariño seguía viva y que lo volvería a intentar.
De aquella carta extraviada y de su sentir siento que hoy aún conserva su esencia, la cual está arraigada en las realidades que viví en aquel entonces, sin embargo también me he vuelto crítico de lo que el extremismo mezclado con las emociones puede acarrear en una sociedad como la colombiana y eso ya lo vivimos desde aquel 2002 que salió elegido Uribe, ese sectarismo de los liderazgos departamentales, ese toma y dame de si no se está de acuerdo con todas las ideas que giran en torno a Petro en su discurso político, ya se es tibio o uribista, hace peligrar la idea de una sociedad democrática, como también el desconocimiento que he visto en algunos candidatos a cámara y senado con los que hable en la época de las elecciones legislativas, generando en mi temor el idealismo con el que manejan sus discursos.
Estos hechos narrados no los viví cuando escribí aquella carta llena de emociones en aquel 2018 y no me arrepiento de haberla hecho, porque creo que la propia figura de Gustavo Petro a pesar de algunos casos ser su propio enemigo por el manejo de su imagen en materia de medios de comunicación, esto dicho por la gran periodista María Jimena Duzán, es lo que necesita actualmente Colombia ya sea el mismo Gustavo Petro o hasta el propio Sergio Fajardo.
Aquella carta con la sencillez de un joven le expresaba a Gustavo Petro quién era yo, contándole un poco de mi pequeña historia dentro de su campaña pero también de dónde venía, junto a otras palabras sobre la opinión que tenía del país en aquel entonces siendo necesario que los jóvenes tuviéramos un rol importante, también expresándole admiración y el deseo de que el encabezará las grandes reformas que necesitaba Colombia para que un municipio como Ovejas-Sucre, hoy sumido en un 92 % de trabajo informal tuviera la oportunidad de un cambio digno, representando el aquella dignidad mal lograda históricamente como es el estado en su sentir dentro del ejecutivo, aquel sentir narrado en aquellas letras perdidas en la memoria de los que vivimos y estuvimos aquel día.
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*Julián Enrique Beltrán Méndez, gestor cultural, Ovejas, Sucre