Cúcuta, el cuarto de San Alejo de Duque

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Presidente, no aguantamos más, nos cansamos de ser su cuarto trasero.

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Luego de la cuestionable gestión diplomática del presidente Duque, de no atender el llamado del Gobernador de Norte de Santander, del Alcalde de Cúcuta, de los gremios, de la clase dirigente, de universidades y de sociedad civil para abrir la frontera e iniciar un periodo de transición hacia la normalización de las relaciones comerciales con Venezuela, cabe hacerse el cuestionamiento sobre qué es lo que le importa al Gobierno Nacional para esta parte del país. 

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Una ciudad capital con una población superior a los 700.000 habitantes, con uno de los índices de desempleo más altos del país (24%), una tasa de informalidad cercana al 80% y una receptividad de población migrante nunca antes vista en nuestro país son algunos ejemplos de lo que el Presidente parece ignorar o quiere desconocer.

Pero la discusión va más allá y plantea una reflexión mucho más importante. ¿Qué significa Cúcuta para el Gobierno Nacional? Nuestra región parece aquella camiseta que se usa por aparentar pero que acaba en el cuarto trasero, olvidada y sin dolientes, cada día más descolorida y abandonada. Eso sí, se saca de nuevo para la foto respectiva en el contexto geopolítico internacional.

El hecho de que Cúcuta esté atravesando una crisis económica y social de dimensiones catastróficas, incrementada durante la pandemia, deja en evidencia lo que significamos para Duque y la lectura que hace de la realidad fronteriza desde Bogotá, muy distinta a la que se vive en este territorio. Creer o pensar que Norte de Santander tiene las mismas necesidades o que Nariño o La Guajira es, ante todo, una visión absolutamente simplista o ingenua.

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Nuestra realidad es ante todo compleja, la inversión pública es mínima y la región no desea más migajas y sobras. ¿Por qué no se permite que las ayudas internacionales se manejen directamente en la región? ¿Dónde están los millones de dólares de donaciones que tanto se publicitan en el interior del país? ¿Cuál es el plan de reactivación económica fronteriza? Lastimosamente, la respuesta a estas tres interrogantes es la misma: NO SABE, NO RESPONDE.

Una ley de fronteras fuerte deberá entonces manifestarse – y pensarse, por supuesto – desde la misma frontera, con enfoque regional y prospectiva “globalizada”. No puede concebirse solución alguna desde un escritorio a kilómetros de distancia donde se viven los males que, en teoría, quieren resolverse, pero cuya solución en la práctica se dilata por la falta de interés hacia nuestro territorio, como si fuéramos las cuatro paredes de la casa donde van a parar los objetos innecesarios. 

Desconocer el papel de las regiones en la creación de políticas públicas refleja un absoluto desconocimiento de la diversidad cultural, política, económica y social que se presenta en lo largo y ancho de Colombia. Por lo tanto, lo justo es que se tomen las decisiones y propuestas de manera aterrizada, pensando en el bienestar de las comunidades y devolviéndole la esperanza a una zona del país que perece ante tantas malas noticias que le aquejan. 

Presidente, no aguantamos más, nos cansamos de ser su cuarto trasero: o empieza actuar o esta raza bravía motilona reaccionará en las urnas como nunca en la historia se ha visto. Soldado.

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*Jesús Alberto Sepúlveda Bermonth, concejal de Cúcuta, ingeniero especialista en gerencia pública y de proyectos.

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