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Discurso pronunciado por los jóvenes en la marcha Iluminemos la Paz del 18 de marzo.
“Al Congreso de la República le hablamos con el corazón, le hablamos como generación, le hablamos recordándole que en sus manos está la vida del futuro de este país, le hablamos pidiéndole que nos acompañe en esta lucha sin otra bandera que la de la Nación, sin otro partido que el de la reconciliación y sin arma distinta a la razón.”
De los Jóvenes a Colombia.
Marzo 18 de 2019
Hoy 18 de Marzo, lo jóvenes salimos a las calles y plazas de Colombia a decirle a cada uno de sus ciudadanos que no renunciamos a la paz. Hoy, como hace dos años, los jóvenes tomamos las banderas y le decimos al país que no nos rendiremos en el esfuerzo por ser la generación de la paz. Hoy, salimos reconociendo que la paz no es perfecta pero que es deber de todos trabajar para que así sea. Hoy, salimos para decirle al país que defenderemos esta paz como nuestra, como la paz de las víctimas; de los indígenas y negros, del estudiante, del que trabaja, del militar, del ex combatiente, de los hombres y mujeres que se merecen una mejor realidad. Hoy salimos a decirle a Colombia que no permitiremos que lo hasta ahora ganado nos sea arrebatado. Hoy, salimos para hacer el más grande compromiso con la paz, con la vida y con el futuro del país.
El Acuerdo de Paz entre las Farc y el Gobierno Nacional es el avance más grande que hemos tenido como sociedad en los últimos 25 años. Con su firma se abrió la oportunidad para que las historias cruentas y trágicas de nuestros abuelos y abuelas, padres y madres queden en el pasado. La posibilidad de un país sin violencia y más justo con los que ha marginado ya no es una utopía, es una realidad que debemos asumir cada uno de nosotros y nosotras en nuestro día a día. La paz debemos entenderla como ese compromiso ético y moral con el que perdió su vida en el conflicto, con quien hoy padece las consecuencias de una violencia que no era ni nunca fue suya. Debemos entender la paz como el más preciado valor que tenemos como colombianos.
Hace dos años, en esta misma plaza, vimos cómo una multitud diversa se unía en función de una sola apuesta, alcanzar la paz. En aquel momento dejamos al lado nuestras diferencias; no importaron los colores ni tendencias políticas, porque éramos conscientes de que la paz no daba lugar a estas distinciones y que el país nos requería más unidos que nunca. Hoy, el panorama no es diferente, Colombia nos sigue necesitando, ya no para que nazca la paz sino para que podamos construirla conjuntamente.
Es por eso que de nuevo inundamos las calles de Colombia. Nos preocupan los golpes reiterados que se la dan hoy a el regalo más sagrado que podemos dejar como generación. Las objeciones a la Ley Estatutaria de la Jurisdicción Especial de Paz no solo ponen en peligro una sistema de justicia, sino ponen en jaque todo lo que significa y rodea la paz. El riesgo que trae esto para las víctimas, para su verdad, para nuestra verdad, es incalculable. Estas objeciones no representan nada diferente a un inseguridad jurídica capaz de despertar temores que se traducen en un riesgo eminente para los territorios. Darle paso a estas hace que el sueño hoy alcanzado de reducir las víctimas mortales en un 97% se ponga en un estado muy vulnerable, que el 79% de reducción de desplazados sea interrumpido y que las camas vacías del hospital militar puedan estar nuevamente ocupadas.
Hoy no necesitamos retroceder y revivir las temores de una guerra que tantas víctimas causó; hoy necesitamos unirnos como país y fortalecer la paz que tanto esfuerzos nos costó. En lugar de estar mirando por el retrovisor tenemos que asumir un compromiso con esa Colombia que hoy no tiene educación, salud, vivienda, trabajo; tenemos que asumir un compromiso con ese campesino al que su tierra le fue despojada; asumir un compromiso con esa juventud que sueña alcanzar sus metas en medio de la tranquilidad.
Al Congreso de la República le hablamos con el corazón, le hablamos como generación, le hablamos recordándole que en sus manos está la vida del futuro de este país, le hablamos pidiéndole que nos acompañe en esta lucha sin otra bandera que la de la Nación, sin otro partido que el de la reconciliación y sin arma distinta a la razón. En su manos está regalarle a Colombia la posibilidad de consolidar la paz, de regalarle a las víctimas la verdad de lo sucedido y de generar una transición sin problemas. En su manos está el reto y la responsabilidad histórica de quedar como el Congreso que le dio la cara a la paz y la espalda a la guerra.
Como generación no podemos hacer otra cosas distinta que lo que hicimos hace dos años. Hoy, entendemos que la paz no es una discusión jurídica y que, antes de ser política, es social pero, sobre todo, humana. Es por ello que, desde nuestra cotidianidad asumimos la responsabilidad de ser agentes veedores y constructores de paz, de acercarnos en los que nos une y de poner todo desde nuestras habilidades para que esta Colombia este llena de esperanzas y alegrías.
Invitamos a los aquí presentes a que iluminemos el camino del Congreso, a que iluminemos a la JEP, a la paz, a las víctimas y a ese país que hoy tanto nos necesita.