Defender la paz es tema de todos: el llamado de un joven

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Mañana la obra que no se hará por el robo de recursos puede ser en tu barrio. El parque de tus hijos podría estar ocupado por bandas criminales. Si dejamos solos a los líderes un día, ellos nos van a dejar solos a nosotros y ahí nadie nos va a salvar. Por eso, hay que ir a marchar para defenderlos, para demostrarles que no los vamos a dejar morir. La cita es a las 5 pm en el Centro de Memoria Histórica, el 26 de julio, porque, si no damos el grito ahora, no tendremos voz cuando seamos nosotros los que suframos.

No hay que saber mucho de política o de historia colombiana para saber lo histórico (valga la redundancia) que fue la firma del Acuerdo de Paz de La Habana en el año 2016. Después de más de 8 millones de víctimas, tres acuerdos fallidos, y la presencia y acompañamiento de todo el mundo, atención que me atrevo a decir que Colombia no había recibido desde Pablo Escobar, logramos terminar un conflicto de medio siglo con uno de los acuerdos más justos según toda medición.

Sin embargo, para vivir en un país con una guerra que duró la mayor parte de la vida de mi papá y de mi abuela, en mi hogar nunca se sintió el conflicto. Claro, no pudimos subir a nuestra finca en Subachoque y claro, de vez en cuando, en mi casa se hablaba de secuestros o de noticias de cubrimiento nacional como la liberación de Ingrid Betancourt, pero nunca me tocó quedarme en casa o tener que ocultar mi identidad o evadir algún lugar de la ciudad porque estuviera controlado por un grupo armado. Lo contrario, eso que no me tocó a mí, es la situación de miles de jóvenes de mi edad hoy en día en Buenaventura, Tumaco, Catatumbo, entre otros. Y debo decir que soy afortunado: estudio en un colegio pomposo y mi familia es estrato medio alto. Pero incluso para aquellos con situaciones más complicadas parte crucial de sus preocupaciones ha sido siempre pagar las cuentas, conseguir educación decente para sus hijos o mantener su salud mental mientras trabajan en dos o tres puestos para conseguir un sueldo decente; nada que se pueda conseguir con un acuerdo de paz, muchos dirían.

Pero la paz no es que Julián Gallo pueda ser Senador en vez de estar echando bala en el monte; ni es que las mujeres de las FARC ahora puedan ser madres, empresarias, innovadoras y hasta políticas sin tener que acostarse con ningún comandante para lograrlo; ni siquiera es la garantía para miles de niños y niñas en todo el país de que ya no van a ser reclutados o abusados sexualmente por miembros de grupos ilícitos. La paz va mucho más allá que el día a día de unos cuantos. El proceso de paz de La Habana dictó, en su punto 2, que “(L)a construcción y la consolidación de la paz, en el marco del fin del conflicto, requieren de una ampliación democrática que permita que surjan nuevas fuerzas en el escenario político para enriquecer el debate y la deliberación alrededor de los grandes problemas nacionales”, lo cual significa que, bajo el marco del Acuerdo de Paz, se ampliarán las oportunidades de colombianos ordinarios para participar en las soluciones a los problemas de su día a día. Y es la apuesta que dice que nadie va a tener que recurrir a las armas para volver a participar en la toma de decisiones. El punto 2 de los acuerdos es la garantía de vida que se le da a los que hoy en día quieren tomar posiciones sobre problemas tan grandes como los mismos acuerdos de paz o tan pequeños como dónde poner alcantarillados y policías acostados.

El Acuerdo de paz no se está cumpliendo en la medida en que muchos de los líderes denunciantes están siendo amenazados y asesinados por no ser complacientes con alcaldes y empresarios corruptos. Esto puede pasar en cualquier comunidad y con cualquier líder. Mañana la obra que no se hará por el robo de recursos puede ser en tu barrio. El parque de tus hijos podría estar ocupado por bandas criminales. Si dejamos solos a los líderes, un día ellos nos van a dejar solos a nosotros y ahí nadie nos va a salvar. Por eso, hay que ir a marchar para defenderlos, para demostrarles que no los vamos a dejar morir. La cita es a las 5 pm en el Centro de Memoria Histórica, el 26 de julio, porque, si no damos el grito ahora, no tendremos voz cuando seamos nosotros los que sufrimos.

*Sergio Villarreal, estudiante del Colegio Anglo Colombiano, miembro de Defendamos la Paz Jóvenes y parte del comité organizador de la marcha por la vida del 26 de Julio, @sergiolideres

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