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Ojalá yo esté equivocado y Molano nos deje a todos los colombianos boquiabiertos con sus eventuales resultados.
Diego Molano, un político del Centro Democrático, acaba de ser nombrado por el presidente Iván Duque como el nuevo ministro de defensa nacional. Este nombramiento inquieta visto que, como bien se puede analizar en su hoja de vida, Molano claramente no cuenta con la experiencia necesaria para afrontar los enormes retos que padece el país en materia de narcotráfico, grupos armados organizados, terrorismo, desaparición forzada, entre otros fenómenos de violencia urbana y rural. Falta darle una repasada a sus estudios culminados y a su experiencia laboral para darse cuenta de que Molano no debería ocupar este cargo tan importante para la seguridad de todos los colombianos y, sobre todo, tan crucial para la estabilización democrática del país. Me alarma su nombramiento porque, esperando estar equivocado, su elección parece ser el resultado del nepotismo y del amiguismo desvergonzado al que el uribismo y la élite política tradicional del país nos tienen a todos acostumbrados. Su nombramiento no parece ser el resultado de una evaluación integral y exhaustiva sobre qué tan apto y apropiado es Molano para este cargo.
Quisiera traer a colación un ejemplo muy particular: en Canadá – sin negar muchos de los problemas estructurales, como el racismo contra las comunidades indígenas, que todavía aquejan a las minorías lingüísticas y étnicas del país – la forma democrática y sobria con la que se eligen a los ministros es algo que, sin duda alguna, no tenemos en Colombia. En este caso, tomaré al honorable Harjit Sajjan, actual ministro de defensa nacional de Canadá, como ejemplo. Por once años, antes de su retiro y de su salto a la vida pública, el ministro Sajjan fue detective del Departamento de Policía de Vancouver, siendo uno de los detectives asignados al sector de South Vancouver. En su carrera como detective, el ministro Sajjan culminó su carrera en la policía siendo oficial en la unidad de delitos de pandillas. Como si esto fuera poco, el ministro Sajjan fue también teniente-coronel de las Fuerzas Armadas de Canadá, donde sirvió en el British Columbia Regiment (Duke of Connaught’s Own). Durante su servicio como militar, participó en cuatro operaciones militares en el extranjero: una en Bosnia, durante la intervención de la OTAN en Bosnia, y tres en Afganistán, donde fue incluso parte de la operación Medusa. Durante su carrera, el ministro Sajjan se ha ganado la Orden del Mérito Militar, Medalla del Servicio Meritorio, Medalla del Servicio de la OTAN, entre muchas otras importantes distinciones militares. El ministro Sajjan, sin titubeo alguno, es un hombre idóneo para ocupar este cargo y yo, como canadiense, me siento satisfecho con su nombramiento.
En lo que va corrido del año, ya han ocurrido diez masacres en Colombia. Esto quiere decir que en nuestro país hay una masacre cada tres días. El año pasado tampoco fue una excepción, ya que se registraron 91 masacres en el territorio nacional. La situación tampoco mejora para los líderes sociales, defensores de derechos humanos y firmantes del Acuerdo de Paz. En este par de semanas del 2021, 19 líderes sociales y defensores de derechos humanos han sido asesinados. La seguridad y la protección para quienes se acogieron y están cumpliendo con el Acuerdo de Paz también es insuficiente. En este año se han reportado seis firmantes y excombatientes asesinados o desaparecidos, debilitando cada día más la legitimidad del Acuerdo de Paz ante los ojos de la Colombia rural y de aquellos excombatientes y firmantes que creyeron en el Estado colombiano.
Por desgracia, el fenómeno del paramilitarismo no ha desaparecido tampoco y sigue atemorizando a la Colombia rural, como sucede Yarumal, donde grupos armados organizados, incluyendo grupos posfarc y paramilitares, siguen asesinando, desapareciendo e incluso decapitando a los pobladores de la región. Esta es, penosamente, la realidad de muchas otras regiones del país que, a pesar de los aparentes esfuerzos de la fuerza pública, la violencia sigue siendo el pan de cada día. La situación en las ciudades tampoco parece tener una mejoría. En Cali, por ejemplo, a pesar de la constante presencia de la Policía Nacional y del Ejército, la situación en los barrios más vulnerables de la ciudad no mejora: fronteras invisibles, sicariato, pandillas y drogas siguen reinando impunes. ¡Por todo esto y más me preocupo!
No sé, honestamente, qué tan oportuno para el país sea nombrar a un administrador de empresas con maestría en administración pública para liderar un ministerio tan complejo y lleno de titánicos retos. No veo absolutamente nada en la hoja de vida de Molano que me tranquilice y que me haga pensar que el ministerio de defensa está en buenas manos. Ojalá yo esté equivocado y Molano nos deje a todos los colombianos boquiabiertos con sus eventuales resultados. Digo esto porque en caso de no estar a la altura, muchos colombianos van a ser asesinados, desaparecidos, desplazados y torturados, especialmente firmantes del Acuerdo de Paz, líderes sociales y defensores de derechos humanos. En conclusión, le deseo suerte al nuevo ministro Molano y espero que nos sorprenda a todos los colombianos.
*Carlos Zapata, politólogo e investigador en políticas de pobreza y violencia para Latinoamérica y el Caribe.