Disyuntiva

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Quienes compiten, salvo excepciones, hacen ofrecimientos muy válidos para un país normal, cosa que Venezuela no es dada la situación institucional interna.

(Lea también: En modo reflexión)

Avanza en Venezuela la campaña electoral interna entre factores de oposición tendente a elegir, vía primaria, el candidato de esos grupos políticos que adversan la gestión del señor Maduro.

La tarea que se han impuesto es ardua, como consecuencia de su reiterada posición abstencionista.

Quienes compiten, salvo excepciones, hacen ofrecimientos muy válidos para un país normal, cosa que Venezuela no es dada la situación institucional interna.

Eduardo Fernández, quien habría sido un lujo de presidente de transición -como en su momento lo pudo ser Enrique Rejera París- pero que no compite para esa elección, lo ha planteado muy bien: ganar, cobrar y gobernar.

Para que ocurra lo primero debe pasar que la diferencia de votos sea abismal. El gobierno -nadie lo dude-  no entregará el poder, como lo hizo Leoni, por 30 mil votos. Así entonces, para que sea efectivamente derrotado y se vea precisado a considerar entregar, debe perder por una diferencia que no arroje asomo de duda alguna.

El cobro, por su parte, a disgusto de algunos, requerirá acuerdos previos, léase, garantías para quien resultó derrotado, tales como las que exigieron Pinochet en Chile y el señor Ortega en la Nicaragua sandinista y esas garantías solo se las pueden dar a quienes ocupan el poder, personas en quienes alguna confianza tengan pues, lo que estará en juego para ellos, de ser derrotados, no es poca cosa.

El tercer elemento de la ecuación es gobernar,  lo que no será fácil dado el entorno en el cual eventualmente asumirá el nuevo presidente.

Lo haría este, aunque usted no lo crea, ante una Asamblea Nacional -la electa el 2020-  contraria a su posición, dominada absolutamente por los representantes del “ancien régime” y además con la particularidad que las decisiones políticas y administrativas que adopte, estarán sometidas al control de un poder judicial cooptado íntegramente por la representación de quienes hoy gobiernan.

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Así las cosas, toda la tarea que deberán emprender quienes aspiran dirigir el país en sustitución de sus actuales administradores, no se adelantará sobre un lecho de rosas sino, por el contrario, transitando un camino muy empedrado.

Si esa es la situación -y creo que al respecto la coincidencia es general- la pregunta es si los aspirantes están actuando en función de esos tres objetivos-ganar, cobrar y gobernar- o solo en el de ganar internamente y estirar, por seis años más, el estado de cosas interno mientras el “compañero” se debilita.

Uno que está afuera, que observa quizás con más tranquilidad lo que internamente ocurre, cree que son pocos los candidatos interesados en cumplir los tres objetivos referidos, quienes por cierto, tienen en contra a buena parte de quienes mediáticamente se expresan.

Venezuela, guste o no a algunos, se debate entre continuismo y transición. El primero puede producirse como consecuencia de la victoria de quien gobierna actualmente o de su derrota en manos de quien quiere liquidarle, lo que será, seguramente impedido por el establishment que  acompaña a quienes hoy ejercen el poder.

Solo una negociación, aun con un pañuelo en la nariz, que dé garantías a quien resultó derrotado, si finalmente ello ocurre y que permita la reinstitucionalización inmediata y convenida previamente de los poderes públicos, permitirá a quien resulte ganador, repito, si este quiere la transición, gobernar y con ello, sacar al país de la situación en la cual se encuentra.

Comete un grave error de juicio quien crea que los actuales ocupantes de los poderes públicos que actúan en Venezuela, se expondrán a una derrota que conlleve riesgos de vida, patrimoniales o de libertad y ellos, solo pueden ser minimizados a través de una negociación que no implica por cierto, exoneración de responsabilidades sino garantías de justicia y no de revancha o venganza.

La negociación es entonces la única que puede cesar el continuismo en cualquiera de sus formas.

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*Gonzalo Oliveros Navarro, Abogado. Director de Fundación2Países @barraplural

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