EGU y la migración

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Hemos escrito en distintas oportunidades que cada uno de nosotros es, realmente, el verdadero embajador de Venezuela por el mundo.

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El pasado 28 de julio hubo elecciones presidenciales en Venezuela, ese lugar del mundo que le aporta a este casi que el mayor número de migrantes en el planeta.

Mientras el órgano comicial del país le anunciaba a tirios y troyanos, dentro y fuera de las fronteras patrias, que el causante de esa tragedia nacional había resultado ganador, su adversario Edmundo González Urrutia (EGU) mostraba al mundo actas que demostraban lo contrario, actualmente depositadas en el más importante banco panameño.

La reacción mundial al anuncio caraqueño dividió a la comunidad internacional; mientras unos reconocen lo anunciado en Caracas, otros miembros de la misma tienen como ganador a EGU y los terceros, sin reconocer al señor Maduro, continúan teniendo relaciones diplomáticas y comerciales con Venezuela.

EGU forma parte de la diáspora venezolana pero con una especial característica. Es él quien tiene, en la actualidad de nuestro país, la mayor representatividad internacional y debe ponerla a la orden del tema que está en disposición política y personal de abordar, la atención de nuestra migración por el mundo.    

Una llamada telefónica de él a cualquier líder internacional que respaldó su elección, para proponerle salidas o medidas de atención a nuestra migración, seguramente será recibida. Una conversación personal, discreta, con aquellos que no le reconocen, pero tampoco lo hacen con el señor Maduro, seguramente será bien apreciada. Pero a esa conversación y EGU lo sabe por su experiencia de embajador, no se puede llegar con improvisaciones, debe llegarse con planteamientos formales y sobre todo, beneficiosos para el país receptor y también para los venezolanos que por el mundo se encuentran.

Los venezolanos hemos salido masivamente de nuestras fronteras tres veces en el curso de nuestra existencia, la primera vez a ayudar a la independencia americana, regresando luego al interior de nuestros límites patrios; la segunda vez, de turistas, los más gastivos que había y también retornábamos, la última en esta triste hora de la patria, cuando no hemos podido hacerlo sobre todo porque la causa de nuestra situación ocupa Miraflores y con su actuación o inacción, lo impide.

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Hemos escrito en distintas oportunidades que cada uno de nosotros es, realmente, el verdadero embajador de Venezuela por el mundo; que lo que individualmente hagamos, a todos nos impacta.

Hoy, EGU es el más representativo de nuestros embajadores y lo es porque los electores, en una porción similar o mayor a los venezolanos que por el mundo estamos, según las actas en su poder, decidió que él debía ocupar Miraflores, lo que hasta ahora no ha sido posible. Pero esa condición de nada valdría si no la pone al servicio del país, como seguro estoy que debe hacerlo.

EGU está en la capacidad de proponerle a quienes le reconocen y a quienes no reconocen a ninguno como presidente de Venezuela, políticas públicas aplicables a nuestra migración por el mundo, tales como medidas de regularización que permitan al país que nos recibió, identificarnos, establecer nuestras competencias y redireccionarnos a aquella parte del país de acogida donde nuestras habilidades contribuyan de mejor manera al desarrollo de este, facilitando con ello nuestra integración y minimizando así el riesgo de xenofobia.

Igualmente puede promover medidas de control judicial de aquellos a los que se les atribuye la comisión de delitos, para que sean juzgados en el país donde el hecho habría ocurrido y luego de cumplida la pena, solo luego de ello, ser enviado a nuestro país. Esta última que puede resultar para algunos lesiva al interés venezolano, no lo es, dado que, la devolución a nuestra tierra sin que se determine culpabilidad alguna, nos hace a todos posibles víctimas de una medida como esa, solo por haberse estigmatizado nuestra nacionalidad.

Colombia en los dos gobiernos precedentes al actual, ha dado al mundo lecciones de la forma y manera cómo es posible enfrentar una migración masiva; no es poca cosa que desde tiempo atrás hayamos afirmado que los venezolanos hemos contribuido con la construcción de lo que aspiramos sea el mejor sistema migratorio del siglo 21, como es el que creemos esta tierra de Nariño y Caldas ha tratado de construir para nosotros. Ese ejemplo colombiano debería EGU promoverlo por el mundo, tomándolo como propio, para así contribuir con la integración de nuestra población a aquel país del mundo que eligió como morada.

En la actual coyuntura venezolana y mientras no se modifique la misma, si en algún área EGU tiene la posibilidad de incidir, es en la política migratoria internacional para nuestra atención. Bastaría para ello poner manos a la obra. Es la respetuosa sugerencia que desde esta columna hacemos pues la misma redituará para el país receptor, para los venezolanos beneficiarios de ella, para la familia de estos en aquel país y en nuestra tierra y finalmente, porque no reconocerlo, para quien contribuyó a que la misma se hiciere efectiva, EGU y la causa de la democracia, la libertad y la vuelta a la patria.

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*Gonzalo Oliveros Navarro, Abogado. Director de Fundación2Países @barraplural

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