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Hasta que todos puedan participar en igualdad de condiciones y con garantías, el futuro de la democracia seguirá siendo incierto.
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En 1985, Norberto Bobbio escribió un libro llamado “El Futuro de la Democracia” en el contexto del final del fascismo, al cual el mismo Bobbio le hizo oposición en Italia, y el ocaso de la Guerra Fría. Él se preguntó: ¿qué sigue para el experimento de la democracia? Cuarenta y cinco años después, la respuesta aún no es completamente clara.
La democracia está todos los días en peligro. Está en peligro siempre que un gobierno tome la decisión de utilizar la fuerza para suprimir a aquellos que protestan; lo triste es que hay quienes justifican estas acciones macabras en nombre de “La Patria”. La democracia es paradójica ya que su éxito se mide, no por cuantas personas son afines a ella, sino por qué pasa con los que no lo son. En una democracia, se acepta la crítica; sin embargo, para muchos, este derecho es reservado solo para ellos y aquellos con quienes están de acuerdo. Es cierto que, en la gran mayoría de los países, hay elecciones libres y debates de ideas, pero al mismo tiempo esta libertad ha permitido acciones violentas contra poblaciones como las indígenas o transgénero con el fin de privarlos de la libertad de protestar y hacerse notar.
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Algo así pasó en la Minga Indígena en Cali cuando civiles, vestidos de blanco y armados, atentaron contra los manifestantes de la Minga tratando de intimidarlos para que estos volvieran al Cauca. Estas acciones, aunque pasaron en un Estado y régimen democrático regido por elecciones libres, también limitan a quienes tienen el poder de hacerse escuchar ya que estas acciones sólo buscan apaciguar a una población de forma violenta y así disminuir su poder político y social. Para Bobbio, una democracia es un sistema de gobierno donde un alto número de personas toman las decisiones y, para él, la democracia se mide en cuántas personas están en derecho de tomar acciones que impulsen cambios en el país o nación. Esto significa que es menos democrático un país donde los indígenas pierden el derecho a manifestarse gracias a las intimidaciones de x o y grupo, y tristemente, este patrón se ve en todo el mundo.
En Chile, las manifestaciones del 2019 dejaron nueve mil civiles heridos en su gran mayoría a manos de la policía. Estos heridos son también una forma de intimidación y el modus operandi que se ve en países no democráticos tales como Venezuela, Cuba, o Tailandia donde está criminalizada de jure o de facto la protesta social. Esta represión también se vivió en Colombia en el paro nacional, Estados Unidos en las marchas de Black Lives Matter y se ha visto en otros países insignias de la democracia como Francia con los Chalecos Amarillos. Entonces, aunque es cierto que le ganamos al fascismo y desde que se publicó el libro hasta hoy regímenes anti-democráticos como la Unión Soviética se han desmoronado, esto no significa que haya democracia. Los países siguen en la lucha y, aunque el 2020 vio un rechazo en todas las naciones mencionadas contra los promotores de la opresión, hasta que todos puedan participar en igualdad de condiciones y con garantías, el futuro de la democracia seguirá siendo incierto.
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*Sergio Villarreal, estudiante del Colegio Anglo Colombiano, miembro de Defendamos la Paz Jóvenes y parte del comité organizador de la marcha por la vida del 26 de Julio, @sergiolideres