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Sin unidad no hay nada. La necesidad de que cada candidato de la coalición saque lo mejor de los otros es hoy más evidente que nunca.
La vida política reciente de nuestro país puede ser dividida en dos – pre-91 y post-91 – no solo por el la adopción de la Constitución sino por el cómo se llegó a ella. En un acto de democracia, Antonio Navarro Wolff y Álvaro Gómez Hurtado, uno ex-guerrillero del M1-9 y claro partidista de la centroizquierda y, el otro, heredero de una de las dinastías políticas más largas de la historia republicana del país y tan a la derecha como había en la época, se unieron para asegurarse una Presidencia Colegiada en la Asamblea Nacional Constituyente, en vez del esquema de Presidente, primer vicepresidente y segundo vicepresidente que se esperaba.
Este acto fue histórico porque creó el escenario perfecto para una constitución que en verdad representara a la ciudadanía. Tras múltiples guerras empezadas por constituciones escritas por uno de los dos partidos tradicionales, ésta era una que tenía participación histórica de estudiantes como Fernando Carrillo y Fabio Villa o sindicalistas como Angelino Garzón, con políticos tradicionales como Horacio Serpa, Misael Pastrana y Rodrigo Guerrero, e incluso, por primera vez en la historia, de grupos indígenas representados por la Organización Nacional Indígena de Colombia y las Autoridades Indígenas de Colombia. Esta constitución era vital para asegurar que el M-19 tuviera una transición mayoritariamente pacífica a la política legal y fue diseñada para que se creara un precedente favorable para las FARC, ELN, EPL y demás grupos armados.
Todo esto es para mostrar que por 29 años se ha visto un cambio diametral en la concepción del ejercicio político en Colombia. Ahora hay más actores que nunca, escritores, académicos, artistas, población LGBT, indígenas, afros, ambientalistas, animalistas, grupos religiosos. Vivimos en un mundo donde las decisiones más legítimas se hacen por fuera de esas salas oscuras donde políticos tradicionales intercambiaban cuotas y, en cambio, ahora hay fuerzas ciudadanas que cada vez más le ganan a la política tradicional. Después de casi tres décadas de lucha, hoy en día, Cali, Santa Marta, Cartagena, Jamundí Palmira, Cúcuta, Bucaramanga, y Bogotá, entre otras ciudades, tienen gobiernos alternativos. En el 2018, Gustavo Petro fue el primer político en nunca haber hecho política con los partidos tradicionales y estar a menos de dos millones de votos de la presidencia.
Todo este proceso se ha dado como una construcción pedagógica donde cada vez más sectores han participado en política. Con la Constitución del 91, llegaron los estudiantes y sindicatos y, luego, con Visionarios y Antanas Mockus en el 2006, llegaron los académicos y, con la Asociación Colombiana de Actores y Santiago Alarcón, los actores se volvieron personajes de la vida social y política y, desde el 2016, diferentes artistas y músicos como Jesús Abad Colorado, César Torres y muchos otros se han dedicado a participar en la construcción de la paz. Los colectivos LGTBI han llegado a defender sus derechos en diferentes instancias de participación ciudadana como lo muestra la hoy Alcaldesa Local de los Mártires, Tatiana Piñera, con campañas mediáticas como Justicia para Alejandra, después de la muerte por falta de atención de una mujer trans en Bogotá. Los grupos de víctimas como Movimiento de Víctimas del Estado – MOVICE – y las Mesas de Víctimas son protagonistas en los procesos políticos de la paz, como lo fueron Iván Cepeda en los debates sobre los acuerdos en el congreso, José Antequera como Director del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación o Yolanda Perea y Francia Márquez en el Consejo Nacional de Paz.
Pero sin unidad no hay nada. La verdad es que esta es una discusión que viene desde hace rato. El hoy Concejal Diego Cancino en su momento escribió “Petro puede sacar lo mejor de Fajardo en temas de educación y de planeación participativa; Fajardo puede sacar lo mejor de Humberto de la Calle en términos de construcción de paz y como líder de la Constitución de 1991; Humberto de la Calle puede sacar lo mejor de Gustavo Petro en términos de lucha contra el paramilitarismo y de la construcción de un gobierno a partir de la voz y necesidades de la gente más pobre.” La necesidad de que cada candidato saque lo mejor de los otros es hoy más evidente que nunca. Esta coalición ciudadana no puede ser de un candidato o en contra de alguien; es una idea, una promesa de una política mejor que ayude a todos sin importar el estrato, género o etnicidad. Una promesa de, por fin, cumplir ese sueño del 91.
*Sergio Villarreal, estudiante del Colegio Anglo Colombiano, miembro de Defendamos la Paz Jóvenes y parte del comité organizador de la marcha por la vida del 26 de Julio, @sergiolideres