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El arte perdido de las escrituras
Karen Armstrong
Paidós
637 páginas (incluye un magnífico glosario, bibliografía, notas e índice onomástico y de materias).
Es una premisa común en los cerca de veinticinco libros que ha publicado la experta en historia comparada de las religiones, Karen Armstrong, o en sus innumerables artículos, la idea de que no se puede leer la mitología desde la razón; su punto es que los relatos que buscan ser expresados a través del mito no pretenden ser una verdad histórica o un hecho fáctico, sino comunicar un sentido cuya trascendencia es inasible en toda su complejidad.
Una cosa, pues, es el discurso mitológico y otra el de la razón. Incluso Armstrong se preocupa por dar explicaciones biológicas para eso y da cuenta de cómo esos discursos tienen origen, cada uno, en los hemisferios del cerebro – el derecho y el izquierdo – . El primero es fundamental para la poesía, el amor, el sexo, o el pensamiento mágico religioso; el segundo está especializado en el lenguaje, el análisis y la resolución de problemas; el hemisferio derecho se siente a gusto con la metáfora y el izquierdo, con lo literal. La cosa es mucho más compleja que eso, pero nos basta para entender lo básico. El asunto es que el fortalecimiento del hemisferio derecho favorece la comprensión del discurso mitológico y es el más ejercitado por místicos y poetas. Su dimensión es la del Mythos que, según Armstrong, se “puede considerar como una forma antigua de psicología que describe el mundo oscuro y laberíntico de la psique”; por su lado, el hemisferio izquierdo es el encargado de “la actividad racional, pragmática y analítica” y “permite a los seres humanos desenvolverse prácticamente en el mundo”. El Mythos se orienta hacia el pasado; el Logos, al futuro. Las dos dimensiones se tienen que encontrar cuando se quiere dar un sentido más eficiente y comprehensivo de la realidad.
Pero Mythos y Logos son importantes para entender que cuando una narración mitológica describe, por ejemplo, a la Madremonte propia de los Andes occidentales colombianos, no se está hablando de la ‘loca de las naranjas’ ni de un ser real que habita en la espesura de los montes y en las cabeceras de los ríos, de largos cabellos y cuerpo color de tierra, pantano y podredumbre, que ataca sembrados y campesinos con borrascas e inundaciones, puesto que como diosa guardiana de los bosques y las selvas los protege y fecunda. Efectivamente, se está refiriendo a una pulsión de creación y destrucción permanente que habita en el subconsciente, a la que es insuficiente llegar por la investigación pragmática, pero que tiene un efecto en nuestras experiencias y conductas.
El arte está hecho de la misma sustancia de la Madremonte y, aunque su origen está en el hemisferio derecho no se le puede entender sólo desde la mirada del Mythos; igualmente, resultaría insuficiente y hasta ridículo si únicamente se le aborda desde el hemisferio izquierdo, la casa del Logos. Desde el principio de los tiempos humanos el arte ha sido usado para dar sentido al “terror, el asombro y al misterio de la existencia” y, a su vez, ha estado estrechamente relacionado con la religión, la cual, según Karen Armstrong, es en sí misma una forma de arte”. Éste, precisamente, es el punto de partida desde el cual la autora escribe este libro que hoy dejo en la estantería de la biblioteca de La Línea del Medio: El arte perdido de las escrituras.
El arte presenta en las escrituras sagradas es también performativo y una estética que pide la ayuda de la experiencia corporal para llevarlo a la vida. El cuerpo es un vehículo indispensable para procesar ese flujo de información que necesita de los sentidos y los gestos físicos para ser digerido y, de ahí el ritual, esa puesta en escena que sólo se entiende en su contexto y sin el cual el mito “resultaría tan insatisfactorio y antinatural como leer el libreto de una ópera”.
Este libro es un intento de entender que las escrituras sagradas de todas las religiones y culturas contienen lenguajes míticos y lógicos fusionados en una forma de arte y que solo cuando lo entendemos así podremos evidenciar toda su belleza, profundidad, sentido trascendente y hasta como ‘plan de acción’ para que el ser humano se conecte con su esencia última. Leer las escrituras sagradas o sumergirse en los mitos orales religiosos de las diferentes culturas bajo este lente dual (Mythos – Logos) permite entenderlas en una dimensión mucho más amplia y como un proyecto que se sirve del arte para la transformación radical de la mente y el corazón. De lo contrario, Armstrong advierte: “como no se adecúan a las modernas normas científicas e históricas, son muchos los que desdeñan la escritura sagradas cono inverosímil e inequívocamente ‘falsas’, pero no aplican los mismos criterios a una novela, que arroja valiosas y profundas perspectivas mediante el uso de la ficción”.
“El arte perdido de las escrituras” es un texto que sigue el rastro de los más importantes cánones de escritura sagrada en contextos como hindú o budista, así como en las tradiciones judías, islámicas y cristianas; examina pasajes que llaman al amor y a la solidaridad y también aborda los escritos intransigentes, fuente de odio a la orden del día.
En estos tiempos de desazón y de búsqueda de respuestas, cuando la mirada del Logos ha sido privilegiada y ha desvirtuado la lectura de las escrituras, asumiendo que ciertos pasajes deben interpretarse literalmente, como hechos fácticos, este libro busca defender la mirada mágica, el arte que subyace en ellas como vehículo para acceder a los misterios que habitan en el interior del alma humana.
*Mauricio Arroyave, periodista, lector caprichoso y frustrado librero, @mauroarroyave. Canal de Youtube El Ojo Nuclear.