About The Author
“El Presidente ha sido reiterativo en afirmar que quiere que se le recuerde como el que destinó grandes presupuestos para el sector cultural. Sin embargo, sorprende que ninguno de esos enunciados tienen desarrollo alguno en el plan maestro de este gobierno. La CULTURA es prácticamente inexistente en ese documento.”
Tal vez uno de los instrumentos más importantes para un gobierno es su Plan Nacional de Desarrollo (PND). En él se establecen los temas que serán relevantes y que esperan tener impacto durante su ejercicio en el poder. Recoge la visión del equipo de gobierno y las promesas básicas de lo que hará en su cuarto de hora frente a la administración pública. Es la herramienta que fija el norte.
Es tanta la importancia que se le da al tema que queda consagrado en una ley que hace tránsito por el Congreso y es objeto de debates y de análisis diversos. Así las cosas, cada ciudadano colombiano debe tomarse el tiempo para leerlo con máximo cuidado. En definitiva, es un asunto que nos atañe a todos.

Sugestivo el título escogido por el Presidente Duque para su Plan de Desarrollo: “Pacto por Colombia, Pacto por la Equidad”. Ahí están definidas las políticas públicas a ejecutar durante los tres años y medio que quedan de esta administración.
El Presidente ha manifestado en diversos escenarios la importancia que para él tiene la cultura. Habla también de su interés por las industrias creativas que él bautizó como Economía Naranja. Ha sido reiterativo en afirmar que quiere que se le recuerde como el Presidente que destinó grandes presupuestos para el sector cultural.
Sin embargo, sorprende que ninguno de esos enunciados tienen desarrollo alguno en el plan maestro de este gobierno. La CULTURA es prácticamente inexistente en ese documento.
No se encuentra ni en su introducción ni en el desarrollo de su articulado una sola línea con los criterios que desarrollen el valor social de la cultura, que hable sobre su importancia conceptual y real para la construcción de la vida en sociedad. Todo cuanto refiere el Plan de Desarrollo en materia cultural es meramente instrumental. Pocos artículos destinados al asunto que “arreglan” problemáticas muy puntuales y verdaderamente menores que enfrenta el Ministerio en dos temas específicos: la venta de bienes inmuebles declarados como bienes de interés cultural y el cine. No se lee ninguna apuesta por el fortalecimiento integral del sector, ni cuál es el plan estratégico para estos años de gobierno, ni mucho menos se tienden puentes o se desarrolla una política integral, transversal y articulada con otros sectores. Y parece que la “cacareada” Economía Naranja quedó exclusivamente como parte del articulado de la ley de financiamiento porque tampoco ese tema es tratado a profundidad en el Pacto por la Equidad.
Cultura se incluye en los siguientes artículos: 65 y 66. Esos artículos proponen en casos excepcionales enajenar bienes de interés cultural de propiedad de las entidades públicas. Y en el artículo 102 y 103 vuelve a aparecer el tema cultural ahora referido exclusivamente al cine. El primero de estos artículos sobre cine prorroga la ley 1556 de 2012 mediante la cual se fomenta el territorio nacional como escenario para el rodaje de obras cinematográficas. En dicha ley se establece el Fondo Fílmico Colombia y el Comité de Promoción Fílmica y en resumen crea un incentivo que consiste en devolverle el 40% de lo invertido en gastos cinematográficos efectuados en Colombia al productor de la película y el 20% de los gastos invertidos en el país en logística. Esa devolución es en dinero “contante y sonante”. El resultado de ese incentivo es que Colombia se ha convertido en un lugar atractivo para el rodaje de películas y la ley logró atraer inversiones importantes. Desde su creación se han aprobado y entregado incentivos por alrededor de 55 mil millones y lo que ha recibido el país en inversiones supera los 184 mil millones de pesos, en una relación de 1 a 3. Es indudable que el sector cinematográfico ha tenido gracias a todos esos desarrollos legislativos, que son superiores a los de cualquier otro sector de la cultura, un gran impulso y una consolidación como una industria en constante crecimiento. La ley 1556 contempla una vigencia de diez años, es decir que se hubiera podido perfectamente prorrogar en el 2022, pero igual no sobra hacerlo desde ahora.
Y el artículo 103 del Pacto por la Equidad extiende los beneficios de esa segunda ley del cine a otros géneros audiovisuales. Se trata de una industria cambiante y de grandes desarrollos tecnológicos donde todos los días las plataformas son diferentes y es conveniente estar a tono. Lo preocupante es que ese mismo artículo contempla para ese mismo sector, el cine, un incentivo más: un certificado de inversión audiovisual descontable por un valor equivalente al 35% del valor de la inversión. Esto frente a otros sectores de la cultura del país parece más bien un pacto por la inequidad.
Desilusiona que tanto discurso sobre la importancia de la cultura, cuando se tiene la oportunidad de materializar las apuestas, las políticas y las metas, quede reducida a su mínima expresión. Lo que se hizo fue utilizar una gran herramienta como lo es el PND para resolver la cotidianidad de un problema muy menor que enfrenta la cartera de cultura. Las grandes apuestas se quedaron por fuera.
Mariana Garcés, exministra de cultura