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De pronto artículos como este tampoco se podrán escribir, porque serán discursos de odio penalizados en un mundo de progreso.
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Si, en Colombia esperamos el Ministerio de la Igualdad, pero ¿qué esperamos que haga Francia Márquez como mujer de Izquierda? ¿Traeremos los mismos problemas del mismo Ministerio en España? ¿Le daremos el mismo tratamiento que la madre patria, a la discusión sobre el inicio de medicamentos e intervenciones quirúrgicas para menores de edad, hoy entre el progresismo y la ciencia ficción, para atraer las propuestas de mercado que vienen con esto? A nuestro país, con nuestros líos en la salud pública, tan poco igualables al caso español, que pertenece con sus vicisitudes nada menos que a la Comunidad Europea, nosotros que con esfuerzo aparecemos en la OCDE, ambos países después de siglos en otro orden, hoy se parecen, con esfuerzo acceden a mercados como éste.
Nuestra violencia y utilización de minorías oprimidas al servicio del conflicto armado son superiores frente a muchos países. ¿Cómo será esta nueva aventura humana de mercado para nosotros? Si bien ahora está presente y remando tanto en medios alternativos como en discursos de activistas, polítiques y una parte de la ciudadanía de avanzada, ascenderá luego a la superficie entre farmacéuticas, de la mano con las EPS e IPS, personal de la salud y de la industria prostética, una especie de nueva Rodolfoneta de libertades que también contiene una economía para unas minorías en cambio, poderosas.
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Y cuando posiblemente, suceda como en los países del norte de la Comunidad Europea, en Inglaterra y Nueva Zelanda, donde los Estados terminan haciendo cuentas, -calculemos las del nuestro en proporción- y decidiendo que de pronto las enfermedades a largo plazo que habrán adquirido estos cuerpos en su hoy ejercicio de ciudadanía, que podrán luego demandar a un Estado que en algún momento les permitió hormonarse y operarse bajo su tutela, del que alegarán que habrían esperado un periodo de terapia psicológica para saber si antes de la adultez algunas ideas estaban difusas, resuelven que sale caro social y reparativamente. Aquí no tenemos terapia gratuita aún para las víctimas de un conflicto que supuso en su momento que debíamos agruparnos entre liberales o conservadores, auxiliadores de la guerrilla o de los paramilitares, mestizos y negros e indígenas, ¿cómo será en nuestro caso?
Nuestro histórico de deudas podría hacer que se tome con más calma la toma de decisiones por parte de infantes que hoy sirven más a una época publicitaria, quirúrgica y farmacéutica que a un excesivo historial de verificación científica y conocimiento de décadas. De esta tendencia se bajarán sin hacer mucho ruido luego periodistas, activistas, políticas y políticos. Las empresas privadas que mantienen este lobby como siempre, seguirán en la búsqueda del producto que somos siempre para ellos en otro nuevo lugar. Y las niñas, niños, adolescentes, jóvenes en crecimiento, en el desarrollo de su razón, no solamente de su cuerpo, a quienes dimos el poder de enfermarse antes de experimentar con sus prendas de vestir, su cabello, color de uñas y ademanes asignados a un grupo humano u otro, antes que la farmacia y el quirófano, lograrán ser mañana lo que demanda la tendencia humana hoy: Todes unes adultes enfermes. De pronto artículos como este tampoco se podrán escribir, porque serán discursos de odio penalizados en un mundo de progreso, de desarrollo económico, donde el avance humano siempre queda por encima de los efectos adversos, los daños colaterales, cómo no lo vamos a saber en Colombia.
Aparte de la discusión actual, ya que será en el futuro que sabremos dónde estaba la verdad, aparte de querer saber qué hará esta izquierda en nuestro caso, como sociedad habrá que preguntárselo más de una vez, porque como suele vivir el caso colombiano, en la cronología de las ideas religiosas, políticas, económicas y ambientales, llevamos siglos siendo la prueba y error de otros.
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*Carolina Castro, promotora de lectura, estudiante de literatura y conocedora de la Colombia rural. @castro83carla