El Estado debe apartarse de confesiones religiosas

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Colombia es un Estado laico y, como tal, debe encargarse de entregar ayudas efectivas y no enviar a rezar a los ciudadanos.

El 13 de mayo el Ministerio del interior dio a conocer la Circular externa CIR2020-48-DMI-1000, documento en el que señala como fecha el 15 de mayo para llevar a cabo una jornada nacional de clamor por Colombia e invita al sector interreligioso a promoverlo mediante las distintas plataformas virtuales. Por este motivo, el mismo día de la vicepresidenta Martha Lucia Ramírez trinó en así:

“Hoy consagramos nuestro país a nuestra Señora de Fátima elevando plegarias por Colombia para que nos ayude a frenar el avance de esta pandemia y que Dios mitigue el sufrimiento de los enfermos, el dolor de los que perdieron seres amados y nos permita repotenciar nuestra economía”.

Al respecto puedo decir que la preocupación no se puede concentrar en la religión que profesan los mandatarios del país. La manifestación de la vicepresidenta constituye una evidente violación al principio constitucional y libertad de culto consagrado desde 1991. Esta confesión implícita en la circular y los trinos que le siguieron entristecen a cualquier colombiano que pide ayuda eficaz en medio de la crisis generada por el coronavirus. Quienes tienen la facultad para socorrer al país recurren a estrategias que no permiten dar a conocer la real habilidad que tienen para enfrentar el desastre, ¿Dónde queda la asistencia a los más necesitados? ¿Dónde queda el Estado Laico?

La religiosidad de un gobierno debe estar apartada de su política de Estado.La política no puede ser una religión porque es en medio de la crisis donde se demuestra de que están hechos sus mandatarios. Colombia es un Estado laico y, como tal, debe encargarse de entregar ayudas efectivas y no enviar a rezar a los ciudadanos. Cada ser humano es libre y esa libertad le sirve para consagrar su vida a quien desee, pero no en una pandemia. Los pueblos indígenas claman por ayuda y veremos la extinción de pueblos donde ni siquiera se tiene acceso a agua potable y su riesgo de vida está latente.

No sé qué piensan los mandatarios por estos días. Unos se preocupan por atacar otros Estados, otros tratan de gripiña a una pandemia y así varios de ellos han demostrado ser poco eficientes. invitando a sus gobernados a no tener miedo al coronavirus. No se trata de que tan valiente seas; se trata de ser responsable con la integridad de las demás personas. Cada uno sabrá que hacer con su vida y su salud, pero quienes abogamos por mejores condiciones nos preocupa el sufrimiento de quienes no tienen voz.

Esta no es una práctica de ahora; no podemos olvidar el exorcismo a la casa de Nariño, la consagración en comunidades religiosas a los futuros presidentes y una frase muy recordada que decía Pastrana al final de sus discursos “que dios los bendiga y que dios me bendiga”, algo que a la larga no es sino la promulgación de una falsa piedad en situaciones difíciles. El Estado no está para promover creencias porque ofenderá a quienes no las profesan alguna de ellas. Las plegarias estatales deben quedar limitadas a la puerta cerrada del Palacio.

Enlace del trino

Despedida de Pastrana en su discurso

*Sandra Castillo, abogada, @sandra_doly

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1 COMENTARIO

  1. El Estado Colombiano se debería preocupar es por el bienestar de la nación, sobretodo de los más vulnerables, no sirve de nada consagrar el país a ningún dios si no hace lo que tiene que hacer.

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