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Hay Festival. Cartagena de Indias. Conversaciones. 2006 – 2020.
Varios autores, con fotografías de Daniel Mordzinski.
Random House Mondadori.
278 páginas.
La lectura es un ejercicio solitario, una suerte de placer onanista; no sé cómo lo vean ustedes, pero yo siempre he sentido que la lectura es, básicamente, una experiencia personal; leer en voz alta me ha parecido forzado, de instrucción colegial, necesario o bonito tal vez, pero pasa como en las orgías: hay más baba de la que la soporto.
Pero el arte es una cosa más comprehensiva y generosa: deja, sin problema, compartir con otros y para otros esa experiencia personal. Encontrar un buen conversador para hablar de arte es una de las cosas más deliciosas que nos pueden pasar: sentarse, con un café o una ginebra, con quien te converse desde el corazón y no para posar de erudito o que te aburra con el interminable listado de los libros o artistas que conoce y tú no; alguien que te cuente las experiencias que le ha generado una lectura, lo que aprendió con un ensayo, con una obra plástica, lo que vivió a través de sus experiencias con el arte. Incluso lo que le aburrió. Para decirlo de una manera científica y técnica: hablar de literatura, a los que nos gusta, es una berraquera.
Ahora bien, escuchar a un escritor o una artista que admires, verle en persona, es igual de riesgoso: el ser humano puede quedar muy por debajo de tus expectativas, parecerte odioso, petulante, farsante y alejarte de su obra o, si corres con suerte, reforzar tu amor, adentrarte más en ese personaje que te tocó el alma o que te acompañó cuando leíste su libro antes de quedarte profundo. Por otro lado, esas conversaciones muchas veces se quedan en el olvido, sin un recuerdo escrito o audiovisual para repasar lo dicho.
Todos esos riesgos se corren en los festivales de arte (¿qué festival no es un riesgo?). Son espacios para hablar, conocer cómplices, antojarse de nuevos creadores, aprender, distraerse con la buena conversación, en fin, compartir vida. Y arte. El Hay Festival es el rey de esos festivales en el mundo. La historia es muy conocida: empezó en 1988 en Hay-on-Wye, Gales, y en 1996 llegó a Cartagena. Y se quedó. Ya se extendió a siete municipios del departamento de Bolívar, Medellín y a la bellísima Jericó, en el suroeste antioqueño.
El libro que hoy dejo en la Biblioteca de La Línea del Medio es una antología de 20 años del Festival en Colombia. Es un libro bellamente impreso, a color, pesado, con unas fotografías bellísimas de Daniel Mordzinski. Recoge conversaciones entre figuras como Chimamanda Ngozi Adichie y Alma Guillermoprieto; Yuval Noah Harari, Ha Joon Chang con Alan Yentob y Rosie Boycott; Carolina Emcke y Héctor Abad Faciolince; Yaa Gyasi y Peter Florence; Jonathan Frazen y Juan Gabriel Vásquez; Doris Salcedo y Juan David Correa, Mircea Cātārescu y Xavi Ayén; Stiven Pinker y Juan Diego Vélez, J.M. Coetzee y Soledad Constantini.
Es, en realidad, un adminículo que evita que a las palabras se las lleve el ventarrón cartagenero de las tardes: de su paladar de papel se pronuncian otra vez las palabras y las emociones colectivas que se han vivido en veinte años de encuentros alrededor del arte. Con un libro de estos en la biblioteca, no importa tanto si tuvimos o no el privilegio de ir a Cartagena, o si hicimos fila y nos asamos como plátanos bajo el sol canicular para conseguir una boleta y luego nos pasterizamos en el aire acondicionado de los recintos cerrados. El placer onanista de la lectura de esta antología de conversaciones nos permitirá revivir lo mejor de esa orgía de las emociones y la palabra que es el Hay Festival.

*Mauricio Arroyave, periodista, lector caprichoso y frustrado librero, @mauroarroyave. Canal de Youtube El Ojo Nuclear .