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Los abogados que bien le sirven al señor Maduro, prevalidos de su designación como magistrados del máximo tribunal venezolano, han hecho el mandado.
Este dia de la infamia democrática, 22 de agosto de 2024, en decisión cuyo contenido jurídico no comentaré pues no reúne tal carácter, los integrantes de la sala electoral de dicho tribunal, en comandita como siempre, ratificaron la amorosa proclamación que hicieren los rectores del CNE en el sentido que, a pesar de inciertos hackeos, de no presentar actas, de desconocer lo que es un hecho público y comunicacional en el sentido de quien fue la persona que ganó la elección presidencial venezolana del 28 de julio pasado, anunció como ganador al perdedor. Ello es, en toda regla, un golpe de estado con dos objetivos definidos relacionados, a saber, mantenerse en el poder y eliminar al voto como mecanismo de cambio en el país.
Así, a partir de ahora, mientras esas personas que dirigen el ente comicial sigan en sus puestos y quienes gobiernen Venezuela sean los mismos individuos que hoy lo hacen o sus compañeros de accionar, los venezolanos se abstendrán de votar pues su decisión es irrelevante dado que se proclamará al que el señor Maduro o Miraflores quieran.
La intervención del TSJ no es ociosa.
Esa construcción institucional la diseñaron quienes han gobernado Venezuela desde el 2005, cuando modificaron la ley de ese ente para incorporar a abogados que sentenciaren siempre a favor del poder y lo reiteraron el 2015 cuando perdiendo las elecciones parlamentarias, también -como hoy- por paliza, prevalidos de su posición designaron en menos de un mes a 13 magistrados principales y 20 suplentes que impidieron el accionar de la Asamblea Nacional elegida ese diciembre.
Si alguna bondad tiene lo refrendado hoy es que, al cambiar las cosas y nadie duda que cambiarán, todos los que se han prestado a la farsa que hoy se consumó pasarán a ocupar el lugar que la historia les tiene reservado con certeza, el basurero de la misma y quizás la cárcel por vulnerar la voluntad popular.
Son tiempos de cabeza fría.
Quienes han tomado ese camino están dispuestos a todo pensando que nuestra pasividad implica resignación lo cual es un craso error. Es solo furia contenida que se canalizará en los términos que la Constitución de 1999, esa que ellos desconocen a su antojo, permite.
*Gonzalo Oliveros Navarro, Abogado. Director de Fundación2Países @barraplural