About The Author
“La acción no debe ser una reacción sino una creación”
Censier.
“La imaginación no es un don, sino el objeto de conquista por excelencia”. (Breton).
“Cambiar la vida. Transformar la sociedad.”. Sorbona, Ciudad Universitaria
“Queremos las estructuras al servicio del hombre y no al hombre al servicio de las estructuras. Queremos tener el placer de vivir y nunca más el mal de vivir.”. Odeón
“La imaginación toma el poder.” Sorbona
Francia. Frases- Grafitis de mayo de 1968.

(Lea también: El Petroceno III: reforma política)
La alusión a una de las famosas frases de los “revoltosos”, estudiantes y obreros, del famoso mayo de 1968 en Francia, la imaginación toma el poder, nos permite encontrar cierto sentido, con la hora de cambio que está viviendo nuestro país en este tiempo. Claro que para aquellos del 68 se quedaron solo en la imaginación y nada de poder. El cambio inédito que vive Colombia, tal vez el único país de América Latina que no había experimentado la posibilidad de un gobierno de izquierda, quizás y a manera de hipótesis porque el antídoto para que no se diera fue precisamente la presencia de una guerrilla durante muchos años. Podría tenerse la ilusión de un nuevo periodo de la historia de Colombia y que por lo tanto habrán de verse cosas nuevas, como ya dijimos en anterior escrito (Petroceno III la Reforma política), respecto a un nuevo modo de hacer la política diferencialmente de la política tradicional. Ahora apelo a otra posibilidad: la de la imaginación como una fuerza o forma distinta de gobernar. Saber plantear de una manera distinta soluciones a tantos problemas que sufre la nación colombiana, es quizás salir del circulo vicioso, de la eterna noria que recicla y recicla los mismos asuntos desatendidos, recurrentes y que postran a la gente a la desconfianza y a la pérdida de esperanza. Pero imaginar soluciones viables y que si bien un período de 4 años puede no ser suficiente (sin por ello justificar dictaduras o prolongaciones a través de “articulitos”) algo se podrá hacer, eso sí pensando disruptiva o creativamente (no necesariamente inconstitucional o ilegalmente o en “estados de opinión”). Es una tarea difícil que parte de romper ataduras o caparazones ideológicos. Seguramente ya gobernar es difícil como para pedir genios creativos encargados de las distintas tareas gubernamentales.
Se ha dicho muchas veces, mas como prédica que como resultado que las cosas simples son a veces más contundentes que las complejas matrices de múltiples variables que llegan a lo mismo, pero enredando el camino. No es la recomendación de apelar inexorablemente a la sabiduría popular para lograr identificar el camino a recorrer, ni tampoco la sabiondería de quienes creen saber más por su concurrencia a algún estudio o título extranjero, tal vez en la conjunción de lo empírico y lo técnico se logre en un diálogo fructífero esa manera creativa de hacer las cosas de sello diferente para no seguir fracasando mejor.
Corresponde hacer ejercicios de imaginación en donde inclusive pueden generarse disparates o dislates, que desmenuzados pueden abrir caminos a soluciones distintas, pero como dice algún gurú de las “autosuperaciones”, hay que tener actitud. Hay que proponérselo sin duda, aun cuando el día-a-día de la rutina gubernamental imponga otras cosas.
(Texto relacionado: El petroceno II: Reforma policial)
¿Por qué esa recurrencia de los problemas en Colombia? ¿Por qué esa especie de fatalidad que nos conduce a concluir que nada cambia, que todo es igual? Y ahí puede hacerse el ejercicio de pensar y actuar de otra manera y de pronto surge algo distinto. El milagrito se hace carne.
Un parlamentario le ripostó al presidente Petro en una de las convocatorias de bancadas, que no se podía cambiar 200 años de institucionalidad de la noche a la mañana. De tal manera que la condena a 100 años de soledad se nos eleva a doscientos. Desde luego todo no se puede cambiar, pero si muchas cosas o quizás no tantas, pero hay que intentarlo. Especialmente aquellas que inciden más en situaciones adversas para los más vulnerables de nuestra sociedad.
En alguna época se hacía mofa de algunas “propuestas” de un eterno candidato a la Presidencia de la República, el célebre “doctor” Goyeneche. Quien proponía cosas como pavimentar el rio Magdalena o ponerle una marquesina a Bogotá (para palear lluvias). Pocos le atribuían al eterno candidato su gran imaginación sino los más le enrostraban su capacidad de decir cosas absurdas. La verdad es que deberíamos hacerle un homenaje a su imaginación quizás desbordada, pero exquisita en originalidad. Y como saldo pedagógico podría ensayarse mezclar sensatez con creatividad, cuando una promesa de cambio profundo arrojó la contienda electoral pasada.
Así es de que invocar la Imaginación para mezclarla con Poder, es un desafío que se impone a quienes han tomado las tareas gubernamentales, si quieren hacer cosas distintas y beneficiosas para este país. Por ejemplo, proponerles a todos los alcaldes del país a desarrollar un gran programa de uso de bicicletas que, subsidiadas, un millón de aparatos que producidos nacionalmente darían un fuerte impulso a la industria nacional y resolverían muchos problemas de movilidad “no contaminante” (el 90% de las bicicletas que se venden en Colombia provienen de China o Taiwán. Al año se venden 600.000 bicicletas). No si estoy desvariando con el ejemplo o “Goyenecheando”, pero es solo el esfuerzo de insistencia sobre la idea.
Estamos en una época post-pandémica, o comenzándola y se habló por parte de algunos visionarios que surgiría una “nueva normalidad”, a partir de la desnudez explicitada de un sistema que poco protege a la Humanidad y a la Naturaleza y desbocado en la incesante producción de mercancías de toda índole, reales o virtuales. Se ha hablado de mayor protección para una y otra, y no privilegiando esa endiablada competencia del crecimiento económico, que debe ser reorientado. Esto mismo hace que la imaginación fluya en la utopía o en la osadía de atreverse a plantear cambios y nuevas realidades o ¿estaremos condenados irremediablemente a 200 años de soledad y peregrinaje desértico?
(Le puede interesar: El petroceno)
*Víctor Reyes Morris, sociólogo, doctor en sociología jurídica, exconcejal de Bogotá, exrepresentante a la Cámara, profesor pensionado Universidad Nacional de Colombia.
Bien por la mención (que es un homenaje) al doctor Goyeneche. Lo recuerdo con su maletín y sus hojas en mimeógrafo, en especial en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional en Bogotá, con sus propuestas de mejora de la calidad de vida de bogotanos y colombianos. Se dice que hay que pensar lo imposible para conseguir lo posible. ¿Quien no desea mejoras en el transporte en Colombia a propósito de su interes en el río Magdalena, o en su preocupación por los chubascos y lluvias en Bogota y el malestar que ello causa ante calles mal pavimentadas o sistemas de alcantarillado poco eficientes? Ese interés nos une, nos distancia las respuestas que el daba, pero eso puede ser secundario.
Muy oportuno el recordatorio de la frase “la imaginación al poder” de Herbert Marcuse, que tomaron los estudiantes franceses en Mayo de 1968, en sus válidas protestas.