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Desde febrero de 1999 un nocivo fenómeno recorre Venezuela, la personalización de la política.
Hugo Chavez, desde la presidencia de la república, impidió que, tanto a nivel nacional como local, surgieren liderazgos que pudieren opacarle. Es eso lo que permitió que, a las puertas de su muerte, él decidiere -con nombre y apellido- por quien habrían de votar sus seguidores y es así como Nicolás Maduro llegó a ocupar la silla presidencial.
Este, a su vez, refinó el objetivo.
Así, a través del consejo nacional electoral y el poder judicial -minúsculas adrede- copta o judicializa partidos políticos y resuelve elecciones sin presentar actas logrando con ello no solo desestimular la participación en organizaciones políticas, sino también matando el voto como mecanismo de participación política pues cualquier resultado puede anunciarse sin que aquel los valide.
El problema, sin embargo, pareciere permear hacia sus adversarios.
He leído con interés los dos últimos comunicados publicados por el embajador y candidato presidencial a los últimos comicios, Edmundo Gonzalez Urrutia. En los mismos no hace mención ninguna de los actores políticos distintos a Maria Corina Machado o él ni de las organizaciones y factores políticos que le acompañaron en la campaña presidencial recién finalizada. Da la impresión de esos textos que solo dos personas fueron las responsables del resultado, lo que no es cierto.
Así como ocurre con una orquesta, donde todos los que la integran son necesarios para que el resultado sea óptimo, igual ocurre con la actividad política en la cual todos los actores que participaron deben ser reconocidos en su accionar. Desde el liderazgo político -aún menguado- que apoyó dicha candidatura hasta el simple militante de alguno de los partidos judicializados o no que, como miembro de mesa o testigo, trabajó en el proceso comicial.
Quizás la dirigencia que está directamente vinculada a la omisión que señaló no considere pertinente hacer pública la observación por las implicaciones que eso pudiere tener. En nuestro caso nos sentimos en libertad de hacerlo pues nuestro exclusivo interés es que, el estado de cosas que nos condujo a nuestra actual situación, no se reproduzca si hay un cambio de rumbo a lo interno del país.
Venezuela requiere partidos fuertes, no liderazgos impositivos. No repitamos uno de los errores que a esta tragedia nos condujeron quienes han ocupado el Palacio de Misia Jacinta durante este siglo 21.
*Gonzalo Oliveros Navarro, Abogado. Director de Fundación2Países @barraplural