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Cuando no se rechaza la violencia o se permanece inmóvil ante esta, pueden ocurrir catástrofes alrededor sin hacerse nada para evitarlas.
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El comportamiento humano es complejo, puede vivir libre sin realmente serlo físicamente, puede vivir preso siendo físicamente libre. Cada persona cambia por el simple hecho de desear hacerlo. El amor es una decisión constante, el enamoramiento es un estado temporal y así múltiples formas de ver la vida, de amar, odiar y hasta matar. Hoy son necesarias mil palabras para entender y aun así no se comprendería porque somos indiferentes o porque nuestro lenguaje es estático ante situaciones adversas.
En este instante debería dolernos el sufrimiento ajeno por lejano que sea, varios países están soportando la violencia, el caos y la humillación por causa de hombres poderosos que necesitan saciar sus deseos. Como lo menciona Santiago 4:1-3 “¿De dónde brotan esas guerras y luchas internas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar.”
En Colombia la violencia no ha cesado, aunque se intente por todos los medios apagar el conflicto, no termina. Pero no es el único, al otro lado del mundo Ucrania y Rusia siguen devastando sus países. Explotó de forma incontrolada Israel y Palestina, un conflicto desigual con inocentes en el medio, niños, hombres y mujeres asesinados. Este es cubierto por algunos medios con un lenguaje que desvirtúa a los seres humanos y los hace ver como si unos tuvieran mayor y otros menor valor, cuando en realidad, independientemente de si son judíos o palestinos, todos valen e importan mucho y por igual. El sufrimiento no tiene color ni raza, todos somos la imagen de El Creador y no estamos divididos en categorías, al final nadie podrá irse de este mundo con sus bienes.
No puede ser un tema de quien ejecute más o menos venganza, mientras el mundo observa y unos se ponen la camiseta de un color o citan una religión.
Esto dijo hace muchos años John Lennon en su canción de paz Imagine:
Imagine there’s no countries It isn’t hard to do/ Imagina que no hay países No es tan difícil de hacer
Nothing to kill or die for And no religion too/ Nada por qué matar ni por qué morir y ninguna religión tampoco
Un conflicto histórico como el de Israel y Palestina, es extremamente sensible. Aquí no se trata de quien multiplica el número de civiles muertos. Es urgente reconocer y señalar que es indispensable parar y no llegar a la devastación total de un pueblo, de los habitantes de Gaza.
Aquí el lenguaje es importante, los titulares dicen “Guerra entre Israel-Hamas”. Esto “no es una guerra”, los palestinos no son reconocidos como Estado y no tienen ejército para defenderse. Hamas perpetró un crimen, es cierto, pero ¿se debe acabar con hospitales, escuelas y una población hacinada, sin agua, sin recursos y cautivos? Con sinceridad lo que hemos visto son civiles desgarrándose de dolor y no a algún miembro de Hamas. Entonces la incursión militar es ¿contra quién?
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Es aquí donde se ponen a prueba nuestros sentimientos y el principal de ellos la indiferencia ante sufrimiento del ser humano que recuerda un maravilloso himno de León Gieco “Solo le pido a Dios”.
Solo le pido a Dios
Que la guerra no me sea indiferente
Es un monstruo grande y pisa fuerte
Toda la pobre inocencia de la gente
Quizá ninguno de nosotros seamos indiferentes ante situaciones tan dolorosas como el sufrimiento humano. Pero cuando no se rechaza la violencia o se permanece inmóvil ante esta, pueden ocurrir catástrofes alrededor sin hacerse nada para evitarlas. El poema “Y por mi vinieron” es una muestra de sucesos que perciben la indiferencia del hombre.
Primero vinieron por los socialistas, y guardé silencio porque no era socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas, y no hablé porque no era sindicalista.
Luego vinieron por los judíos, y no dije nada porque no era judío.
Luego vinieron por mí, y para entonces ya no quedaba nadie que hablara en mi nombre.
-Martin Niemöller
Estas palabras fueron inspiradas por lo ocurrido en la segunda guerra mundial ante el silencio.
Hoy el sufrimiento esta siendo publicado en redes sociales, televisión, radio y prensa. Duelen los niños, las niñas, las mujeres y los hombres, sin importar su lugar de origen. Deben ser juzgados y condenados aquellos que asesinan inocentes, la indiferencia es permisiva para que se cometan más crímenes. Es tiempo de hablar fuerte y con toda claridad. La historia verá con horror, demandará y nos juzgará por estos hechos, que en el futuro nos afectarán a todos.
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*Sandra Castillo, profesional en derecho, estudios de Maestría en Paz, Desarrollo y Ciudadanía. @sandra_doly