About The Author
Te sentías muy valiente cuando detrás de los armados que financiabas decidías quién debían morir; te calculabas el más listo mientras dabas coimas para que te adjudicaran la obra; te creíste de mayor rango porque los famélicos y menesterosos te rendían pleitesía; te asumiste poderoso porque las puertas se abrían a tu paso; te apropiaste de la voz de terceros y hablabas a tu antojo por su boca: te pensaste rey, amo, salvador y justiciero, empero y ahora que te vemos huir y esconderse sabemos que no eras nada de eso y que el único epíteto que cabe en tu ropa Armani es el de COBARDE. Hoy, que la justicia devela tus trampas, crímenes y argucias vimos tus manos manchadas de sangre y entonces, del otrora frentero y tropero no queda nada más que la estampida. Huyes como el más patético de los cobardes refugiándose en otras naciones; huyes como pusilánime que debe rodearse de mentiras y triquiñuelas, de amigos bandidos para que te hagan coro, de medios de comunicación afines que vociferan tu inocencia; huyes levantando calumnias a tu paso con las que aspiras ocultar tu siniestro actuar; huyes diciendo que eres un perseguido político pretendiendo que tus compinches de la Fiscalía precluyan la investigación aupándote como mártir; huyes con la estrategia miserable de que los abogados dilaten las audiencias tramando el vencimiento de términos. Huyes y escapas porque no eres otra cosa que un acoquinado, un amilanado que no puede poner la cara ante el país y decir con real valor: “Acepto los cargos” Podrás repetir mil veces ante los micrófonos y en las audiencias que eres inocente, pero, cuando estés solo y mirándote al espejo no habrá lugar para mentiras y sabrás cada noche, cada segundo y a cada instante, que eres un bicho de poca monta incapaz de asumir sus errores. Ya no pareces tan seguro cuando estás en el banquillo, en La Picota: tu voz no es la rotunda que nadie contradecía. Te ves intranquilo, incómodo, temeroso, te ves lo que eres: un pobre ser humano.
*Roque Monteiro. comunicador social – periodista retirado, fotógrafo sin cámara, autor de varias novelas, cultivador de yuca y viajero incansable. Miembro del colectivo Psicolombianos de Diván.