About The Author
El gobierno le tiene miedo a la calle, odia la calle, la desprecia; sólo defiende la democracia como sustento de su clientelismo.
Esta columna es dedicada a las familias de los y las jóvenes asesinados en los últimos días a manos de las fuerzas militares colombianas. Lo de los últimos días, legitima, con creces, los adjetivos de asesinos y criminales.
(Lea también: El fascismo del siglo XXI)
En no pocos momentos de la historia reciente del país, hemos visto como los representantes del uribismo se han jactado de ser los defensores de la democracia. Pese al gran número de ocasiones en las que se pueden evidenciar el carácter antidemocrático del uribismo, entre los que se cuentan, una reforma constitucional para ampliar el periodo presidencial, el intento de una segunda reforma y el asesinato de 6.402 jóvenes inocentes, el uribismo mantuvo el parámetro de ser un partido político democrático.
La realidad es otra: el uribismo es totalmente antidemocrático. El último año ha hecho aún más evidente no sólo el carácter antidemocrático del gobierno uribista, sino también el desprecio uribista para con los colombianos “de a pie”. La pandemia ocasionada por la Covid-19, no es la causa de los problemas en Colombia. De lo que sí es responsable la pandemia es, sin dudas, de obligar al uribismo a quitarse la máscara: cooptación de los poderes públicos, clientelismo, utilización política de la fiscalía, criminalización de la protesta social. Pero lo peor estaba por venir en dos actos: la reforma tributaria y la reforma a la salud fueron el primer acto y, el segundo, la represión abierta y totalmente injustificable de la población civil.
(Texto relacionado: La “caída” del uribismo)
Las redes sociales se han convertido en el foco de comunicación popular, para dar a conocer los vejámenes de los que la población civil está siendo víctima. Álvaro Uribe dio la orden, Iván Duque la siguió y las fuerzas de represión estatales las ejecutaron sin pensar. El resultado: asesinatos y violaciones a los derechos humanos, por parte de militares y policías. El gobierno Duque sólo ofrece balas, bolillo y gas a quienes se manifiestan contra su gobierno. El diálogo y los consensos no existen; sólo hay militares en la calle, con toda su dotación, disparando a discreción. La incapacidad política de Duque de ser alguien más allá del fascismo uribista y su desprecio por lo popular lo llevaron a darle un jaque-mate a la ya débil democracia colombiana. Esto se evidencia por medio del tratamiento militar de la protesta social, la supresión práctica de las autoridades políticas regionales y el patético intento del ministro de defensa por deslegitimar las protestas arguyendo infiltración.
El gobierno le tiene miedo a la calle, odia la calle, la desprecia; sólo defiende la democracia como sustento de su clientelismo. El uribismo odia la democracia.
(Le puede interesar: Urgente: El uribismo busca enemigo)
*Juan Camillo Castillo, M. A. Philosophie.Ph. D. Student Universität Leipzig, @Bi_Bite
Soy Colombiano,residenciado en los EE.UU.desde mas de 30años-
Soy un emigrante economico y ciudadano de 2da en este pais.
En aquellos años(70y 80s) no tuve oportunidad de ir a la universidad y muy pocas oportunidades de obtener un trabajo decente,un sistena sanitario precario y sitios de recreación insuficientes para la mayoria de la población,solo se conseguia trabajos con palancas.No tuve otra alternativa que viajar a “conseguir el sueño americano”.y todavia sigo en este pais sin ninguna alternativa real de regresar a mi Colombia.