La “caída” del uribismo

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Esta crisis de legitimidad debe ser aprovechada por los sectores progresistas del país para afianzar la legitimidad propia y la construcción de vínculos con la base social.

El 4 de agosto será recordado como un día histórico en Colombia. A partir de ese día, aunque por ahora no sea de forma definitiva, el nombre de la hacienda “el Ubérrimo” pasó a ser el de ‘Establecimiento Carcelario ‘El Ubérrimo’’. Sí, lo que parecía hace un par de años algo casi imposible, hoy es una realidad: Álvaro Uribe estará los próximos meses y, quizás años, en casa por cárcel. Para eso, deben ser resistidos los ataques fascistas que el uribismo desarrollará en los tiempos venideros. En las próximas líneas presentaré tres pequeñas reflexiones en torno a la “caída” del uribismo.

Lo primero que quisiera destacar es que, como bien lo dije en una columna publicada en este medio en noviembre del 2019, soy de la firme convicción de que Uribe se encuentra en una etapa de decadencia. Esa decadencia está provocada, en gran parte, porque los poderes fácticos colombianos así lo permiten y desean. Defiendo la idea de que, contrario al 2002 cuando Uribe fue en el punto de cohesión de las élites rurales, citadinas e ilegales en la lucha contra las FARC, hoy por hoy, después de 18 años, Uribe no representa ni la necesariedad de esa lucha contra las FARC ni el país que las élites tienen en mente. Sergio Fajardo es quién encarna ese deseo; él gusta a las élites y simula integridad y renovación política

Así, de camino a las elecciones presidenciales del 2022 y frente al fracaso en todos los campos de la actual gestión uribista, las élites colombianas se han desligado poco a poco de Uribe y su proyecto. Una última prueba de esto es el nulo apoyo que han dado “los gremios económicos” a la última propuesta antidemocrática del uribismo: una nueva constituyente.

En segundo lugar, el uribismo es un fenómeno fascista a la colombiana. Su accionar, su ideología de exterminio, su eliminación de la otredad y sus estrategias políticas son características propias del fascismo. Uribe y su secta se encuentran ahora en una dicotomía: atacar al Estado de derecho y la lánguida democracia colombiana o dejar solo a su líder. Ellos que, bajo la máscara de la legitimidad de la legalidad, durante años han reunido gran poder político y militar se enfrentan hoy al problema de que, sin Uribe, son un poco más que una reunión de intereses egoístas. Uribe le dio forma a ese proyecto fascista. El Centro Democrático luchará ahora y en los próximos dos años por salvarlo, esto es, por salvarse. El problema al que se enfrentan es que el uribismo, contrario a los fenómenos fascistas clásicos de los años 30’ y 40’ del siglo pasado, no ha construido su fortaleza política y su fuerza con base en la construcción de un movimiento social y político de base. No. El uribismo no es ni tiene movimiento alguno, como lo confirmaron las “manifestaciones” del 7 de agosto; el fascismo uribista es una imposición burocrática y clientelista que, pese a sus grandes “triunfos” electorales, está completamente desligado de la base social. Los siguientes serán, pues, dos años de luchas internas, intentos antidemocráticos de acabar con la independencia judicial y, sobre todo, de intentos por lograr imponer en el imaginario colectivo la figura de un gran enemigo a vencer (FARC-Nueva generación, Venezuela), que le permita al Centro Democrático recobrar algo de la legitimidad que han perdido en los últimos años.

En último lugar quiero resaltar que, más allá de la alegría que, en algunos casos pudo, darse por la noticia de la medida de privación de la libertad para Uribe, esta crisis de legitimidad debe ser aprovechada por los sectores progresistas del país para afianzar la legitimidad propia y la construcción de vínculos con la base social, que permita en el 2022 formar un gobierno progresista, democrático y popular. Sería una lástima perder esta oportunidad histórica de revertir la tendencia ultraconservadora de las votaciones en Colombia y continuar, por ejemplo, bajo la manta uribista o en los brazos de Fajardo. El uribismo tiene en estos momentos una rodilla hincada al suelo; es tarea de los sectores progresistas confirmar su caída y darles el lugar que les corresponde en la historia colombiana: el de la violación de los derechos humanos y la imposición de políticas antipopulares.

*Juan Camillo Castillo, M. A. Philosophie.Ph. D. Student Universität Leipzig, @bi_bitte

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1 COMENTARIO

  1. Creo que sea este el punto de vista màs objetivo e imparcial que he leido sobre todo lo que se ha publicado acerca de la situaciòn de ese siniestro personaje y, la situaciòn que se podrìa crear para sacar adelante nuestra raquìtica democracia; y asì finalmente los Acuerdos De Paz puedan tener su propio curso.

    Gracias infinitas.

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