La construcción de una democracia

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Sacado del Senado de la Republica de Colombia

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La democracia está por construirse en este país en transición, en medio de una pandemia, con un gobierno anti-democrático y una oposición más dedicada a autodestruirse que a convertirse en poder.

Sacado del Senado de la Republica de Colombia

Los últimos tres años de aplicación del Estatuto de la Oposición han sido un aprendizaje, quizás a golpes, de cómo construir una verdadera democracia. Una democracia donde la oposición tiene derechos garantizados por el sistema y donde realmente tiene un lugar competitivo. Estos últimos años han estado marcados también por una oposición real, en un contexto donde la “oposición” tiende en últimas a no ser diametralmente diferente al gobierno. La oposición se ha ido dividiendo con el tiempo. lo cual no le ha hecho ningún favor a la ya difícil aplicación del Estatuto de la Oposición.

Hay dos herramientas esenciales de los derechos de la oposición en Colombia: la reforma de equilibrio de poderes y el Estatuto de la Oposición. El primero es una ambiciosa reforma constitucional que presentó el presidente Santos en 2015. El otro es el Estatuto de la Oposición, una promesa de la Constitución de 1991, que finalmente se concretó luego del Punto 2 del Acuerdo Final de Paz, donde se dan mayores garantías al ejercicio de la oposición. 

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Para gran ironía en un país donde rara vez existe oposición real, el primer beneficiario de la curul en el Senado para el segundo puesto de la elección presidencial fue Gustavo Petro. Había sido muy claro que su interés de lanzarse a la Presidencia estaba en la Presidencia y no en volver al Congreso, del cual había salido para lanzarse a la Alcaldía de Bogotá años antes. 

Pero Petro fue víctima, como luego lo sería su fórmula, de las analogías mal hechas entre las elecciones de marzo y las de mayo. Al lanzarse por firmas, a pesar de luego haber sido avalado por dos partidos políticos, la Colombia Humana no era un partido reconocido por el Consejo Nacional Electoral por no haber superado el umbral legal en las elecciones al Senado. El tema llegó a las cortes y, finalmente, la Corte Constitucional decidió que la Colombia Humana no era un partido político. Esto implicó que Petro no podía liderar la oposición, pues no era parte de un partido de oposición, ni tenía garantías para siguientes elecciones como lo tenían los demás partidos en el Congreso.

Similarmente, Ángela María Robledo se estrelló con el equilibrio de poderes cuando fue destituida por doble militancia. De nuevo: Ángela María Robledo salió del Congreso para ser Vicepresidenta, no para volver al Congreso. Cuando Marta Lucía Ramírez se enfrentó a una similar demanda, se determinó que la Vicepresidencia no podía incurrir en doble militancia. No obstante, a Robledo le fue aplicado el estándar del Congreso de la República y debió haber renunciado al Partido Verde un año antes de las elecciones para entrar a la Colombia Humana (que, de nuevo, tampoco existe). 

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Con el Estatuto de la Oposición, ha habido también serios problemas, que han demostrado el poco interés del gobierno en construir democracia. El primero, que pasó un tanto desapercibido, se dió cuando la oposición estrenó las réplicas en televisión a las alocuciones presidenciales. La primera vez se dió después de las objeciones a la ley estatutaria de la Jurisdicción Especial de Paz y Juanita Goebertus replicó a la alocución presidencial. Desde entonces, el Presidente optó por mandar sus mensajes por WhatsApp a los medios de comunicación, en vez de hacer el procedimiento legal por la ANTV. Esto se hizo al menos en dos ocasiones, cuando renunció Nestor Humberto Martinez a la Fiscalía General y cuando Jesús Santrich e Iván Márquez retomaron las armas. Similar efecto tuvo la introducción de su programa diario, que resultaba ser una alocución diaria sin oportunidad de réplica. 

También se vio golpeado el Estatuto de la Oposición en la apertura del Congreso de 2019, cuando el presidente del Senado Ernesto Macías optó por hacer una “jugadita” que le quitaría la cobertura televisiva a la réplica de la oposición a Duque. Al terminar su intervención, el Presidente se dirigió a radicar proyectos llevándose con si el cubrimiento de medios. En esa ocasión, Jorge Enrique Robledo llevó el tema a la Corte Constitucional y se le dio el derecho a utilizar tiempo en televisión pública para compensar el tiempo perdido por la “jugadita”. No obstante, ni en 2020 ni en 2021 el Presidente ha escuchado a la oposición en el recinto del Congreso.

El 20 de julio de 2021, se dió un último golpe al ya masacrado, como mucho en este gobierno, Estatuto de la Oposición. Dos terceras partes del Senado optaron por votar en contra del candidato que, según los acuerdos entre partidos que existen desde 2018, debía tener la Segunda Vicepresidencia. Dada la victoria del voto blanco, se dió un segundo voto donde ganó el senador verde Iván Name, aunque el Estatuto de la Oposición exige que no se repitan partidos en tanto no hayan tenido una oportunidad todas las bancadas. El apoyo de las mayorías para tener vicepresidente de oposición en últimas se constituye en que las mayorías deciden por la oposición. 

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Una conclusión es que Iván Duque es un mal aliado para construir democracia, aunque sería tan solo parcial, porque él no es protagonista de todas nuestras historias. Otra, quizás más compleja, es que la democracia colombiana sigue siendo un proyecto por cumplir. La idea de una oposición con garantías de participación es un reto grande, anti-intuitivo en la idea de que la democracia es solo para quienes ganan. Las violaciones a estas dos herramientas son tan solo anécdotas dentro de la construcción de una democracia en un país en transición, en medio de una pandemia, con un gobierno anti-democrático y una oposición más dedicada a autodestruirse que a ser poder. 

*Camilo Villarreal, estudiante de derecho en la Pontificia Universidad Javeriana. Activista por la paz. Co-coordinador Rodeemos el Diálogo Joven, donde ha desempeñado trabajos respectivos a la veeduría de la implementación, pedagogía y construcción de memoria histórica.

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