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La igualdad es una necesidad vital del alma humana. La misma cantidad de respeto y de atención se debe a todo ser humano, porque el respeto no tiene grados. Simone Weil,(1909-1943). filósofa, activista, política y mística francesa. Es conocida por su defensa de la justicia social y su oposicón al fascismo.
“Igualdad de derechos para todos, privilegios para nadie”. Thomas Jefferson. (1743-1826.). 3er. Presidente de EE. UU.
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La desigualdad parece algo “natural”. Quienes exponen esta posición acuden a los argumentos de diversidad en la propia Naturaleza. Se está confundiendo diversidad con igualdad de oportunidades. Diversos somos, en las plantas, en los animales y en los humanos. Cuando se expone la tesis de la igualdad se hace referencia a dar igualdad de oportunidades y de condiciones para todos. Somos iguales en derechos y deberes.
Desde el discurso de Rousseau sobre la desigualdad entre los hombres (1754), en donde analiza la desigualdad natural entre humanos que no le interesa propiamente analizar, sino la producida por la moral (social) y la necesidad de establecer, por el contrario, la igualdad de derechos conculcada por la avaricia, la riqueza y el poder. Hasta las más recientes o contemporáneas manifestaciones en favor de la igualdad de derechos, entre ellas, la Declaración Universal de Derechos Humanos que dio origen constitutivo a Naciones Unidas (1948), Han venido posteriormente importantes aportes de la filosofía política sobre esta misma materia -la equidad-, de parte de Hannah Arendt, John Rawls, Ronald Dworkin, Amartya Sen y otros. Pero no es mi propósito hacer una disquisición sobre la desigualdad, que es un tema muy duro porque nuestro país, Colombia es un país muy desigual, refrendado por las estadísticas y no por los discursos populistas. El coeficiente de Gini, que mide la relación entre ingresos y población (si se acerca a 0 indica la perfecta distribución equitativa y si se acerca a 1 la perfecta concentración y desigualdad) muestra un país de mucha concentración del ingreso. La buena noticia es que hemos disminuido un poco (pasamos de 5,63 a 5,56), pero diríamos es un consuelo, en medio de tanta concentración. La mala noticia es que seguimos en el ranking alto de la desigualdad. Lo que pretendo esta vez es analizar situaciones específicas que reflejan ese ejercicio de desigualdad.
1. Desafío a la Igualdad. Este es un caso insólito y se refiere a un programa de televisión. Y se llama el Desafío XX, que tiene de los más altos ratings de sintonía y que ya había hecho alusión al mismo en otro escrito y por las mismas razones (30/04/23). Este programa es un perfecto reflejo de nuestro país en términos de desigualdad. Se supone que es una competencia de estilo deportivo a través de una serie de pruebas de unos grupos de equipos conformados por hombres y mujeres de sobresaliente capacidad competitiva. ¿Pero qué pasa? Sus reglas no son las de una competencia sino de una guerra. El que gana se lleva todo y deja al otro grupo en clara desventaja competitiva. Es decir, la lógica del juego es debilitar al oponente por hambre y difíciles condiciones de vivienda (habitabilidad). Los grupos no compiten en igualdad de condiciones. Aquí ya hay una fractura de los principios de la competencia: igualdad de condiciones. Predomina la lógica de la guerra: “debilitar al enemigo”. Otra cosa sería competir por puntos y el que más obtenga gana, pero manteniendo condiciones iguales. Alguien podría decir: pero es un programa de TV. Sí, pero la televisión quiérase o no tiene siempre un saldo pedagógico, un efecto educativo y este es indudablemente negativo o reforzador del imaginario de la desigualdad en nuestro país y de su “naturalización”.
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2. Restricciones acuáticas con pretensiones de equidad. La crisis de agua que vive la ciudad de Bogotá, por efectos climáticos. ha llevado a un racionamiento del servicio de acueducto, que implica cortes de agua por sectores de la ciudad, como es bien conocido y padecido. Estos cortes duran un poco más de 24 horas. Ahora se está planteando un tope máximo de uso del agua por vivienda así: los estratos 1,2,3 y 4 un máximo de consumo mensual de12 metros cúbicos y los estratos 5 y 6 (los más altos) 9 metros cúbicos. Aquí hay varios puntos de análisis: La empresa de Acueducto afirma que los estratos 5 y 6 son los que más gastan agua. La directora de la Comisión de Regulación del Agua potable (CRA) dice que son los estratos 2 y 3 los que más se sobrepasan (El Espectador). La clasificación por estratos de Bogotá es muy débil, es más impresionista que precisa, no tiene una base científica y estadística sólida (en su momento se dio gracias al ojímetro). Al poner más cupo para los estratos más bajos a quienes el agua les cuesta menos hay más riesgo de mayor gasto. Realmente el mayor o menor gasto de agua depende del número de personas que ocupan una vivienda. Mientras no se pueda establecer este criterio se estarán cometiendo equivocaciones para el cobro adecuado de la tarifa de acueducto.
3. No pagar paga. A raíz de la manida Reforma a la Salud pretendida por el Gobierno Petro y que fue negada en trámite pasado en el Congreso de la República, de nuevo vuelve el mismo proyecto, que tiene la pretensión práctica de eliminar el aseguramiento para garantizar el derecho a la salud. Esto es muy riesgoso porque implica que da lo mismo aportar a la salud o no hacerlo, especialmente cuando tenemos un enorme sector informal de la economía que precisamente es informal porque no cumple con las obligaciones prestacionales, entre ellas el aporte a salud. Cuando uno de los problemas graves del sistema de salud es su crisis de financiamiento y poner en riesgo ese financiamiento es peor el remedio que la enfermedad. Ay los delirios ideológicos del “estalinismo sanitario”.
CODA: Lograr una sociedad menos desigual debe ser por mucho tiempo un objetivo de Estado y de nuestra sociedad. Es irrenunciable y a veces con el fin de disminuirla estamos colaborando a mantenerla, tal vez sin quererlo.
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*Víctor Reyes Morris, sociólogo, doctor en sociología jurídica, exconcejal de Bogotá, exrepresentante a la Cámara, profesor pensionado Universidad Nacional de Colombia.
Mi querido doctor Reyes: como siempre, sus artículos reflejan objetivamente nuestra realidad social y económica, solo que hay que asociarla con la falta de solidaridad y respeto por los derechos fundamentales de muchos ciudadanos .