¿La historia se repite?

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A pesar de todo, Sergio Villarreal, estudiante, mantiene el optimismo.

No hay ninguna duda de que cuando el ‘uribismo’ volvió al poder había fantasmas del pasado que, para muchos alternativos, fueron como revivir una pesadilla. Estamos a poco más de dos meses de que se cumplan dos años o la exacta mitad del periodo de Iván Duque en la presidencia y lo que nos dejan estos últimos años no son para nada consoladores.

Primero, fueron las atrocidades del ejército. No detesto a las fuerzas militares como se suele decir para callar a los críticos. He visto a primera mano soldados que darían su vida por su pueblo y es precisamente por ellos que es tan importante denunciar las fallas sistemáticas de la institución. Nadie esquiva balas para que Nicasio Martínez pueda chuzar periodistas, opositores y militares retirados. Las primeras noticias fueron macabras: un bombardeo de parte del ejército que terminó con la muerte de menores de edad. Con la arrogancia y desconexión que ha caracterizado a este gobierno, Duque dijo “¿de qué me hablas, viejo?” y el ministro de defensa salió con acusaciones sin mérito hacia menores de edad y chorros de babas. Se hizo una moción de censura, se cambió de ministro y poco cambió.

Poco después llegaron las ChuzaDAS, un fantasma cercano a la memoria y trauma de la izquierda colombiana, que recuerda una época donde ser opositor de Uribe o votar en contra de sus intereses podía ponerte a ti y a toda tu familia y seres queridos en peligro. Todos estaban en la lista, jueces, periodistas, congresistas e incluso militares retirados. No había garantías en absoluto de que cualquier comentario o mensaje de texto que alguien mandara no pudiera llegar a esa oscura figura del Centro Democrático a la cual el ejército le mandaba los datos. Y como para hacer triplete llegaron los gringos a “combatir el narcotráfico”, como lo hicieron esos días de los 2000, cuando todo esto una vez empezó.

Entonces, ¿qué ha cambiado? En una conversación con Aída Avella para una investigación que estaba haciendo sobre la masacre de la Unión Patriótica, ella me dijo “ahora tenemos estos aparatos (celulares)”. Me recordó que una denuncia ahora puede llegarme a mí a Usaquén al mismo tiempo que a un campesino en Putumayo y a un joven activista en Apartadó. Ahora, hay memoria; el pueblo colombiano no volvió a creer que querer la paz es ser guerrillero y los más de 10 millones de votos de candidatos pro-acuerdo en la primera vuelta comprueban eso. Además, la vida se volvió un bien común. Hoy, a diferencia de los 80 y 90, tenemos protestas multitudinarias por asesinatos al otro lado del país. La indiferencia está poco a poco acabándose y los cuentos que permitieron capítulos infames de la historia política colombiana como lo fueron el Frente Nacional y el Estatuto de Seguridad ya no se creen. Hoy somos más solidarios, nuestros jóvenes más activos y la sociedad más despierta y es solo por eso que nos podremos salvar.

*Sergio Villarreal, estudiante del Colegio Anglo Colombiano, miembro de Defendamos la Paz Jóvenes y parte del comité organizador de la marcha por la vida del 26 de Julio, @sergiolideres

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