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La natación colombiana crece, pero en seguidores, en redes sociales.
Desde los Juegos Centroamericanos de Barranquilla, los Juegos Panamericanos de Perú, el título suramericano frente a la selección C de Brasil en Argentina (que tendió una cortina de humo al omitir del análisis el retroceso en las marcas de nuestros nadadores) y los diferentes sitios de concentración para los Juegos Olímpicos y los Juegos mismos, no se ha visto ningún progreso en nuestros deportistas, no se han cumplido las expectativas y parece que nos estamos acostumbrando a vendarnos los ojos ante los atropellos en la información suministrada por la Federación Colombiana de Natación – FECNA -.
Es lamentable que la preocupación del actual Comité Ejecutivo de la Federación no sea “la realidad política y social del deporte”. Para ellos, lo más grave es que salga a la luz pública y no la puedan esconder, disfrazar, sobornar, enmascarar o no logren inventar una historia al precio que sea para salvaguardar su necesidad de poder, un poder por el poder y no para cambiar o transformar en bien de la juventud porque para hacerlo se necesita capacidad.
Los resultados de nuestros atletas son el fiel reflejo de la actual administración FECNA. Bien dice el viejo y conocido adagio popular: “No se le puede pedir peras al olmo”.
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En la Natación Carreras, nos representaron dos deportistas que, como todos sabemos, fueron invitados por universalidad. No clasificaron, apenas llegando a marcas B. Han dejado en el olvido el espíritu de la perseverancia, de entrenar y lograr, pero, en cambio, se embriagaron de redes sociales con comentarios que generaron falsas expectativas, con publicaciones de que disputarían semifinales y finales, como si las competencias de natación se ganaran en una rifa o por un milagro celestial.
No se necesita ser muy inteligente para saber con la marca que vienes nadando dónde quedarás en una carrera. Además, tocó ver con nostalgia que jamás mencionaron agradecimientos a sus entrenadores; parecía que llegaron solos al lugar donde se encuentran ahora. Los defensores más asiduos de sus capacidades se encuentran confinados en el cuarto de San Alejo, no se les da ningún tipo de reconocimiento y ni qué hablar que en sus redes sociales haya un #gratitudamientrenador. Les da igual con quién vayan, total fueron hacer lo que se les diera la gana o a narrar al mejor estilo periodístico su estadía en la villa olímpica – sus camas, comidas, ingresos a las piscinas, paisajes y muchas cosas más -. Esperemos que por lo menos el señor entrenador Luis Fernando Salazar, quien conoce como nadie a sus dos pupilos, haya aprendido algo en su paseo a Tokio a ver si así generamos algo de credibilidad, liderazgo y dirección en una natación cada vez más identificada con la mediocridad.
En los Clavados, vimos a completos desconocidos, clavadistas fuera de forma, sin fuerza, obesos. ¡Qué pena ver el declive de tantos años de aprendizaje y éxitos! Una cosa es que los deportistas de apreciación puedan sufrir traspiés, como caerse del trampolín, regresarse en una mala salida y otra muy diferente ver de principio a fin una competencia tan deficiente como los puntajes recibidos. ¡Cómo extrañamos las lágrimas de estos mismos clavadistas que, cuando no lograban su objetivo final, rodaban por sus rostros sin pena de nada ni de nadie! ¡Cuánto extrañamos las felicitaciones por el progreso técnico y por los resultados de otros países que veían en nosotros la palabra Sí se puede!, ¡Cuánto extrañamos sus ejecuciones impecables y los pasos a la final!
Pero todo no es malo. Claro que sí cabe una felicitación grande: crecieron en seguidores en sus redes sociales y se llenaron de júbilo agradeciendo a la Federación su gran aporte. Esta modalidad debería estar en su punto más alto, no solo por talento, sino también por una alta inversión de los comités anteriores.
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En la Natación Artística, ¡qué hermosa representación! Solo podemos elogiarlas y darles todos nuestros aplausos. Nunca prometieron más de lo logrado. Por el contrario, siempre transmitieron energía, calidez y alegría en su presentación. Hicieron vibrar a un país con su coreografía de salsa y sentirnos orgullosos de vivir en Colombia. Fueron admiradas y respetadas al punto que las redes sociales de la Federación Internacional de Natación les brindaron varias veces lugar en sus publicaciones.
En Polo Acuático, – todos los miembros del Comité Ejecutivo de la Federación se jactan de ser polistas -, jamás se asoma una clasificación mundial y mucho menos olímpica, porque se lleva años celebrando un campeonato nacional entre tres departamentos para favorecer el sueldo miserable que entrega INDERVALLE a los medallistas de oro de los juegos nacionales. El desarrollo claramente está en los torneos inter-clubes que, al no favorecer al Valle, tienen posibilidad de progresar, ni de crecer. Un deporte sostenido por polistas de tomo y lomo que no se rinden y esperan un mejor futuro para esta modalidad. Lamentablemente, la FECNA poco o nada hace por ellos.
Así es como damos final a otro ciclo olímpico con los peores resultados de los últimos 12 años, con deportistas y entrenadores moldeados a su imagen y semejanza, apariencia, falsas promesas, admiraciones mutuas y, en el corto plazo, la infaltable placa de reconocimiento a su maravilloso rendimiento en Tokio.
Atrás quedaron los Comités Ejecutivos que le dieron status al deporte, el cual se viene diluyendo con los menores logros que, con sacrificio, visión y mucha inversión, se habían venido obteniendo. Quizás lo más doloroso es que se arrastra a los atletas que han sido gloria del deporte y que no hay un relevo generacional. Señores Federación, quizás aún les queda algo de tiempo para cambiar o de puestos o de manera de proceder. Ambas alternativas son posibles. Los imaginamos enfocados en el progreso del nivel de los deportistas, en ofrecer condiciones óptimas de implementación, apoyos e incentivos a deportistas y entrenadores, respaldo desde el sistema educativo, capacitación técnica, promoción y crecimiento de la base de atletas.
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Por favor, señores Federación, les suplicamos dejar el turismo dirigencial y el pago de favores para sostenerse en el poder.
Sueñen en grande sin intereses y trabajen con la verdad para hacer lo correcto y justo. Estamos seguros de que lo pueden lograr y aquí hay un puñado de personas de nuestros deportes que se sentirían orgullosos e identificados. ¡Vale la pena cambiar!
No más desconocimiento del significado de la palabra EJEMPLO. Trabajemos con respeto por el desarrollo del deporte y del alto rendimiento.
*José Fernando Botero Gonzalez, padre de Sebastián y la nadadora Valentina, ingeniero químico y dueño de dos records Guinness en la organización de catas de bebidas alcohólicas