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No hay rastros de ese país respetado y admirado por la comunidad internacional luego de poner fin a una de las guerrillas más antiguas y peligrosas del planeta
La situación de Brasil y Colombia demuestra que sobre el mundo se cierne una pandemia tan grave o quizás peor que el Covid-19. Esta pandemia se contagia por medio de mensajes mentirosos, xenófobos, racistas y erigidos en un recalcitrante desprecio hacía los pobres. Una mirada excluyente y clasista los lleva a imponer condiciones degradantes a esa parte más vulnerable de la sociedad y protege los intereses de una élite económica que financia sus campañas.
Esa es la descripción de la extrema derecha. La derecha radical se confunde con el fascismo y su único cimiento pseudo-ideológico es la aplicación estricta de los principios legados por Joseph Goebbels. Su principal objetivo es mantenerse en el poder, así tenga que sacrificar la democracia y destruir la institucionalidad. Fiel al espectro del realismo político, el binomio moral y ética pública debe ser completamente abolido en su destructivo accionar.
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En esa descripción, caben Trump, Bolsonaro y Duque. El primero, sigue gritando histéricamente al mundo sobre un supuesto fraude en las elecciones de noviembre. Sin embargo, los ya cincuenta y cinco fallos en instancias electorales en los diversos estados – incluyendo mayoritariamente los republicanos – ratifican la trasparencia del triunfo demócrata. No queda duda, que consciente de su estruendosa derrota, motivó la toma del Congreso el seis de enero, con lo cual, puso en peligro a toda la bancada demócrata y hasta su vicepresidente, quien pocas horas antes, había objetado la pretensión de Trump de frenar por primera vez la confirmación presidencial por parte del legislativo.
Por su parte, desde Brasilia y Bogotá, la preocupación es evidente. Los dos presidentes o sus partidos de gobierno han considerado la opción de suspender las elecciones. En Colombia, un grupo de veinticinco congresistas, llevaron la propuesta y, aunque al poco tiempo fue solapadamente retirada, dejaron claro que les angustia una contundente derrota en las urnas. En Brasil, Bolsonaro, ya comenzó al mejor estilo trumpista a difundir el rumor de un fraude electoral.
El miedo a la democracia es el vaso comunicante entre los dos presidentes. Saben que su mezquino y mediocre ejercicio del poder será sancionado en las urnas. Tanto Bolsonaro como Duque redujeron a su máxima expresión el papel protagónico que tuvieron sus países en la arena internacional. Del jugador BRIC que impulsó Lula no queda nada. Tampoco de esa nación pluridiversa que luego de décadas de exclusión, reconoció su pasado indígena y afro.
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En Colombia, no hay rastros de ese país respetado y admirado por la comunidad internacional, luego de poner fin a una de las guerrillas más antiguas y peligrosas del planeta. Hoy, es el territorio más peligroso para los líderes y lideresas sociales-ambientales. Además, la vida de aquellos que decidieron entregar las armas está en riesgo ante la mirada apacible e inmutable del gobierno.
A los dos gobernantes, los une también el desprecio por el medio ambiente. La valiosa Amazonía sufre la arremetida más dramática de su historia por parte de desforestadores que implacablemente aniquilan el pulmón del planeta. Tanto del lado brasileño como del colombiano son los ganaderos que tumban arboles para abrir espacio a su ganado contaminante, siempre ante la mirada silenciosa y cómplice de Bogotá y Brasilia.
Por último, como gemelos idénticos, los dos subestimaron la pandemia, lo que queda demostrado en los números. Brasil y Colombia están ubicados como segundo y décimo respectivamente, en ese terrible ranking de fallecidos por Covid-19.
No obstante, la narrativa gubernamental es otra: una historia mentirosa, sumergida en eufemismos mediante los cuales solo buscan evitar una derrota. La gran diferencia es que esa plaga en Norteamérica fue vacunada por una institucionalidad que frenó sus oscuras intenciones, algo que lamentablemente no impera en estas republiquetas bananeras a las que hoy nuevamente nos condujeron los representantes de la pandemia de la extrema derecha.
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*Héctor Galeano David, analista internacional. @hectorjgaleanod