La perspectiva de infancia: una alternativa de construcción de paz en Colombia

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La Alcaldía de Cartagena a finales del año pasado le apostó a garantizar la participación de la niñez y la adolescencia, como una iniciativa de construcción de ciudad.

En la nación colombiana, con los Consejos de Juventudes, que surgieron como consecuencia de los Diálogos de Paz, se ha permitido una participación real y activa de los adolescentes y jóvenes, desde los 14 hasta los 25 años ¿Pero ¿qué pasa con la participación en política de los niños y niñas?  La Convención sobre los Derechos del Niño, en su artículo 13, contempla:  El niño tendrá derecho a la libertad de expresión.  El mismo espíritu es recogido por la Ley de Infancia y Adolescencia, en sus Artículos 31 y 32. Sin descontar que nuestra Constitución en su artículo 44 contempla, la libre expresión de la opinión de los menores de edad como un derecho fundamental.

El tradicional concepto del Adultocentrismo como elemento de exclusión de los NNA, en los fenómenos históricos, sociales y culturales por parte de los mayores de edad, ha sido la piedra de tropiezo para que los niños y niñas puedan concretar de manera real formas de expresión democráticas, más allá de sus aulas de clases. Lo anterior requiere que el Estado adulto, implemente la llamada perspectiva de infancia, en el sentido de fomentar y promover ejercicios de expresión propios de los niños y niñas, pero con trascendencia dentro del contexto estatal sobre todo en espacios políticos en los distintos niveles territoriales.

Ahora bien, por otra parte, el principio del interés superior del niño está fundamentado en la protección especial que se deben tener con los NNA, debido a su falta de madurez física y mental, en comparación con los adultos. Esta inmadurez física y mental fue un concepto que no se conocía en el mundo antiguo, ya que “el niño no existía como individuo, porque se le consideraba un pequeño hombre desprovisto del habla”. Esta postura filosófica y política es recogida, por el libro Ética a Nicómaco, en donde Aristóteles compara al niño con los animales, porque no tiene libertad de actuar según la razón: “El alma del niño no es diferente a la de las bestias”. Lo anterior negaba la existencia legal y física del niño; lo que hacía pensar que, dada esta incapacidad para contraer obligaciones, tampoco se le permitía tener derechos. En el 2013 en Cartagena, el alcalde mayor de entonces, Dionisio Vélez, instalo el primer Consejo Distrital de Infancia y Adolescencia, el cual se concibió como un proceso de participación liderado por la Secretaría de Participación.

Nuevamente la Alcaldía de Cartagena a finales del año pasado le apostó a garantizar la participación de la niñez y la adolescencia, como una iniciativa de construcción de ciudad. Por ello, en cabeza del alcalde, William Dau Chamat, los 27 integrantes del Consejo de Infancia y Adolescencia fueron posesionados y están listos para iniciar sus sesiones de trabajo en el 2023. En distintas ciudades, incluyendo Bogotá, se han instalado estas ágoras, donde se les prepara a los NNA, en el ejercicio responsable y comprometido de la democracia, sobre todo en temas que les compete:  familia, educación, cultura, recreación y paz. Se debería replicar el modelo de Ágora Infantil, creado en España y Uruguay desde el año 2015, que en estos momentos es un espacio consolidado y aceptado políticamente. Los resultados de estos ejercicios democráticos con niños y niñas indican que a través de la participación de ellos se genera una mayor intención e implicación futura como jóvenes y adultos, en los asuntos sociopolíticos del entorno.

*Doris Ortega. Abogada egresada de la Universidad de Cartagena, Magíster en Derecho de familia y derecho penal de la Universidad de Barcelona, Docente Investigadora. @DorisOrtegaGal

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