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A los migrantes los va a absorber el mercado legal o el ilegal. ¿Qué prefieren?
Los que creen que la solución a la migración venezolana es cerrar la frontera no solo merecen, sino que también necesitan, una clase urgente de geografía. ¿Sabrán acaso dónde queda y cómo se llega a Puerto Inírida? Seguramente no.
Dada la magnitud de la frontera y las dificultades geográficas que esta supone, no hay forma de saber a ciencia cierta el número exacto de migrantes venezolanos que están en territorio colombiano. Las cifras más modestas hablan de 1,400.000 migrantes. El Estado colombiano tiene un larguísimo historial de desatención a las demandas sociales por lo que no hay razón para sospechar que Colombia esté preparada, institucional y financieramente, para el reto de la migración venezolana.
En los problemas públicos, como en la vida, hay dos caminos que se pueden elegir: el fácil y el difícil. El camino fácil para el asunto de la migración es la xenofobia, que se alimenta por el instinto bajo del desprecio por el otro y es azuzado por las fuerzas más retardatarias acusadas, al menos, de mediocridad intelectual. Hay una mejor opción. Todavía Colombia está a tiempo de reconocer la complejidad del tema migratorio y avanzar hacia una solución que, con una visión humana, pueda atender las demandas de los migrantes y, más adelante, buscar la forma de sacarle provecho.
Volvamos al tema geográfico. Cerrar la frontera es una idea terrible, no es conveniente ni es posible y ni siquiera somos capaces. Son más de dos mil kilómetros con desierto, montañas, Orinoquía y Amazonía, en los cuales, de lado y lado, el Estado no hace presencia efectiva. Es una batalla perdida, al igual que proponer deportaciones masivas de migrantes ilegales con el único argumento de querer parecernos al bellaco de Donald Trump. Respice polum, dirían algunos.
La xenofobia que se respira en las calles no solo es indignante por su asombrosa misantropía, sino porque desconoce el valor que tienen las migraciones en las sociedades. Somos producto, venezolanos y colombianos, del sincretismo entre árabes e ibéricos mezclado con la sangre derramada de nuestros pueblos autóctonos. Y le rezamos a un Dios judeocristiano, ¡JUDEOCRISTIANO!
No es la mejor forma de plantearlo pero piensen en esto: de todos los venezolanos muy pocos –poquísimos- vienen a robar, pero todos (hasta los que roban) vienen a consumir, demandan bienes y servicios que aportan a la demanda agregada. Vean, el chavismo subsidió la educación de millones de personas durante 15 años, ahí hay una innegable fuente de riqueza. ¿Seremos capaces de convertir un problema en una oportunidad?
La trampa de la xenofobia consiste en seducir incautos para que reciten con rabia soluciones que, lejos de solucionar, empeoran el problema. Para un gobierno mediocre como el de Duque –que lo es- resulta tentador caer en esta trampa; sin embargo, hay que reconocerlo, esto no ha sucedido. El tema de la migración es tal vez lo que mejor ha hecho el gobierno Duque. Vale la pena ir más allá: facilitar el ingreso, garantizar todos los derechos de los migrantes, ofrecerles todas las facilidades para su inserción en el mercado laboral, entre otras. El mercado laboral ha de acoger a los migrantes, nos conviene a todos. La semana pasada, la Fundación Paz y Reconciliación publicó una investigación en la que encontró presencia de 28 grupos armados al margen de la ley a lo largo de la frontera; a los migrantes los va a absorber el mercado legal o el ilegal. ¿Qué prefieren?
Ojalá algún día el tamal se parezca más a la hallaca, es más rica; ojalá dejemos de lado los chistes poco graciosos de “las venecas”, que son explotadas sexualmente en nuestro país con un silencio cómplice de las autoridades; ojalá ningún partido o movimiento político tome las banderas de la xenofobia; ojalá la migración nos ayuda a tener una sociedad más abierta y diversa, para ver si por fin salimos del cómodo –y sangriento- siglo XIX. Ojalá, de origen árabe ‘quiera Dios’.
*Felipe Arrieta Betancourt, estudiante de la Universidad Externado de Colombia. Bloguero en medios digitales, @felipe_arrieta.