La biblioteca de El Ojo Nuclear

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Tres novedades de Pedro Lemebel para la Biblioteca de El Ojo Nuclear en La Línea del Medio.

Si el cronista, activista y artista chileno Pedro Lemebel volviera de repente a este mundo en el que tanto luchó y, reencarnado en una diva entaconada, visitara una buena librería colombiana, encontraría que cuatro de sus libros están exhibidos en la sección de novedades, tres de ellos editados por primera vez para el país. No deja de ser paradójica semejante internacionalización, puesto que Lemebel comenzó escribiendo poemas y panfletos para un círculo reducido y porque su pensamiento político y activismo maricón siempre recibieron el desprecio, el temor y la persecución del establecimiento. Aunque al final de su vida su novela Tengo miedo torero se había convertido para los chilenos en una especie de moda intelectual, temía que su obra fuera cooptada por la burguesía y se diluyera su poder subversivo.

Lemebel alcanzó a publicar en vida los libros de crónicas La esqui­na es mi corazón, De perlas y cicatrices y Loco afán, además de la novela Tengo miedo torero, que fue uno de los libros más vendidos en su país. Dos de esos títulos —los últimos— alcanzaron cierta resonancia internacional y fueron publicados por Anagrama. El resto, en pequeñas editoriales. Más tarde Planeta compró los derechos de su obra y los empezó a publicar bajo el sello Seix Barral. Desde entonces sus crónicas, cuentos y novelas, escritas desde la marginalidad, empezaron a ocupar un espacio en el canon de la literatura latinoamericana y han sido traducidos al inglés, italiano, alemán y francés. “Hay un mercado que vende lo indio, lo marica, lo perverso y exótico latinoamericano”, creía Lemebel. 

En Colombia ya habíamos tenido acceso a la novela, de la que, a propósito, hice una reseña para La Línea del Medio. La llegada de estos tres títulos —Incontables, Loco afán (crónicas de sidario) y Háblame de amores— aumenta la colección de sus libros en Colombia y, si la acogida es buena, seguro llegará el resto de su obra.

Pedro Mardones Lemebel nació en 1952, en Santiago de Chile. Vino al mundo, literalmente, en las márgenes del Zanjón de La Aguada, río que baña la ciudad de punta a punta; “no me gustó el mundo desde que lo vi, entonces había que cambiarlo y transformarlo”, confesó alguna vez a la revista Al día de Chile. Quizás por eso siempre vio el mundo desde la marginalidad. Creció en condiciones de pobreza, pero logró graduarse en Artes Plásticas en la Universidad de Chile. Empezó a trabajar como profesor en dos liceos santiagueños, aunque su apariencia y maneras femeninas, asumidas como una afirmación política, revolucionaria y personal, le costaron su puesto. Tenía 26 años. Decidió, después de ser rechazado por la izquierda, concentrarse en la escritura y participó en talleres literarios en los que produjo varios cuentos que empezaron a obtener reconocimientos literarios. También, por esa época, estrechó sus lazos afectivos y políticos con movimientos de activismo homosexual y feminista. Era la época de la instauración de la dictadura Pinochet, a la cual combatió desde su voz libre y a veces temeraria. 

Era un hombre de izquierdas, pero su relación con esos movimientos no fue fácil: su manera de asumir y expresar su homosexualidad fue repudiada en esos círculos. Es famosa su intervención en una reunión política en 1986, cuando calzó unos tacones aguja y leyó su manifiesto político “Hablo por mi diferencia”; luego de ese discurso, la audiencia escandalizada le dijo: “la izquierda no tiene maricas”. 

Pero fue un performance artístico el que le dio la notoriedad a Lemebel. Fundó junto a Francisco Casas el grupo llamado “Las Yeguas del Apocalipsis”, con el que irrumpía de manera provocadora en lanzamientos de libros, exposiciones de arte y reuniones políticas, generando terror en los círculos del poder: “éramos las diosas de lo irrepetible”, decía. En esa época de consolidación como activista, intelectual y escritor, Pedro Mardones adoptó su apellido materno: cobró forma el mito Lemebel. En 1996, creó el programa “Cancionero” en la emisora Radio Tierra, donde recreaba sus crónicas y se consagró como un cronista de los intestinos de la vida cotidiana y urbana de Santiago. 

Pero estos son sólo datos biográficos: él era mucho más. Es una figura de muchas caras, irreducible a una sola: “Me dejé llevar por cierta porfía que experimentamos los niños raros frente al adiestramiento agresivo de la formación masculina, y escogí la posibilidad de una identidad siempre cambiante”, explicaba. Su pensamiento era claro, directo y agudo, pero con formas barrocas de expresión y un humor demoledor. Era dueño de una retórica tenaz, imbatible y juguetona. La popularidad parecía ser inherente a él: “Yo no hice nada por volverme visible, siempre fui evidente desde un satélite”, decía. 

Murió de cáncer de laringe el 23 de enero de 2015, a sus 62 años. 

Loco afán (crónicas de sidario)
Pedro Lemebel
Seix Barral
252 páginas

Es el segundo libro de Lemebel y fue publicado en Chile en 1996. Era uno de sus libros predilectos y fue uno de los dos que publicó Anagrama, lo que significó la internacionalización del autor antes de que Seix Barral comprara los derechos. A pesar de semejante impulso editorial, Lemebel reconocía que “ha corrido bajo cuerda, semiclandestino, sin tener la categoría de súper venta. Y aunque salga una tercera o cuarta edición, seguirá siendo leído a escondidas, como quien participa de un ritual prohibido”.

Loco afán agrupa una serie de crónicas sobre el sida y los travestis. En este trabajo acuñó el término ‘sidario’, referido a una población despreciada, moribunda pero viva. En el diario La Nación, en agosto de 2000, Lemebel habló de su libro: “[En Loco afántrabajo la enfermedad desde los cuerpos, con un gesto de desacato a la mirada cristiana que hay sobre la enfermedad a través de una mirada sarcástica del tercer mundo, que no tiene otra opción que reírse para no asumir nunca el tatuaje de dolor”.

Háblame de amores
Pedro Lemebel
Seix Barral
287 páginas

Háblame de amores es una de las últimas obras de Lemebel. En ella, como explica el librero e investigador Carlos Sosa —uno de los más importantes estudiosos de la obra de Lemebel— “la crónica sigue estando presente como forma de escritura bajo presión para explorar y contar encuentros de amor furtivo, los funerales del dictador y hasta carreras de aeropuerto —tacones incluidos— que nos llevan a Roma y a Barranquilla con la precisión de una vieja araña que sabe bordar sus historias”.

Realmente es una antología de textos, en su mayoría inéditos. En total lo conforman 55 crónicas divididas en nueve capítulos; incluye fotografías, recortes periodísticos y crónicas escritas por Lemebel en diversos momentos de su vida.  

Como lo explicó el propio Lemebel “Háblame de amores es como un rompecabezas es una máquina desarmable y rearmable de panfletos, dibujos, cartas, cuentos, fotos… quizás solo pueda inducir a su lectura diciendo que el título es parte de una canción que no recuerdo porque me hace daño recordar […] son los colores de mi sexo en viaje, de mi raza y de mi social popular”.

Incontables
Pedro Lemebel
Seix Barral
95 páginas

Contiene los siete relatos cortos que marcaron el inicio de su carrera como escritor. Fueron publicados en 1986, cuando él tenía 34 años, junto con unas bellas ilustraciones elaboradas por amigos artistas que se reproducen en esta edición. Este trabajo, que originalmente apareció en papel kraft y con un tiraje de sólo 500 ejemplares, fue firmado con su nombre de pila, Pedro Mardones. Hoy estos libro-objetos artesanales son considerados piezas de colección. 

Incontables fue el primer producto que publicó luego de su expulsión de los liceos donde era profesor; todavía no había dado su polémico discurso en la convención de los partidos de izquierda y aún no había asumido su personaje escandaloso entaconado, emplumado y maquillado. 

En una entrevista para el periódico chileno La Tercera, el galerista, poeta y librero Sergio Parra comentó: “En estos cuentos ya estaba instalada su denuncia social, lo político y el humor que mantuvo en sus crónicas. Así y todo, Pedro nunca pensó en reeditarlo en vida ni nada, porque ya no lo consideraba dentro de su corpus literario […] Incluso lo consideraba un libro menor”. En esta edición también se incluyen los relatos Melania, El Wilson y Gaspar, además de tres microcuentos. 

En el prólogo de Incontables, la chilena Pía Barros hizo un retrato en pocas líneas de este cuestionador genial: “Pedro Mardones escribió poemas, cuentos, novela y microcuentos (recuerdo ‘El tuerto’, ‘Jack’ y ‘Calendario’ publicados en La Castaña, en papel de envolver); dibujó, construyó imágenes para ser quemadas en plazas públicas; gritó, calló, hizo estragos y creó belleza. Fue odiado y admirado y muchas veces insufrible aun para quienes lo amábamos incondicionalmente, pero ante todo, cada segundo que respiró, fue un creador político y comprometido como pocos. Por venir de los márgenes, jamás estuvo al margen sino en el centro mismo del descontento. Conocía la pobreza y tenía terror de ella. Nada en sus textos es azar, todo está reflexionado y consciente de cada letra, porque creía que podía haber un mundo mejor y también creía en la literatura para ese cambio, puesto que la rabia de las injusticias se le escapaba por la piel.”  

*Mauricio Arroyave, periodista, lector caprichoso y frustrado librero, @mauroarroyave. Canal de Youtube El Ojo Nuclear.

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