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Confesiones de una editora poco mentirosa
Esther Tusquets
Lumen
21 páginas
Cuando la desaparecida Esther Tusquets se decidió a escribir este libro con sus confesiones dejó claro que eso no significaba ‘ni por asomo’ que fuera a decir toda la verdad. Y no es que la cabeza de editorial Lumen —lo fue por cuarenta años— haya sido en vida un ‘poco mentirosa’, sino que es bien sabido que la memoria sí lo es, ya sea porque uno le hace trampas a ella o porque ella le hace trampas a uno.
En todo caso, vale la pena leerlas cuando unas memorias están bien contadas, cuando ayudan a entender procesos y momentos históricos y cuando están llenas de deliciosas anécdotas que sacian la necesidad de chisme del lector, aunque no le suelten a uno toda la verdad. Eso hice con el libro que dejo en las estanterías de Biblioteca de El Ojo Nuclear para La Línea del Medio y la pasé genial. Me divertí como loco, conocí un poquito del oficio con los libros —mi vocación frustrada— y me dejé llevar por los intríngulis de una época de oro para edición de libros en España, aquella protagonizada por personajes como Carlos Barral (creador junto con Víctor Seix, de Seix Barral, quienes a la postre se convirtieron en enemigos mortales), Jorge Herralde (Anagrama), Beatriz de Moura (Tusquets editores), la mítica Carmen Barcells o la mismísima Esther Tusquets.
En otra de mis reseñas, conté un poquito la historia que me sé de editorial Lumen —ya estoy empezando a repetirme peligrosamente—, pero es bueno refrescar la memoria: fue creada en los años treinta en Burgos, España, para defender los valores ultra católicos y conservadores. En 1959, el catalán Magín Tusquets compró la editorial que estaba en manos de su hermano sacerdote, Monseñor Juan Tusquets, y el nuevo dueño dejó la dirección de la compañía en manos de su hija Esther. Desde ese momento, la editorial tuvo la buena decisión de traicionar sus orígenes, se convirtió en un bastión antifranquista y lideró una cruzada por la difusión de la buena literatura. Empezó a publicar autores como Camilo José Cela, Rafael Alberti, Mario Vargas Llosa, Pablo Neruda, Quino, Umberto Eco o Jaime Gil de Biedma, entre otros y fue la primera editorial hispanoamericana que se la jugó en grande para publicar autoras mujeres. Fue así como los nombres de Hannah Arendt, Alejandra Pizarnik, Ana María Matute, Virginia Wolf o Djuna Barnes engrosaron su catálogo. Lidiaron con la censura, fueron provocadores, pero al final lograron sobrevivir muy dignamente. Hoy, Lumen ya no pertenece a los Tusquets, porque en 1996 fue vendida a la multinacional Bertelsmann y luego al actual propietario, el Grupo Editorial Penguin Random House.
La idea del libro nació en una cena en la que entretuvo a sus invitados contando las anécdotas, a veces jocosas y otras casi inverosímiles, de lo que fue su vida como editora. Su hija, Milena, le dijo le dijo en algún momento: “¿ves?, eso es lo que quiero que escribas para mí”. El resultado es un libro que se lee fácil y con avidez, narrado con un magnífico sentido del humor y sin guardarse cuentas con nadie. La señora Tusquets, que se revela acá como una mujer obsesiva con su trabajo, amiguera y de carcajada fácil, también se muestra dura, francota y peleonera. Me imagino que sólo así se podría sobrevivir en ese mundo de vedettes intelectuales y empresarios dados a la fagocitosis.
Por estas páginas pasan detalles de figuras como Pablo Neruda —“desgranaba un monólogo maravilloso e interminable” —, Camilo José Cela —“era un buen escritor, pero detrás de toda esa aparatosa fachada no había un ser que humanamente pudiera interesarme”—, Gloria Fuertes —“apareció en mi oficina, y en mi vida, de la que no iba a desaparecer ya jamás, porque, incluso durante la época absurda en que dejamos de tratarnos, seguimos queriéndonos lo mismo”—, Miguel Delibes —“Lúcido, rápido de mente, recordando cuantos temas surgen en la conversación, interesándose por todo lo que merece interés, pendiente de su familia y amigos”—, Mario Vargas Llosa —“de enfermizo perfeccionismo”—, Carlos Barral —“irresponsable, a menudo malcriado y casi siempre egocéntrico, pero al mismo tiempo generoso”—, Ana María Matute —“una de las personas del mundo del libro, de mi mundo profesional, a las que llegaría a querer de veras y con las que mantendría una amistad importante durante el resto de nuestras vidas”—, Carmen Barcells —“contradictoria y desmesurada. Entrañable a menudo y brutal en ocasiones. Porque posee en grado extremo la máxima característica de los que detentan y aman el poder: la arbitrariedad”—, Terenci Moix —“disparatado, irresponsable, consentido, dicharachero, cariñoso, insoportable, simpatiquísimo, entrañable Terenci”—, entre otros.
Un libro para editores, pero sobre todo, para los que amamos la literatura.
*Mauricio Arroyave, periodista, lector caprichoso y frustrado librero, @mauroarroyave. Canal de Youtube El Ojo Nuclear.