La biblioteca de El Ojo Nuclear

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Últimas tardes con Teresa
Juan Marsé
Lumen
507 páginas

Éramos unos niños
Patti Smith
Lumen
294 páginas

¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?
Jeanette Winterson
Lumen
245 páginas

Cuando las parejas cumplen sesenta años juntos les festejan las bodas de diamante —tengo que averiguar si hay alguna relación entre la convivencia marital y la bien conocida dureza de la piedra—. La celebración se extiende a oficios y a empresas. Y a editoriales. Por eso Lumen se la ha pasado desde finales de 2019 en celebración diamantina. Bien merecida. El catálogo de esa casa es muy bueno, con apuestas interesantes, publicaciones con formato y presentación muy agradables, separación de renglones desahogada y un tamaño de letra amable.

Lumen tiene una historia muy bonita. Y paradójica. Fue una firma creada en los años treinta en la ciudad de Burgos para defender los valores franquistas, valga decir, el catolicismo cerrero, el nacionalismo y la persecución contra la hoy todavía recurrida excusa judeo-masónico-marxista. Esa época no se cuenta. La fundación que celebramos fue la de 1959, cuando el catalán Magí Tusquets compró la editorial que estaba en manos de su hermano sacerdote, Monseñor Juan Tusquets, y así permitir que éste se dedicara a otros negocios. La dirección de la compañía quedó en manos de la hija de Magí, Esther, y entonces la historia dio un vuelco: se convirtió en un bastión antifranquista y comenzó a publicar autores que revolvían el estómago del régimen del Generalísimo: Camilo José Cela, Rafael Alberti, Mario Vargas Llosa, Pablo Neruda, Quino o Gil de Biedma, entre otros. Así mismo, fue la primera editorial hispanoamericana que se la jugó en grande para publicar autoras mujeres. Fue así como los nombres de Hannah Arendt, Alejandra Pizarnik, Ana María Matute, Virginia Wolf o Djuna Barnes engrosaron su catálogo herético. Supongo que si la familia sobrevivió a tal osadía fue porque el tío Juan intervino con sus influencias como consejero del régimen. El caso es que Lumen sobrevivió a censuras y hoy es una de las editoriales más prestigiosas de España. Las traducciones de sus libros a veces no son muy buenas, se les nota la premura, y los lectores latinoamericanos nos tenemos que aguantar la jerga españoleta —‘a tomar por culo’, ‘gilipollas’, ‘chaval’, ‘tío’, y el uso de la segunda persona del plural—, pero sus títulos valen la pena.

Lumen ya no pertenece a los Tusquets —Esther la dirigió por cuarenta años—, porque en 1996 fue vendida a la multinacional Bertelsmann y luego al actual propietario, el Grupo Editorial Penguin Random House. Hoy el catálogo luce nombres clásicos y contemporáneos como Mary MacCarthy, Anne Carson, Edna O’Brien, Dorothy Parker Jhumpa Lahiri, Hanya Yanagihara, Elsa Morante, Elena Ferrante, Karina Sainz Borgo, Deborah Feldman, Umberto Eco, Alice Munro o Margaret Atwood o la recientemente adquirida, la sorprendente escritora colombiana, Sara Jaramillo Klinkert, con su primera novela Cómo maté a mi padre.

También están los tres autores que quiero dejar en las estanterías de la Biblioteca de La Línea del Medio: Juan Marsé, Jeanette Winterson y Patti Smith. Los relatos de ellas son autobiográficos y la de él una novela revolucionaria para su tiempo. Es literatura contracultural. Hacen parte de esa celebración diamantina de la que hablábamos al principio. La editorial decidió publicar seis libros de lujo con autores insignes, todos en una edición especial de pasta dura, con cinta marcapáginas y canto de colores —es decir, los bordes de las páginas de los libros pintados—. Los libros hacen una colección bien bonita.

El primero es Últimas tardes con Teresa, del español Juan Marsé. Publicada por primera vez en 1966 por Seix Barral, fue la tercera novela del escritor barcelonés; con ella ganó el premio Biblioteca Breve y se dio a conocer en el panorama iberoamericano. Es una novela melancólica que integra el género romántico con la denuncia social y que relata un triángulo de amor entre Teresa, una joven universitaria de la alta burguesía barcelonesa, falsamente revolucionaria; Manolo —‘Pijoaparte’—, un inmigrante murciano, falso obrero militante de izquierdas, quien apenas sobrevive en la ciudad junto con otros seres marginales y Maruja, hija de campesinos pobres y criada de la familia de Teresa. Alrededor de ellos aparecen varios personajes que dibujan un collage de la sociedad catalana de finales de los años cincuenta. Es una novela narrada con una ironía que desenmascara las intenciones de los personajes, con una gran carga política y sensual (el verano mediterráneo) y con referencias a obras y autores por entonces prohibidos por el régimen.

Es una historia sobre la dificultad del amor entre clases sociales y sobre el juego de las apariencias.

La segunda es Éramos unos niños, de Patti Smith, la gran escritora, pintora y música estadounidense. Es su libro icónico. Son las memorias de una artista en una de las épocas más revolucionarias en los Estados Unidos: entre finales de la década del sesenta y mediados de los ochenta. Éramos unos niños cuenta cómo ella y el mítico Robert Mapplethorpe se cruzan en una complicidad poderosa que sólo pudo romper la muerte del fotógrafo. Éste es el testimonio de un crecimiento personal, el relato de unas individualidades compartidas, de los difíciles caminos que tienen que recorrer los creadores, los excesos de una época y el precio que hay que pagar por algunas búsquedas vitales. Por estas páginas pasan nombres como Janis Joplin, Allen Ginsberg, Andy Warhol y Jimi Hendrix y diversos personajes de una escena neoyorquina con gran fuerza creativa y contracultural. Aunque la obra no tiene un tono melancólico, sino ígneo y vivaz, el último capítulo es como para llorar.

Y el tercer libro que dejo hoy es ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?, una autobiografía de la escritora inglesa Jeanette Winterson. Fue publicado por primera vez en 2011 y también es un testimonio autobiográfico que da cuenta de su vida y su pensamiento. Winterson, hija adoptada de una pareja de fanáticos religiosos que esperaba con ansias el apocalipsis y guardaba un arma entre los trapos de la cocina, fue criada con rigidez y sevicia para que de grande fuese una persona creyente; de hecho, de pequeña, jugaba a redactar sendos sermones aleccionadores.

Pero la niña empezó a crecer y pronto se evidenció el fracaso de sus padres como adoctrinadores: buscó otros libros distintos a la Biblia, se alimentó de poesía y literatura y a los 16 años aceptó públicamente que estaba enamorada de otra mujer. Quería ser feliz. Entonces su madre le advirtió que debía ‘corregirse’. En un último intento por retenerla, la señora Winterson le gritó las lapidarias palabras que dieron el título a esta autobiografía: Jeanette, ¿por qué ser feliz cuando puedes ser normal?

Ahí les dejo tres de seis postres literarios para celebrar las bodas de diamante de una editorial.

*Mauricio Arroyave, periodista, lector caprichoso y frustrado librero, @mauroarroyave. Canal de Youtube El Ojo Nuclear.

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