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El Presidente Duque conversó de 4 a 4:30 p.m. este 14 de abril con directivos del centro de pensamiento Atlantic Council en Washington, D.C. sobre el manejo de la crisis del coronavirus en Colombia.
Contó cómo, desde fines del año pasado, su instinto le anunció que algo pasaría (“instinct calls”). Estaba en Cartagena con su familia, viendo lo que sucedía en Wuhan, cuando decidió ordenar al ministro de salud el monitoreo de la situación. El Gobierno, indicó Duque, había comenzado a hacer preguntas sobre el virus en los organismos multilaterales desde hace meses.
Duque recordó que la Junta de Monitoreo para la Preparación Global del Banco Mundial y de la Organización Mundial de la Salud, liderada por Gro Harlem Brundlandt, ex primer ministra de Noruega y ex directora general de este último organismo, pedía a los jefes de Estado un plan de acción de control de una pandemia para septiembre de 2020.
En efecto, la memoria no engaña a Duque en tanto que Brundlandt, en el último informe de la Junta de septiembre de 2019, advirtió:
“La enfermedad prospera en el desorden y toma ventaja: los brotes han ido en aumento durante las últimas décadas y el espectro de una emergencia de salud mundial se vislumbra. Si es verdad decir “lo que es pasado es un prólogo”, entonces existe una amenaza muy real de una pandemia altamente letal y de rápido movimiento de un patógeno respiratorio que mate de 50 a 80 millones de personas y acabe con casi el 5 por ciento de la economía mundial. Una pandemia global en esa escala sería catastrófica, creando estragos, inestabilidad e inseguridad generalizados. El mundo no está preparado.”
Duque continuó destacando la reacción temprana del Gobierno y la progresión de las medidas – preguntas en aeropuertos y luego en demás puntos de entrada, cuarentenas voluntarias para ciertos viajeros, clausura de entidades educativas y suspensión de eventos masivos, cierre de fronteras y cuarentena nacional – , todas ellas emprendidas para contener el crecimiento exponencial, prevenir el colapso del sistema sanitario y aplanar la curva.
Para él, esta crisis de salud pública se extendió al campo comercial, petrolero, de demanda y va en camino en convertirse en una financiera y, en este sentido, representa un reto nunca antes visto.
Un desafío concreto para Colombia se resume en el enfrentamiento con países ricos en el mercado internacional para conseguir productos médicos -ventiladores, reactivos, tests, máscaras y demás productos de protección-.
Duque estima que el sector productivo responsable del 50% del PIB permanece activo: la cadena alimenticia, los bancos, el gobierno, los medios.
Destacó que un 50% de trabajadores se desempeña en la economía informal y, para ellos, el Gobierno inició transferencias de efectivo. En dos semanas, insistió, el Gobierno identificó, con la ayuda de operadores de celulares y los bancos, a tres millones de familias vulnerables que recibirán un auxilio de 70 dólares. Habló también del apoyo a las pymes y de la distribución de un millón de mercados.
Repitió que se reanudará la vida productiva, mas no la social, con protocolos especiales para cada sector, y anunció que Colombia avanzará en el “aislamiento preventivo colaborativo con base en legislación inteligente”. ¿Qué será eso? No lo explicó.
A la comunidad internacional le pasó cuenta de cobro por su poca colaboración en la atención a los migrantes. “Un migrante venezolano recibe 200 dólares en atención; uno sirio, 2000”, afirmó.
Describió los esfuerzos de adaptación de compañías y universidades que enfilan motores para producir ventiladores en el país y subrayó la resiliencia colombiana.
El Presidente se vio confiado y pareció haber convencido a sus anfitriones. Pero, claro, no necesitaba convencer mucho. La conversación había comenzado con un “you have done such a wonderful job”.
* Laura Gil, politóloga e internacionalista, directora de La Línea del Medio, @lauraggils
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