Las fundaciones, no habrá mejor momento que ahora

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Las fundaciones tienen hoy una oportunidad sin precedentes para lograr el impacto social para el cual fueron creadas

Debido a la pandemia y a la cuarentena decretada, el país está parado. Las únicas actividades que se mantienen son aquellas relacionadas con satisfacer necesidades básicas de las personas: salud, alimentación, seguridad, aseo, cuidados básicos y servicios complementarios. Todas las demás están resguardándose ya sea para no contagiarse o no contagiar. Sin embargo, las condiciones de este aislamiento son radicalmente opuestas para quienes tienen recursos en comparación con aquellos que no los tienen.

Los programas de Estado y las empresas impactan sobre el bienestar y aportan a la calidad de vida de los colombianos. Sin embargo, desde hace muchos años, no logran repartir de manera equitativa y justa los recursos para que toda la población pueda tener una vida digna. Entre la magnitud de las necesidades, la limitada cantidad de recursos y su forma de distribución, el Estado no ha logrado atender a cada una de las personas que lo necesitan. Es allí donde las fundaciones siempre han jugado un rol preponderante para reducir brechas, abrir espacios de inclusión y atender situaciones de vulneración de derechos.

Las fundaciones, al igual que las demás organizaciones no gubernamentales (ONGs), fueron creadas para  apoyar y ayudar a comunidades en condiciones de vulnerabilidad y exclusión y así aportar hacia una sociedad más justa. Su quehacer consiste en identificar necesidades y desarrollar actividades para que sus poblaciones beneficiarias puedan ser atendidas y eventualmente incluidas en los espacios sociales en igualdad de condiciones a todas las demás personas y logren un bienestar mayor que dignifique su existencia. Las fundaciones atienden diferentes problemáticas<<. unas se dedican a atender niños y niñas abandonados o maltratados, otras a mujeres víctimas de la violencia, a trabajadoras sexuales, a población LGTBI, a personas con discapacidad, a la educación, a la cultura, a población vulnerable sin acceso a necesidades básicas, al adulto mayor, a víctimas del conflicto armado, a la inclusión laboral de jóvenes en situación de vulnerabilidad, a hacer efectiva la justicia y un sin número de necesidades humanas que existen incluyendo el estimular el emprendimiento para la inclusión económica.

¿Qué sucede cuando estos sistemas de gobierno y el empresarial tienen una emergencia y reducen aun más sus recursos? Ante una situación como la pandemia del Covid- 19, el Gobierno enfoca esfuerzos y recursos en temas de salud y sociales para las poblaciones más vulnerables; las empresas en cuarentena tienen empleados que no pueden ir a trabajar, materias primas quietas, espacios pagando arriendo sin poder ser utilizados y productos y servicios sin vender. No tienen ingresos y tienen personal que vive de sus sueldos. ¿Cuánto tiempo se puede continuar pagando sueldos y sostener esta situación? Si las empresas quiebran, se desploman los ingresos de los empleados y así continúa la cadena.

Las familias sin ingresos, debido a que perdieron su empleo o porque no pueden salir a trabajar, sumado a su situación de aislamiento en espacios reducidos, generan tensiones financieras, psicológicas y sociales. Su salud mental y física se ve afectada. El hacinamiento acompañado del estrés económico y el ocio son un cóctel para que se incremente la violencia en los hogares. Las familias viven situaciones de vulneración por falta de recursos y apoyo, riesgo de perder su vivienda, su empleo o sustento, su salud (mental y física) y hasta su propia vida. Estas familias requieren con urgencia ingresos y apoyo.

El mundo de las fundaciones es diverso y hay tres modelos preponderantes. Por un lado existen aquellas con patrimonios sólidos creadas por sus benefactores con el objetivo de prestar servicios para aliviar y contrarrestar situaciones de vulnerabilidad. Estas tienen dos mecanismos de funcionamiento: ejecutan recursos directamente en programas y actividades propias y/o funcionan como organización de segundo piso; esto quiere decir que entregan recursos a otras organizaciones sociales para que estas últimas desarrollen los programas que impactan a las poblaciones directamente. Por otro lado, existen las fundaciones que dependen  financieramente de empresas, donaciones, contratos y proyectos para desarrollar su objeto social; conocen los contextos sociales pero no tienen el músculo financiero. Por último, están las fundaciones  empresariales; estas últimas son fundaciones creadas por empresas a través de las cuales concentran principalmente los programas de responsabilidad social empresarial; se financian de su patrimonio propio o con donaciones recibidas de sus empresas. Las fundaciones en general fueron creadas para realizar acciones de impacto social y así cumplir su misión.

El rol de las fundaciones, y aún más para aquellas que tienen patrimonios sólidos, es el de tener el mayor impacto social, dentro de unas circunstancias dadas, utilizando los recursos de la mejor forma posible. Por lo tanto, la ejecución de recursos financieros se asigna en función de la necesidad social y no viceversa; muchas definen un presupuesto anual y ejecutan con base en éste. Inclusive muchas buscan no comprometer mucho su capital; aunque éste fue destinado para ejecutarse, los directivos de estas fundaciones sienten que su deber es proteger el patrimonio y hacen una labor en ocasiones insuficiente para la magnitud de los problemas sociales que existen y limitada considerando los recursos disponibles. Es en estos momentos cuando las fundaciones con patrimonios pueden hacer un salto cuantitativo y destinar un porcentaje de su patrimonio, porque la situación así lo amerita, y priorizar lo humanitario por encima de lo financiero. Éste es un llamado a las fundaciones para que jueguen un rol protagónico en momentos de crisis humanitaria.

Cuando hay una guerra, los soldados enfrentan con valor el combate para cumplir su deber. Cuando hay una pandemia, los médicos y el equipo de salud atienden a los pacientes para responder y cumplir su deber. Cuando hay una crisis social las fundaciones son las llamadas para desplegar su actuar ante una humanidad agobiada y cumplir su deber.Estamos ante una coyuntura única y de gran magnitud; el desempleo va en aumento, la pobreza empeora, la crisis social se expande y la violencia en la ciudad y el maltrato en el hogar acechan. Éste es el momento para que las fundaciones con patrimonios y las fundaciones empresariales puedan desplegar todas sus capacidades para aportar soluciones y aliviar la situación de crisis social y de salud que vive Colombia a partir de la pandemia. Ellas conocen las necesidades del país y su dolor, conocen a los actores que atienden a las comunidades, tienen la capacidad de movilizar recursos de empresas y de personas y tienen un capital financiero importante. No habrá mejor momento para cumplir su misión social que ahora. La omisión de actuar maximizando el logro de su misión y subutilizando recursos pocas veces se discute en las fundaciones porque su labor de por sí ya es loable, pero el dinero no es un fin, no es para guardarlo y el dinero de las fundaciones es un medio para poder realizar su objeto social.

La crisis económica que se avecina no tiene que ser tan traumática; si se trabaja de manera articulada y cada actor, empresa, gobierno, individuos y fundaciones, ejerce su rol de manera coordinada, generosa y con un interés nacional y humanista, podemos prevenir una situación de mayor envergadura social y humana. Las fundaciones no pueden ser ajenas a la situación actual o jugar un rol marginal. Tienen la experiencia, capacidad, recursos y la obligación moral de ajustarse para aportar significativamente a la emergencia actual. Esto es lo que saben hacer.

*Patricia Villaveces Ronderos, economista, master en derechos humanos. @pvillaveces

 

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