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Mariana Mazzucato tendrá que hacer un gran esfuerzo por entender nuestra realidad, conocer nuestro tejido social y productivo, nuestra compleja etnografía y no dejarse llevar por el halago.
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Pertenezco al grupo extenso de economistas, dirigentes empresariales y formadores de opinión que encuentran sólidos y pertinentes los planteamientos de Mariana Mazzucato. Su conferencia en el propio Palacio de Nariño llenó las expectativas del Presidente y los funcionarios del gobierno y satisfizo igualmente a los voceros del sector privado. Se dan las condiciones para que la prestigiosa economista pueda jugar un papel dentro del necesario planteamiento estratégico para la reindustrialización colombiana y en general, para la adopción de una vigorosa política de desarrollo productivo. Por ello es bienvenido el anuncio del primer mandatorio acerca de que Mazzucato será asesora del Gobierno Nacional en estas materias.
Con motivo de su visita a Colombia ,la profesora regente de la cátedra de Economía de Innovación y Valor Público en la University College de Londres que ha sido titular asimismo, de la Unidad de Investigación de Política Científica de la Universidad de Sussex reiteró los planteamientos de sus publicaciones y de los trabajos laureados en varios países, con los cuales desea inspirar un nuevo ciclo de un capitalismo renovado basado en convergencias fundamentales entre los sectores público y privado que han de entender los paradigmas del desarrollo como un asunto de límites, distribuyendo los beneficios entre todos, a los acordes de una economía equitativa, sostenible y resiliente.
Para el logro de tal renovación paradigmática del capital, es preciso mejorar la relación público-privada de forma que no se funde en un desbalance entre esas dos cámaras de flotación de la economía y del bienestar para todos, bien sea por un estatismo hegemónico históricamente superado o por un corporativismo indolente que drene al estado socavando la capacidad redistributiva. Por ello Mazzucato no se ruboriza al hablar de un estado emprendedor y se vale de múltiples ejemplos para romper con los prejuicios descalificadores de lo público. Empero tampoco cae en el facilismo agresivo contra la empresa privada a la que reconoce los méritos. La diferencia está en lo que ella llama la prosperidad compartida como parte de la tarea pública y de una política industrial activa que busca el progreso sostenible con la responsabilidad social y ambiental. El mérito mayor en el análisis económico de la profesora consiste en volver por los fueros de la economía clásica al preguntar quién y cómo se crea valor, añadiendo nuevos interrogantes: ¿hay extractores de valor y buscadores de renta disfrazados de creadores de valor en la economía global? ¿Qué constituye el verdadero valor en la economía?
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Cuál es el modo de hacer ese nuevo capitalismo, cómo manejar la transición energética para superar la crisis climática bajo un nuevo contrato social. Tales son los desafíos. Y la respuesta es una construcción hija del diálogo social y del compromiso colectivo.
Para hacer efectiva la contribución de Mariana Mazzucato en su apoyo a Colombia se requiere una actitud de apertura en el sector empresarial y en la dirigencia pública, abandonando esa actitud prevaleciente en muchos líderes nacionales que un día me resumió un amigo cordobés por medio del siguiente aforismo de la perversidad: “En Colombia todo el mundo quiere cambio pero que no lo cambien”. Sin entender la complejidad de nuestra realidad cada quien abraza su manojo de prejuicios y se aferra a ellos como si fueran su catecismo. De ahí el inútil forcejeo entre Petrofilia y Petrofobia que se insinúa en la superficialidad del debate político y puede causar gran daño a Colombia.
Mariana Mazzucato tendrá que hacer un gran esfuerzo por entender nuestra realidad, conocer nuestro tejido social y productivo, nuestra compleja etnografía y no dejarse llevar por el halago. En este país se práctica lo que los mexicanos llaman el “malinchismo”. Si el pregón lo pronuncia un extranjero, le rendimos pleitesía sin mayor discernimiento. Venturosamente, su trayectoria académica es garantía de prudente estudio y escucha de los actores fundamentales del decisivo diálogo social. Pertenezco a un grupo de economistas colombianos que hemos planteado alternativas a los debates irritantes que fermentan la violencia por el manejo recíproco de la retórica de la descalificación y la escasez de proposiciones meritorias. El presidente Petro hace muy bien en invitarla. Tanto a los privados como al gobierno les conviene su asistencia y su clamor innovador para la convergencia.
El 12 de agosto , cinco días después de la toma de posesión del Presidente que lideró la coalición política en la cual participamos dirigentes empresariales que acompañamos a Gustavo Petro viniendo de otras tendencias, superando los prejuicios y la propaganda elemental, escribí: “El Gobierno tiene que conducir el país bajo el objetivo de un futuro con menor desigualdad y de un presente con mejores resultados de todos los actores económicos y para todos los ciudadanos. Y es allí donde el DIÁLOGO SOCIAL es trascendental…El Gobierno debe ser constructivo, llamar a los contradictores a evitar el insulto y los adjetivos descalificantes. En mis conferencias de estos días he tratado de evitar el ideologismo trivial recordando dos sentencias de Jorge Wagensberg, científico y humanista: “Por ideología se entiende un paquete de ideas preconcebidas blindadas contra cualquier cambio”. Y: “Las grietas del conocimiento científico se llenan con pasta de ideología”.
El apoyo a la economía popular, una política internacional de multialineación equilibrada y prudente, el entendimiento acerca de que la política de reindustrialización y la política comercial son dos alas de un mismo pájaro, ayudarán a suscitar una dinámica de conglutinación con muchos países y con la mayoría de nuestros compatriotas. Bienvenida Mariana Mazzucato.
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*Juan Alfredo Pinto, escritor, economista, @juanalfredopin1